El paso del 2D al 3D no fue fácil en el mundillo de los videojuegos. Teniendo como mayor exponente Super Mario 64, la traslación de mecánicas pensadas para funcionar en un mundo bidimensional a otro tridimensional siempre ha sido un reto. Habitualmente, las mecánicas no pueden exportarse sin más, derivando en añadidos que les aporten consistencia y sentido de cara a ese nuevo entorno 3D y, comúnmente, también de mayor complejidad.
Pero qué pasa cuando el proceso se invierte. Cuando lo que queremos es transportar mecánicas concebidas para una experiencia en tres dimensiones a una de solo dos. En una industria que se ha acostumbrado a llevar sus grandes sagas al 3D en numerosas ocasiones, esto último resulta mucho menos habitual. Sin embargo, tendencias artísticas como la expansión del subgénero “souls-like” nos han demostrado, con mayor o menor acierto, que es posible. Aquella explosión inspiracional que supuso Dark Souls, de From Software, continúa influyendo en videojuegos de todo el mundo; y Blasphemous, de los chicos de The Game Kitchen, es uno de ellos. Aunque, desde luego, no se va a conformar con ser solo uno más.
Así que decidme… ¿creéis en el Milagro?