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HappyFunland

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Me gusta ser positivo a la hora de probar un juego. Aunque una obra tenga problemas, igual su idea principal es tan potente que se eclipsan sus defectos. O sencillamente, no afectan tanto como para que nos terminemos centrando en sus aspectos positivos. Por eso me ha costado tanto jugar a HappyFunland: me ha parecido un desastre de proporciones épicas.

Pero vayamos por partes, ya que sí, hay cosas buenas en el juego que merecen ser destacadas, e igual sus defectos no os afectan tanto como a un servidor. ¿Os gustan los juegos de terror basados en mascotas? Ya sabéis, esos títulos a lo Five Nights at Freddy’s o Poppy Playtime, donde se coge algo típico de nuestra infancia, y se retuerce para hacerlo terrorífico. Ahora pensad en DisneyLand. ¿Cómo sería si estuviera abandonado, encantado y absolutamente todo intentara matarnos? Sacad vuestra entrada para vivir una auténtica pesadilla… En todos los sentidos.

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Bienvenidos a este terrorífico parque

Cuando Walt Disney se convirtió en un mafioso

Voy a empezar por lo mejor que tiene HappyFunland y lo que ha hecho que siguiera con el juego hasta su conclusión: el propio parque. Situado en la zona de Florida, este parque tiene como mascota a una especie de ratón, pero fue fundado por un mafioso intentando blanquear dinero en vez de por un dibujante tratando de llevar la felicidad a los niños. Se nota que estamos ante una parodia constante de DisneyLand, con una estatua del fundador, tiendas por doquier y montones de atracciones sobre las que montarnos.

El diseño de las criaturas, ya sean animatrónicos, los cartones de las variantes de las mascotas y demás son geniales. Recuerdan precisamente a animales de Disney, pero como si fueran fumadores, atracadores, prostitutas y demás cosas 100% anti-Disney. Es una pena que no haya subtítulos de ningún tipo y todos tengan un acento sureño tan marcado, ya que es extremadamente complicado entender lo que nos dicen o seguir la historia.

Tras colarnos para filmar el parque para un fanático del mismo que nos va a pagar una miseria por arriesgar nuestra vida, nos tocará escapar. Obviamente sigue pasando algo muy raro allí, con la mascota apareciéndose ante nosotros a lo largo de nuestra visita. ¿Los animatrónicos? Siguen vivitos y coleando, pero ahora tienen un único objetivo: matarnos. Con que nuestra tarea será escapar con vida de este infierno de la felicidad.

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La ambientación del parque es la mejor baza del juego

Diseño VR tan anticuado como el parque

Más allá de la ambientación o la sátira constante, se acabaron las buenas palabras que tengo hacia HappyFunland. Pese a estar bastante tiempo en desarrollo, y haber ya varios estándares obvios dentro de la VR, hace prácticamente todo mal. Para empezar, las únicas opciones de las que disponemos son giro por grados y poner una viñeta constante. Nada de giro suave, y lo que es peor: todo se controla como si estuviéramos con los PS Move de la primera PSVR. Se sigue el movimiento del mando al apretar el gatillo, y aunque se puede usar el stick, cualquier movimiento de la mano y podremos cambiar de dirección. No tener como opción el movimiento según nuestro visor es absurdo.

Esto podría aceptarse si el resto de interacciones fueran aceptables, pero tampoco. Agarrar algo no es nada natural, quedándose los objetos pegados a nuestra mano de manera permanente. De nuevo, esto es una opción en muchos juegos… Pero falta la de agarrar los objetos mientras mantenemos el «grip», lo habitual en la VR.

De nuevo, se puede sobrellevar… Hasta que empiezas a ver cómo interactúan los objetos entre sí. Casi nada tiene colisiones, y las físicas son un desastre. Nada parece que tenga peso, por lo que se moverá de la misma manera una viga pesada que una simple pelota de golf. Al sumar todo esto, junto a lo engorroso que es cambiar entre objetos (nada de tener inventario de alguna clase, cómo no), tenemos siempre una sensación de que algo no funciona a los mandos. Por desgracia, este es el menor de los problemas del juego.

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El parque está en llamas y se cae a pedazos… Como el juego

Ni Happy, ni Fun

En nuestro periplo por el parque, nos encontraremos ante varias atracciones a las que debemos subirnos. Como idea está bien, ya que juntar diferentes actividades «infantiles» y de diversión con ese toque constante de terror es algo que funciona, como ya hemos visto en FNAF Most Wanted 2. Aquí todo es más inmersivo y natural. Al tener un parque físico en vez de minijuegos aislados y una narrativa lineal, todo está contextualizado. Iremos de atracción en atracción hasta que podamos escapar. De paso iremos sabiendo más sobre el cierre del parque a medida que lo exploramos.

¿Problema? Las interacciones físicas tan pésimas de antes nos impiden disfrutar en condiciones de estas actividades. El minigolf es un claro ejemplo. Al principio deberemos meter la pelota en el hoyo sin importar en el número de golpes, pero al no haber sensación alguna de peso o impacto entre el palo con la pelota, nada se siente bien a los mandos.

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El sistema de combate es más terrorífico que los propios animatrónicos

Todo empeora cuando se introduce combate. Los animatrónicos aparecerán de cuando en cuando para darnos matarile, teniendo que aniquilarlos a base de golpes… Sin llegar a notar ninguno. No hay nada de feedback visual o físico, por lo que las peleas son un auténtico desastre. Deberemos mover las manos como si fuéramos un gato enloquecido sin ton ni son hasta que al final decidan reventar a cámara lenta. No hay tensión, no hay diversión y no hay peligro alguno. Son secuencias insulsas que no aportan nada y se hacen eternas.

Lo mismo ocurre con algunas atracciones, que duran más de lo necesario y terminan por perder la gracia. Esto es peor cuando de golpe, se pasan por el forro cualquier tipo de cuidado por el usuario en lo que se refiere a cinetosis. En una atracción nos moverán verticalmente mientras rotamos, dejándonos mareados sin remedio alguno al no acompañar con nuestro cuerpo la inclinación que haríamos en la atracción en la vida real. En otra sección nos drogarán y habrá efectos psicodélicos y de desenfoque que producen el mismo resultado. Estoy a favor de experiencias intensas como ocurre con muchas secciones de Vertigo 2 o Hellsweeper, pero aquí no están nada bien implementadas. La «gracia» es sólo marearnos, pero sin la diversión que tendría montarse en una atracción real.

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Esta secuencia es un ejemplo de qué no hacer en VR bajo ningún concepto

La belleza del parque del terror… sin mucho terror

En parte, he dado gracias a que HappyFunland sólo dure poco más de dos horas. Así el sufrimiento no duró mucho. La parte positiva es que es variado durante lo que dura, al hacernos pasar de una atracción a otra de manera constante, sin repetirse en exceso más allá de los desastrosos combates.

Pese a que estamos ante un título indie, tengo que reconocer que visualmente el juego está realmente bien. Tiene una buena resolución en PS VR2, artísticamente es de lo más variopinto y la ambientación es excepcional. Sí, se notan las costuras en las animaciones de los animatrónicos o los cocodrilos, todos clónicos, pero no se ve mal.

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¡Arañas! ¡¿Por qué tenían que ser arañas robot gigantes?!

Es una pena que todo esto no se aproveche mejor para darnos terror. Entiendo que el juego no busca provocarnos un infarto. Pero la mayoría de situaciones no son propicias para meternos la tensión en el cuerpo. Hay jumpscare baratos, y partes más intensas que sí logran acojonar, se suceden por otras donde no pasa absolutamente nada. Eso recorta la tensión que podríamos tener.

En otras ocasiones, directamente la manera de asustarnos es llenarnos de estímulos. En una atracción donde niños animatrónicos saltan desde sus posiciones en la atracción a atacarnos, acaban por gritar tanto a nuestro alrededor que acaba por ser molesto más que terrorífico. Que el sonido esté como algo comprimido, sin escucharse de manera óptima en ningún momento, no ayuda lo más mínimo.

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Esta atracción en la vida real es muy divertida… Aquí preparaos para un buen mareo

Conclusión

Es una pena cómo ha salido HappyFunland, ya que tanto la idea como la ambientación son geniales. ¿Un DisneyLand de terror que se ríe de lo clásico de Disney con cosas más adultas que de críos? ¡Genial! Y el parque como tal es de lejos lo mejor del juego. Variado, absurdo y con ese toque justo de terror y comedia ideal en los survival horror de mascotas.

El problema es la ejecución, que es desastrosa a todos los niveles. No hay opciones básicas de la VR, las interacciones con los objetos son malísimas y el combate es de los peores que he experimentado. Cuando enciman se pasan por el arco del triunfo normas esenciales del medio para evitar la cinetosis, dan ganas de mandar el juego a paseo.

Olvidaos de este parque hasta que lo hayan remodelado de manera exhaustiva. Hay un gran potencial en el juego, pero sencillamente no está listo para recibir visitantes.

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Nos consolamos con:

  • Ambientación fantástica
  • La sátira constante de DisneyLand siempre es divertida

Nos desconsolamos con:

  • No hay opciones básicas de la VR, que ya deberían ser un estándar a estas alturas
  • Controles y físicas malísimos
  • El combate es un auténtico desastre
  • Nulo cuidado por el confort en varias de las atracciones y secuencias
  • Sin subtítulos a ningún idioma

Análisis realizado gracias a un código para PS5 proporcionada por Perp Games.

Ficha

  • Desarrollo: Spectral Illusions
  • Distribución: Spectral Illusions - Perp Games / Meridiem Games
  • Lanzamiento: 22/03/2024 - Formato físico el 26/04/2024
  • Idioma: Textos y Voces en Inglés
  • Precio: 24'99 €

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