
Si algún producto audiovisual tiene mechas, aumenta su nivel de espectacularidad. Así lo dictan las leyes de lo molón, y por eso, me choca que en videojuegos sea un género muy poco representado. Por suerte, ahí está Daemon X Machina: Titanic Scion para recordarnos lo increíble que puede ser pilotar grandes y ágiles robots que se enfrentan en épicos duelos donde las balas, plasma y los misiles están a la orden del día.
Tras una primera entrega sencilla pero bastante entretenida, Marvelous Games ha querido ir a lo grande para esta secuela, ofreciendo un cambio de estructura siguiendo la evolución de muchos otros títulos basados en misiones de caza. ¿Un mundo abierto enorme para explorar tanto en solitario como en compañía? Por supuesto. ¿Minijuegos y actividades a cholón para hacer mientras farmeamos o completamos misiones? Podéis apostar por ello. Algunos de estos cambios no hacen que la experiencia sea mejor, pero una cosa está clara: no querremos bajarnos del mecha a poco que nos atrape su propuesta.
Una olvidable guerra muy anime
Si no jugasteis a la primera parte, no vais a tener ningún problema a la hora de saltar a esta secuela, ya que Daemon X Machina: Titanic Scion se ambienta varios cientos de años después. Vamos, que casi podría ser un reboot, con alguna referencia que igual algunos fans muy hardcore entienden, pero nada más. Esto nos permite entrar de lleno en el conflicto entre los Outers y los Reclaimers. Los primeros son los malos más malos posibles, con trajes de negro y una unidad de élite que sabe posar para demostrar que son los más peligrosos y molones del lugar.
Nuestro protagonista, cuyo sexo podemos decidir al empezar la aventura, traiciona a este grupo y se une a los Reclaimers para liberar el planeta en el que nos encontramos. También hay una buena dosis de venganza, revelaciones melodramáticas por parte de ambos bandos, el futuro de una raza en juego y todo en general siguen los cánones de los animes de mechas. ¿La diferencia? Aquí no nos podrían importar menos los personajes o lo que ocurre.
Todo es bastante olvidable, y aunque me apuntéis con el cañón de un mecha, me costaría pensar en un sólo personaje memorable por quién es, y no solo por su diseño. Al menos, me ha gustado que nuestro protagonista no es un cascarón. Tiene voz propia, un pasado directo con los villanos, y su actitud edgy me encanta. Al final la trama no es más que una excusa para ir de misión en misión, disfrutar de las escenas épicas que dan lugar a combates todavía más épicos, y ya. Si queréis algo profundo, para eso tenemos Mobile Suite Gundam y similares, que aquí estamos por las explosiones, y no por el drama.

Con estos diseños y estos andares sincronizados tan molones, por supuesto tenían que ser los villanos
Explorando que es gerundio
Si con la parte de la historia no es que haya habido mejoras respecto al original, no se puede decir lo mismo de la parte jugable, ya que en esencia, Daemon X Machina: Titanic Scion coge todo lo bueno (y lo malo) del original, y lo amplía junto a otras ideas nuevas. La principal es la exploración del mundo. Ya no seleccionaremos una misión desde la base y saltaremos al mapa de turno para la batalla con la que farmear recursos o avanzar en la trama.
En su lugar, disponemos de varios mapas abiertos de gran tamaño para que exploremos a placer. Todos cuentan con múltiples puntos de reaparición, zonas especiales, jefes opcionales de gran dificultad (sobre todo la primera vez que los vemos) y loot que obtener para seguir mejorando nuestro mecha. Así que esta exploración se suma al bucle típico de juegos como Monster Hunter: completar misiones para obtener piezas más poderosas con las que afrontar niveles más complicados, y así hasta el infinito.

Como el combustible del mecha está muy caro, nada como farmear aura con la moto de cuando en cuando
Ahora estas misiones estarán repartidas por el mundo, pudiendo encontrarnos algunas actividades opcionales que nos animarán a explorar los escenarios en busca de secretos o coleccionables con los que seguir personalizando nuestro mecha. Esto pueden ir desde recursos a grafitis o nuevas armas, hasta cartas coleccionables para el sencillo pero divertido TCG que hay integrado en el título. Incluso hay vehículos o animales alienígenas que pilotar para no usar siempre el mecha, ya que ir a toda pastilla hace que consumamos energía, que igual nos viene bien para una pelea por sorpresa en el camino.
¿Funciona esta exploración? A medias. He estado varias horas pateándome el mapa limpiando las misiones que activaba desde la base (donde luego también hay que entregarlas), buscando lugares emblemáticos o desbloqueando los diferentes puntos de viaje rápido. Esto no quita que los escenarios de Daemon X Machina: Titanic Scion están algo vacíos. Pero aun así, el ritmo de exploración, combate, completar una misión (de cartitas, carreras o combate), usar un vehículo random y luego llegar a una base (activada por nosotros o por algún jugador) para seguir a tope explorando me tenía totalmente enganchado.
Es como estar en un MMO, farmeando recursos, viendo qué loot obtenemos, y disfrutando de cada minuto al máximo. ¿Podría haber sido más interesante este mundo? Desde luego, pero este bucle jugable es increíblemente adictivo. Sobre todo al sumar la personalización de nuestro mecha, el Arsenal, ya que como no podría ser de otra manera, es el gran protagonista de la función.

Si hay que ir a la otra punta del mundo por una carta para mejorar nuestro mazo, ¡se va de cabeza!
Quien tiene un Arsenal tiene un tesoro
Absolutamente todo lo que hagamos en Daemon X Machina: Titanic Scion servirá para evolucionar nuestro mecha de una manera directa o indirecta. Ya sea obteniendo dinero o materiales con los que comprar o fabricar piezas, o mejor aún, directamente obteniéndolas. Al derrotar a cualquier otro enemigo robótico, podremos lootearlo para ver qué única pieza nos quedamos, y si nos la quedamos para equiparla en el momento, o si lo mandamos a nuestro taller.
¿Y qué podemos personalizar? Absolutamente todo. El casco, el torso, cada brazo y cada pierna son piezas distintas, pudiendo apostar por un mecha más ligero y veloz, pero que podría durar sólo dos impactos de lleno. O podemos intentar pasar del formato de «exotrajes» de esta secuela, para crear un Arsenal que es un tanque móvil, pero obviamente menos ágil para esquivar ciertos ataques. La decisión está en nuestras manos, buscando siempre min-maxear las diferentes estadísticas, teniendo en cuenta a su vez las diferentes armas que podemos equipar en función de la memoria disponible.

Imposible no presumir de nuestro Arsenal cuando visitamos la base
Es cierto que, así puede parecer algo abrumador, pero Daemon X Machina: Titanic Scion no se convierte en un juego de Excels donde es necesario ajustar todo al máximo o nos destrozarán en cuanto salgamos de la base. En su lugar, estamos ante un título de mechas mucho más accesible, donde ese nivel enfermizo de optimización es posible, pero yendo a por algo más directo que sencillamente nos guste a nivel estético o funcional también es posible.
A todo esto hay que sumar la amplia selección de armas de las que disponemos, ya sean a distancia o cuerpo a cuerpo. ¿Personalización estética? Por supuesto, con pinturas individuales para cada parte, la posibilidad de aplicar calcamonías, o de usar «glamours» para tener un aspecto pese a que no concuerde con las piezas que estamos llevando realmente.
Un elemento más rolero que me pilló por sorpresa es el sistema de habilidades del piloto. Como Outer reformado, podemos usar sus habilidades especiales, que en esencia, son mutaciones. Al acabar con los aliens conocidos como Immortals (aunque de inmortales tienen poco), podremos extraer su ADN. Según las combinaciones que tengamos, podremos mutar en la base para desbloquear habilidades, que pueden ir desde bufos pasivos, a habilidades activas que afectan tanto a nuestra movilidad como a los tipos de armas. De paso cambiamos de aspecto, convirtiéndonos cada vez en un poco más monstruosos… Pero si ese es el precio para lanzar ataques súper poderosos, que así sea.

En mi corazón, estas carreras se llaman Daemon 64
El Arsenal es para usarlo, y el que solo lo enseña es un parguela
Vale, ya tenemos nuestro mecha a punto, y conocemos el amplio mundo junto a su estructura que nos espera. ¿Qué tal el hecho de pilotarlo? Pues ahí es donde Daemon X Machina: Titanic Scion mantiene muchas de las bases del original, pero hace todo algo más dinámico… Sin perder el toque algo «cutre» de muchas propuestas del género. Porque sí, me encanta cómo se juega, pero no hay que olvidarnos del jank que notaremos por cómo se encajan los combos de nuestras armas, que a veces no se nota el peso de los disparos o misiles, y varias cositas así.
En general, la respuesta a los mandos es más sólida que en la primera parte, siendo una delicia tener duelos a toda pastilla mientras esquivamos, lanzamos misiles, disparamos y ejecutamos unos ataques con nuestra espada. Pero no esperéis el juego más pulido del mundo. Lo sigo notando todo muy como en los juegos de antaño de la era PS2, y eso me encanta. Porque aquí el estudio ha ido a por todas, y algunos momentos funcionan increíblemente bien, pero cuando por ejemplo pilotamos un coche o la moto, parece que hemos vuelto al Mako del primer Mass Effect.

¿El plasma debería atravesar el acero? Puede, pero ¿y lo que mola este duelo de espadas?
Lo mejor del juego son los combates contra los jefes finales. Aquí el título muestra su vertiente más espectacular. Ya sea contra bestias monstruosas o contra otros pilotos de mechas con habilidades únicas. Cada encuentro es intenso a más no poder, y por eso me gusta que las misiones de la campaña se centren en este tipo de peleas. ¿Las menores contra minions? Quedan normalmente relegadas para la exploración o las misiones secundarias.
Esto crea un ritmo estupendo, para que seamos nosotros los que determinemos si queremos un pico en la montaña rusa al ir a por otro jefazo, o un valle para relajarnos y centrarnos en personalizar el Arsenal. Otro motivo más para que el título nos atrape durante las 15-20 horas que necesitamos para acabar sólo con la trama principal, con todo el contenido secundario o la opción del cooperativo online sumando fácilmente unas decenas de horas adicionales.

Estos monstruos acabarán con nosotros como vayamos solos y mal equipados… Me lo ha contado un amigo
Cuando el realismo y lo anime se combinaron
En la parte visual, volvemos a tener luces y sombras. Por un lado, artísticamente Daemon X Machina: Titanic Scion me parece de lo más interesante. En vez de apostar sólo por un estilo anime muy marcado para los personajes, han querido combinarlo con el realismo en los escenarios o los propios mechas. El resultado es el estilo conocido como Gekiga, y luce de miedo. Le da bastante personalidad al título, y logra darnos estampas preciosas.
A nivel de rendimiento, pese a que por su aspecto y lo bien que va en PC todo nos haría pensar que la versión de Switch 2 es la ideal para jugar… A medias sólo. Todo está capado a 30 FPS, y hay algún que otro tirón. Nada que nos impida disfrutar el juego al máximo, y con los diversos parches que se han ido publicando desde el lanzamiento, la cosa ha mejorado. Pero hay cierto margen de mejora, y un modo a 60 FPS habría sido lo ideal.

Get Over Here!
Por otro lado, las escenas de vídeo con las que avanza la trama van bien fuerte desde el principio. Ahí es donde también se nota mucho el toque anime, ya que pese a lo insulsa que es la historia, lograrán que estemos hypeados al máximo de cara a cada combate principal, y eso es lo más importante. Ayuda, cómo no, la espectacular música que nos acompañará. Por aquí podéis escuchar toda la OST en Spotify. En esta secuela se han apostado por temas mucho más roqueros, que junto a ciertos tonos épicos, logran crear una sinfonía perfecta para las leches entre mechas que tanto nos gusta disfrutar.
¿Las voces? Quizá lo más flojo, sobre todo si jugamos con el doblaje en inglés. Queda algo «cutre», aunque también tengo que reconocerlo, consigue darle cierto toque de Serie B, que funciona. Por suerte, las voces en japonés siempre están ahí, y en todo momento nos enteraremos de todo gracias a la estupenda localización al castellano de todos los textos. Es un área donde Marvelous está poniendo mucho cuidado en sus recientes lanzamientos, y se agradece.

Que las mutaciones no nos quiten las ganas de bailar en un conciertazo
Conclusión
Está claro que Daemon X Machina: Titanic Scion no aterriza todas las ideas nuevas que añade en esta secuela, con algunas que todavía necesitan pulirse a lo grande. Ya sea meterle más vidilla a sus zonas abiertas, o haciendo que el combate tenga más punch y pierda algo del jank que no ha perdido desde la primera parte. Ahora bien, creo que eso es también parte de lo que hace especial al juego, y en general, a todos los títulos de mechas.
Y en ese frente, Daemon X Machina: Titanic Scion es de los mejores juegos de mechas que los fans del género podemos disfrutar actualmente. Todo un come-horas que, como te haga click, te engancha en su fantástico bucle jugable de exploración, combates épicos y personalización de nuestro Arsenal. Con todas las actualizaciones de contenido que están en camino, está claro que aún nos quedan más decenas de horas en nuestra veloz máquina de guerra. Así que nada de hacer como Shinji, y todos a subirse a nuestros Arsenal.
Nos consolamos con:
- La personalización de nuestros mechas, ya sea en lo visual, el armamento, las habilidades o las mecánicas
- Bucle jugable adictivo como pocos
- Peleas contra jefes finales espectaculares
- Banda sonora cañera y espectacular
- Artísticamente es muy llamativo
Nos desconsolamos con:
- La versión de Switch 2 a veces rasca más de lo necesario
- Al mundo vacío le falta chicha para animarnos más a explorarlo
- El jank es muy notable, sobre todo en lo referente al uso de vehículos
- La historia y los personajes son tremendamente olvidables
Ficha
- Desarrollo: Marvelous Games
- Distribución: Marvelous Games - Distribución por Meridiem Games en España
- Lanzamiento: 05/09/2025
- Idioma: Textos en Castellano y Voces en Inglés/Japonés
- Precio: 69,99 €

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