La saga Dying Light ha sido el mayor éxito de Techland, por lo que no es de extrañar que quieran que la saga continúe. Tras apostar por una secuela gigantesca, el equipo le quiere dar un giro al ambiente AAA actual con un título más reducido y directo. O dicho de otra manera, quitar el relleno para ofrecer una aventura que todo el mundo pueda disfrutar, sin que nos asusten esas 60-80 horas que tenemos por delante. Así es como me conquistó Dying Light: The Beast, ya que cuando apenas se tiene tiempo para jugar, escuchar «15-20 horas» suena de maravilla.
Pero no sólo se conquista con números, ya que el juego tiene que acompañar, y por la demo hands-off que nos mostró el equipo durante la reciente Gamescom, las cosas van por muy buen camino. Nos esperan novedades de peso en la estructura de juego, mucho más parkour y una apuesta reforzada en todo lo que nos conquistó en la primera entrega de la franquicia.
Kyle Crane está de vuelta
En primer lugar, Dying Light: The Beast no nació como un spin-off o una secuela, sino como un DLC para la segunda parte. Así que, los usuarios que compraron la Edición Ultimate de Dying Light 2, recibirán de manera gratuita esta entrega. Creo que esto es lo mejor que le podía pasar al título, al no abrumar al pensar que tenemos que jugar a la secuela, y siendo la oportunidad ideal para re-engancharse si venimos del original, o de entrar por primera vez en la franquicia.
Volveremos a controlar a Kyle Crane, el protagonista de Dying Light, que acabó la aventura infectado y a punto de convertirse en una bestia. Ha estado 13 años encerrado en un laboratorio, y ahora ha podido escapar. Sigue conservando su mente humana, pero ha ganado varias habilidades por su nueva condición, lo que aportará novedades jugables la mar de interesantes. Vamos, no somos ya un mero humano, sino un mutante mucho más fuerte, rápido y con acceso a nuevas habilidades.
La acción se trasladará al pueblo de Castor Woods, que según el estudio, se ha creado con Twin Peaks como inspiración. Así que las regiones rurales serán mucho más comunes, ofreciendo un cambio de aires notable. Y sí, la noche seguirá siendo mortal, cuando los zombies y monstruos más poderosos saldrán a cazar, siendo nosotros sus posibles presas. Esta dualidad de noche/día con las dinámicas de poder cambiantes volverán con más fuerza que nunca en Dying Light: The Beast. Al igual que nosotros somos más fuertes, también lo serán los enemigos.
No es un shooter… ¡pero hay más armas!
A lo largo de la demo, pudimos ver lo lograda que será la ambientación nocturna. Estar en mitad de la noche a oscuras, escuchando a los zombies más poderosos, daba pie a escenas de lo más intensas. El sigilo aquí será nuestra mejor herramienta, y cómo no, encontrar un refugio para pasar la noche. En esta sección de la demo, no sólo bastaba encontrar esta zona segura, sino también reactivarla. Es casi como un mini-puzzle, viendo qué es lo que hace falta, ya sea reactivar la electricidad, acabar con los zombies menores que ya había en su interior o tapar las salidas que no cubren las luces ultra-violeta.
Ya de día, era el momento de afrontar el objetivo principal de la misión: infiltrarnos en un laboratorio donde están experimentando con varios zombies especiales. Es una zona protegida por multitud de soldados humanos, y aquí ya podemos ver varias de las mejoras de Dying Light: The Beast. El uso del sigilo y el parkour para rodear a los oponentes será clave, ir reduciendo las fuerzas enemigas poco a poco, y que no nos dejen como un colador.
Y aquí llega la parte algo «curiosa». Al coger un fusil de asalto o una escopeta, todo parecía convertirse en una especie de Call of Duty. El gunplay se ve mucho más satisfactorio y eficaz, con más opciones para combatir a distancia, pero sin olvidarnos del cuerpo a cuerpo. Escuchar en estos momentos cómo, pese a estos cambios, que Dying Light: The Beast no se había convertido en un shooter casi parecía una comedia. ¿El motivo que daban? Las balas siguen siendo escasas… Tras haber vaciado 4 cargadores en soldados normales y dos cartuchos de escopeta seguidos con un zombie que ya estaba muerto.
Los beneficios de ser una bestia
Momentos absurdos aparte, tengo que reconocer que todo se veía increíblemente bien. El parkour se veía tan ágil como siempre, pero con la movilidad mejorada del Kyle zombificado, era posible dar más saltos imposibles, lo que hacía que moverse por la ciudad fuera incluso mejor. Incluso ahora podremos pilotar varias furgonetas, como al final de la demo, cuando había que llevar un bidón a un desguace para atraer a un jefe final.
¿El combate? Ahora también será más ágil, con golpes muy contundentes, y encima con las nuevas habilidades únicas del protagonista para ponerse en modo «berserk». El jefe final se pintaba muy divertido, esquivando golpes y aprovechando el entorno a nuestro favor para darle la vuelta a la tortilla.
Vamos, que Dying Light: The Beast tiene todos los ingredientes para triunfar: una aventura más contenida, un enfoque ampliado en todo lo que funcionaba del original y un gunplay más contundente para dar más opciones con las que luchar tanto contra enemigos como contra zombies. Aún no hay fecha de lanzamiento, pero vaya si no hay ganas de volver a reventar a los no-muertos mientras hacemos parkour con el bueno de Kyle Crane.
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