
No me voy a esconder, la saga Katamari Damacy es una debilidad personal mía. Es por ello que, cuando vi anunciado un nuevo juego de la saga me llevé una gran alegría. Ahora, tras completar su historia principal, vengo a contaros mis impresiones sobre este Once Upon a Katamari.
Para los que no los conozcáis, los juegos de la saga Katamari Damacy, desde su inicio, son juegos bastante absurdos en su planteamiento, pues controlando al Príncipe del Cosmos, deberemos empujar un katamari (una especie de pelota, para entendernos) para hacerlo crecer a medida que se le adhieran los diferentes objetos que encontramos poblando los escenarios, y este Once Upon a Katamari no es una excepción.

Esta mecánica, a priori bien sencilla y tonta, tiene la virtud de ser tremendamente adictiva. Y es que constantemente estaremos viendo objetos que pegar a nuestro katamari, pero no es tan sencillo como acercarnos y que se enganche, sino que tendremos que cumplir con un requisito de tamaño: sólo se nos pegarán los objetos más pequeños que el propio katamari. Por tanto, para hacernos una idea, empezaremos enganchando unas moneditas para terminar incluyendo rascacielos y monumentos a nuestra bola. Y para ayudarnos, por cierto, habrá algunos power up repartidos por los escenarios, como un imán que atrae brevemente a los objetos que se nos puedan adherir o unos cohetes que nos propulsarán para que nos desplacemos más rápido por el escenario.
Además, esta entrega incorpora un nuevo estilo de control pensado para los jugadores que se acerquen por primera vez a la saga. Es más sencillo e intuitivo que el clásico sistema de doble stick, lo que facilita adaptarse a las físicas del katamari sin perder precisión ni la esencia del manejo tradicional. Yo, personalmente, me he decantado por el control clásico, pero para que lo sepáis.

Eso sí, volviendo a la mecánica, comentar que no siempre será exactamente así, por suerte. Y es que si bien es una mecánica adictiva, podría caer en la monotonía con relativa facilidad. Es por ello que los niveles se nos propondrán objetivos variados: enganchar sólo cierto tipo de objetos (por ejemplo, dinero o joyas), alcanzar un tamaño concreto en un tiempo límite o crecer todo lo posible antes de que el reloj llegue a cero (suena muy parecido, pero es algo diferente), «regar» el suelo a nuestro paso en vez de enganchar objetos a la pelota… Vaya, que no es que sean la panacea, pero se agradece la intención de dar variedad al asunto.
Además, en esta entrega viajaremos no sólo alrededor del mundo, sino que también lo haremos a través de diferentes épocas: el Japón Edo, el lejano oeste norteamericano, la Grecia clásica o la prehistoria, por citar algunas de las ambientaciones. Esto hace que haya más variedad, no sólo por los giritos mecánicos comentados hace un momento, sino por los escenarios y los objetos y personajes que encontraremos en ellos. Y es que si bien es un juego bastante alocado y «poco realista» (para sorpresa de nadie), sí que intenta tener cierta lógica interna y encontramos los elementos «donde debería». Por ejemplo, en un escenario con una cocina encontraremos alimentos, mientras que en un mercado al aire libre encontraremos puestos de ropa o baratijas varias, por citar un par de casos. Y lo mismo sucede con «las épocas», claro: en la prehistoria habrá dinosaurios, mientras que en el lejano oeste viviremos la fiebre del oro en nuestras carnes.

Y es que si bien decía que el juego es alocado y poco serio, el juego tiene una personalidad muy marcada, en la que abunda el humor, el exceso y el surrealismo. Todo ello se ve acentuado no sólo por la trama en sí, que es delirante como de costumbre, sino por los personajes, peticiones y situaciones, con algunos diálogos realmente graciosos. Además, el absurdo de encontrar un panda bailando sobre una pelota en mitad de la calle es siempre divertido, nos pongamos como nos pongamos.
Parte de este encanto, claro está, viene por su característico aspecto gráfico, con elementos «simples» y en cierto modo caricaturescos, con personajes poco detallados pero totalmente reconocibles, muchos de ellos con rasgos exagerados. Pese a esta aparente simpleza de colores pastel e iluminación plana, debo decir que el juego es atractivo en lo visual y puede llegar a ser sobrecogedor por la cantidad de elementos y efectos simultáneos en pantalla, con un rendimiento muy estable pese a ello. El otro punto que acentúa el «mamarrachismo» imperante en esta obra es, sin duda, el apartado sonoro: las «voces» son ruiditos, mientras que la música es… bueno, no sé muy bien cómo describir la banda sonora del juego, pero sí que os digo que resulta adictiva y contagia de «buenrollismo» cuando la escuchas. Además, para los que tengan la edición Deluxe (o para los que compren uno de los paquetes disponibles por separado), pueden escuchar una selección de temas de juegos anteriores de la saga con auténticos himnos imprescindibles como Katamari on the Rocks o Boyfriend a GoGo.

Para ir terminando, decir que no se trata de un juego difícil o especialmente exigente. Sí que es cierto que conseguir el mayor rango de cada nivel, completar los diferentes desafíos que pueden incluir y obtener todos los desbloqueables (3 coronas por nivel, regalos y primos del Príncipe del Cosmos) puede ser más complejo, pero por lo general es más un tema de paciencia y ganas que de dificultad per se. Eso sí, os advierto ya: las coronas no son totalmente opcionales. En determinados puntos se nos exigirá tener una cantidad mínima para avanzar, así que es posible que nos toque jugar niveles repetidos o secundarios para poder avanzar en nuestra tarea de restaurar el firmamento.
Por último, comentar que si el juego, aun así, se os queda corto, comentar que podéis jugar al nuevo Katamaribol que, una vez más, se trata de hacer crecer nuestros katamaris… pero esta vez en un modo competitivo, ya sea contra otros jugadores (tanto online como en modo pantalla dividida) o contra la CPU. No es algo que os vaya a cambiar la vida, pero podéis echar unas buenas risas con amigos y familiares.
Conclusión
Once Upon a Katamari es una entrega más de la alocada saga, ni más, ni menos. Es cierto que tiene algunas novedades, pero lo más importante, que es el núcleo del juego, se mantiene intacto y fiel a la esencia, haciendo las delicias de los veteranos y fans de la saga, y siendo un excelente punto de entrada para los nuevos jugadores que quieras dejarse cautivar por el Príncipe del Cosmos, el Rey del Cosmos y sus aventuras y desventuras.
Nos consolamos con:
- Un juego divertidísimo, alocado y que mantiene toda la esencia de los anteriores
- Un juego muy especial en lo visual y sonoro
- La inclusión de nuevas mecánicas en algunos niveles hace que la experiencia se sienta fresca pese a que siempre «hacemos lo mismo»
- Incluye un control simplificado perfecto para los novatos, y el control de siempre para los fans
- La cantidad de contenido (tanto principal como opcional) y el nuevo modo multijugador nos garantizan horas y horas de diversión
- El Rey del Cosmos, siempre hay que mencionar a este gran personaje ❤
Nos desconsolamos con:
- Es un juego que o amas, u odias
- Es posible que tengamos que rejugar determinados niveles, lo que puede acabar cansando un poco
- El modo multijugador es bastante anecdótico, a decir verdad
Análisis realizado gracias a una copia digital proporcionada por Bandai Namco
Ficha
- Desarrollo: RENGAME
- Distribución: Bandai Namco Entertainment Inc.
- Lanzamiento: 24/10/2025
- Idioma: Textos en español
- Precio: 39,99€

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