El año pasado el anuncio de Little Nightmares III fue una de las grandes sorpresas de Bandai Namco. La saga pasaba ahora a manos de Supermassive Games (autores de Until Dawn entre otros), y además ahora nos permitía jugar en cooperativo. Sin embargo, nos quedamos con las ganas de probar como tal el título, para ver qué tal le sentarían ambos cambios, y eso ha cambiado en esta Gamescom.
Como tal, la esencia de Little Nightmares sigue intacta: movernos por tenebrosos escenarios con unos pequeños personajes para los cuales absolutamente todo es gigante. Tanto el cambio de estudio como el añadido del cooperativo no han afectado en nada al núcleo de la saga y por lo que nos tiene a todos enamorados. Lo que me tiene más intrigado es la variedad de escenarios y monstruos, ya que los dos niveles ofrecían experiencias tan radicalmente distintas, que es ese enfoque de cambio de dimensiones lo que puede ser el arma secreta de este Little Nightmares III.
Alguien se ha pasado con los dulces
Empecemos primero con el nuevo nivel, y además el que pude probar en cooperativo. Una fábrica de dulces era el nuevo escenario donde tener pesadillas. Porque las caries no eran suficientemente malas, que toda clase de bichos y una secretaria con aires a Mars Attack eran los encargados de que no viéramos con los mismos ojos a cualquier caramelo. Así que de nuevo, creando pequeñas pesadillas de algo de nuestra infancia, marca de la casa de la franquicia.
El ritmo del nivel es ya el que nos tiene acostumbrados la saga, dejándonos primero con el misterio de qué narices es el sitio en el que estamos, para poco a poco, ir introduciendo al gran monstruo que nos perseguirá a lo largo del capítulo. En este sentido, Little Nightmares III funciona de lujo, combinando zonas de oficinas con mesas y archivadores gigantes por los que escalar, además de mares y mares de caramelos por los que movernos a duras penas mientras vemos a trabajadores esclavizados trabajando a destajo. Siempre con el pensamiento de que cualquier cosa puede salir de entre los dulces para proporcionarnos una más que desagradable muerte, así que nunca nos sentiremos a salvo.
Para poder progresar, había que colaborar entre los dos, y cómo no, evitar que cualquiera de los fuera pillado por la dichosa secretaria. Esto dio lugar a un par de momentos frustrantes por no indicar correctamente hacia dónde debíamos progresar, pero nada que el ensayo-error pueda arreglar. Muchas zonas están separadas por conductos que debíamos abrir entre los dos, logrando que así los dos jugadores estemos siempre juntos.
Siga circulando, secretaria de Mars Attack, que aquí no hay nadie ni bajito ni solo
Los pequeños héroes se mantienen unidos
Durante una buena parte del nivel, era como disfrutar de un nivel tradicional de la saga, pero yendo acompañados. En varios momentos, había que usar las habilidades únicas de cada uno de los personajes: el arco de Low y la llave inglesa de Alone. Básicamente, sirven para activar algún interruptor lejano o romper unos tablones con la llave, pero es efectivo. Además, también puede ser motivo de algunas risas para aligerar el ambiente entre tanta tensión, como al reactivar la electricidad justo cuando el compañero está pasando por el charco anteriormente electrificado.
Estos momentos cooperativos de Little Nightmares III no son excesivamente complejos, pero no le hacen falta. También hay otros momentos donde antes haríamos algo en solitario para protegernos, como coger un fusible luminoso para evitar que unos insectos vengan a por nosotros. De por sí es una sección asquerosa que da mal rollito, pero al tener que ir pegados, tenemos siempre que pensar en nuestro aliado.
Dado que la saga se presta mucho a jugar en compañía, es genial poder compartir estas aventuras ahora con un amigo, y sentir que estamos juntos en esta pesadilla. Así que, el cooperativo es justo lo que necesitaba este Little Nightmares III, y me ha gustado mucho su funcionamiento. Ahora bien, ¿qué pasa si no podemos jugar con alguien?
A ir juntos de la manita antes de que se nos coman los insectos
Las pesadillas también se afrontan en solitario
La otra fase que probé era justo la que vi el año pasado, con la diferencia de que se jugaba en solitario. Así que, ahora tocaba explorar este tétrico mundo post-apocalíptico lleno de arena mientras evitamos a un muñeco gigante de un bebé con la capacidad de convertirnos en piedra. La IA funciona bastante bien, al tener un botón con el que indicamos a nuestro compañero que tiene que hacer algo. ¿Hemos dejado expuesto un botón que sólo se puede activar con el arco pero ahora tenemos la llave inglesa? Lo pulsamos y el aliado hará su función. Incluso será él quien nos indique a nosotros que debemos hacer algo mientras él nos espera en otra parte activando el mecanismo.
Además, siempre mantenía nuestro ritmo, sin tener que preocuparnos porque le pillaran o activara alguna muerte que nos obligara a volver al último checkpoint. Vamos, es casi como jugar en solitario sin un aliado, salvo para estos momentos donde requerimos la fuerza de los dos. Es el mejor resultado posible, ya que los puntos fuertes de Little Nightmares III, como las habilidades únicas , el mayor uso de gadgets (como una especie de sombrilla para planear) o la variedad de ambientaciones, se mantienen intactas pese a ir acompañados por la IA.
Meto palillo, saco plástico. ¡Y así a hacer piruletas sin cesar!
En definitiva, esta toma de contacto con Little Nightmares III no podía haber sido mejor. El cooperativo es muy divertido y es genial compartir una aventura como esta con un amigo, la variedad masiva de entornos y escenarios auguran muchas situaciones tétricas a más no poder, y la diversión no se reduce ni un ápice al jugar en solitario. ¿Y lo más importante? El cambio de estudio a Supermassive Games no ha cambiado las señas de identidad de la franquicia. Así que todos los ingredientes están ahí para que volvamos a disfrutar al máximo de estas pequeñas pesadillas.
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