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Wild Hearts S

En la época donde las portátiles como PS Vita o Nintendo 3DS reinaban, había bastantes alternativas dentro del género de la caza de monstruos. Pero esa variedad de propuestas fue menguando cuando las portátiles desapareciendo, quedándose todo en Monster Hunter y poco más. Al inicio de la actual generación, Omega Force junto a Koei Tecmo trataron de entrar al ruedo con Wild Hearts, que pese a tener algunas ideas interesantes, apenas tuvo un impacto en la comunidad. Pero el lanzamiento de una nueva consola es un buen momento para intentarlo otra vez, así que el estudio vuelve a la carga aprovechando la salida de Switch 2 con el renovado Wild Hearts S.

¿Hay muchas novedades? No realmente, por lo que casi estamos ante un port con una actualización añadida, y de paso, haciendo que la saga vuelva a manos de Koei Tecmo sin rastro de Electronic Arts de por medio. Pero aprovechando que no se habló en su momento del título, es el momento ideal para hacerlo. Así que preparad vuestras construcciones, que hay muchos monstruos que cazar.

El cazador que salvó Minato

Sé que los juegos del género no suelen brillar por su historia… Pero como soy algo rarito, pues siempre me han atraído los títulos que tenían una trama o un worldbuilding interesante para justificar el matar a estas majestuosas criaturas sin parar. Por eso la anterior saga de caza de Omega Force, la infravalorada Toukiden, me gustó bastante. No es el foco de atención, pero había algo de chicha. En el caso de Wild Hearts S… A medias.

Estamos en un mundo donde los monstruos conocidos como kemonos están ligados al clima. Lo van alterando según sus necesidades, y los humanos estamos forzados a sobrevivir. Ahí es donde entran los cazadores, para evitar que algunos asentamientos sean arrasados por los monstruos, y de paso, mantener cierto equilibrio en la naturaleza cuando la cosa se descontrola. Es un concepto la mar de interesante, pero que eso sí, no llega a explorarse en exceso.

Tremenda chapa que nos sueltan los NPCs en el juego

Al final todo va a girar en torno a los problemas de la ciudad principal del juego, Minato. Allí conoceremos a varios NPCs que servirán como las funcionalidades varias del poblado (herrería, tienda, decoración, etc), y tendremos que ir ayudándoles en sus diferentes problemas. A veces nos darán un atisbo de worldbuilding con mucho potencial al hablarnos de guerras con otros países, diferentes conflictos socio-políticos con varias familias de la región… Pero la manera de contarlo es tan insípido, que acabaremos skipeando la gran mayoría de diálogos.

Y es una pena, porque encima Wild Hearts S viene con un doblaje al castellano excelente, con que me gustaría atender a lo que cuentan. Este es uno de los principales problemas del título, ya que le falta carisma en todo lo relacionado con los personajes, la ciudad y la manera de presentar su trama o su mundo. Hay potencial para explorar mucho más, ya sea con los kemonos, o con las misteriosas construcciones de los karakuri, pero aquí todo se queda en una excusa para salir de caza y pedir que nos suelten del brazo lo antes posible para pasar a lo realmente divertido.

Este jabalí no va a seguir el lema del Hakuna Matata

La belleza de la caza de monstruos

El combate en Wild Hearts S es espectacular. Como siempre ocurre en el género, tenemos a nuestra disposición varios tipos de armas, como las clásicas katanas o mazos, a otros más especiales como la garra o el bastón karakuri. Todas tienen combos especiales que las hacen ideales para diferentes estilos de juego.

Personalmente, el arco se ha convertido en mi arma favorito, al combinar el disparo rápido para clavar fechas menos potentes en el enemigo, que luego puedo hacer explotar en cadena con un disparo cargado. La garra también me conquistó, al permitir hacer combos aéreos y movernos a gran velocidad, llegando incluso a usar la mecánica vista en los juegos de Attack on Titan de engancharnos al monstruo y girar a su alrededor antes de hacer un ataque final devastador. Incluso los amantes de los parries verán la sombrilla como su arma favorita, pudiendo parar incluso a una mole del tamaño de un edificio para lanzar un devastador contraataque.

Los ataques aéreos con el arquero nos harán sentir como Ojo de Halcón

Practicar en el muñeco al lado de nuestro campamento es clave para aprender los pormenores de cada juguetito, y me gusta cómo incluso el juego nos anima a ir probando todas las armas para no encasillarnos. Ya sea mediante desafíos, o incluso cacerías con equipo específico ya bien entrada la aventura. Porque al final, cada arma es potente, pero nos permite afrontar los encuentros de maneras muy pero que muy distintas. ¿El elemento común? La capacidad de fliparnos al máximo y sentirnos cómo grandes héroes luchando contra gigantescas bestias.

Quizá es uno de los elementos que han hecho que me guste tanto el combate. Wild Hearts S no busca el realismo o la pesadez de Monster Hunter, sino que apuesta por algo más directo y ligero, pero sin quitar la satisfacción de cada golpe. La estrategia de gestionar la resistencia para hacer las esquivas hace que, si bien podemos cancelar casi cualquier animación, tengamos que ver bien cuándo hacerlo para no comernos golpes que nos quitarán buena parte de la vida. Y ahí es donde entra en juego la otra gran herramienta en el arsenal de todo cazador: los karakuri.

Relajarse es fundamental si queremos ser eficientes en la siguiente cacería

Construyendo para cazar

El elemento distintivo de Wild Hearts S es claramente el de la construcción. Algunos constructos nos servirán para crear elementos por el escenario que nos ayudarán, como torres de búsqueda de kemonos, tirolinas para ayudar en la navegación o incluso nuevos campamentos a los que teletransportarnos.

Hay un límite en el tipo de energía que consume cada karakuri, por lo que no podremos tener infinitos campamentos o estructuras similares. Esto ya nos anima a buscar los puntos del mapa que amplía los límites, para así ir notando nuestro impacto en el mundo. Porque sí, todo lo que construyamos se quedará fijo hasta que nosotros lo destruyamos, por lo que el mundo de cada jugador va a ser muy diferente si realmente aprovechan estas construcciones.

Nos podremos agarrar a los kemonos para hacer construcciones especiales o quitarles la hebra de los puntos débiles

¿Mi aspecto favorito? Cómo se usan en el combate. Los karakuri básicos son de varios tipos, como muelles con los que realizar grandes esquivas y luego lanzar un golpe especial, trampolines con los que lanzarnos por los aires o planeadores para tener un mayor control de las alturas. Esto ya da bastante juego, pero combatiendo contra varios kemonos, nos vendrá la inspiración para combinarlos y crear «combos». Así crearemos grandes barreras con las que parar una mortal embestida, una trampa con la que atrapar temporalmente a un lobo que se mueve más que los precios, o ballestas automáticas que pueden derribar a los enemigos aéreos.

Combinando los ataques normales con estas construcciones, las posibilidades aumentan una barbaridad, y es una gozada cuando al fin tienes el dominio de ambas. Ver la oportunidad perfecta para poner el martillo gigante es increíblemente satisfactorio, y luego acompañarlo de una buena ristra de ataques con nuestro arma es una fantasía.

La gente de Minato depende de nuestro personaje para todo… ¡Incluso para animar la fiesta!

Qué monos son estos kemonos

Los kemonos a los que perseguimos son una parte fundamental de este baile entre monstruos y cazadores. Hay una buena variedad, entre los pequeñitos que son más una fuente de recursos y una pequeña molestia que un reto de verdad, a los seres que realmente son nuestro objetivo principal. Todos se basan en algún animal reconocible, como el erizo, el jabalí, el lobo o varios tipos de aves. Pero a su vez, se aprecia cómo se han fusionado con la naturaleza de varias formas, aprovechándola a su favor a la hora de plantear los ataques.

Todos tienen una forma normal y otra cabreada, acentuando sus diferentes características demoniacas al mismo tiempo que crean preciosas estampas al hacer aparecer árboles, montones de hielo o más elementos naturales. Se añaden nuevos ataques y se vuelven a su vez más potentes, aumentando y bajando el ritmo de los combates para que sean como una danza entre nosotros y nuestra futura presa.

Ha sido un honor, kemono, pero la cacería acaba aquí

Cómo no, atacar diferentes partes hace que obtengamos recursos extra, y veremos físicamente cómo se les caen las colas, las garras o similares, en algunos casos, alterando además sus patrones de ataque. Perseguir a los enemigos por los mapas (a veces huyen quizá demasiado), viendo cómo poco a poco van tambaleándose más, es una muestra de la fiereza del combate, y que ya está todo llegando a su final. Acabar con un remate, como si no quisiéramos matar a la criatura por placer, sino que era nuestro deber, hace todo más honorable… Además de añadir más estilo al juego, para qué engañarnos.

El ritmo al que Wild Hearts S va introduciendo nuevos kemonos, cada vez más desafiantes, y luego va introduciendo sus variantes, es genial, para no sentirnos abrumados, pero al mismo tiempo, picar nuestra curiosidad. Los encuentros más épicos están cómo no, ligados a los avances de la historia, poniéndonos la zanahoria delante como diciéndonos «¿Ves a ese monstruo tan chulo y poderoso? Pues próximamente será tu nuevo objetivo».

Algunas estampas son preciosas

Se caza y se farmea mejor en compañía

Otro aspecto que me ha gustado bastante de este Wild Hearts S es el de la exploración. Los cuatro mapas que visitaremos tienen un buen tamaño para ser amplios, pero no tardar casi una hora en recorrerlo del todo. A su vez, esconden múltiples secretos, como unos pequeños robotitotos de karakuri que podemos encontrar a modo de coleccionable y que sirven para subir de nivel a nuestro compañero cuando vamos en solitario, puntos de reaparición especiales que apenas consumen recursos para poner un campamento o elementos de lore adicionales que dan más profundidad a este mundo.

El farmeo también es bastante importante, ya que si queremos construir nuevas armas o armaduras, nos tocará encontrar toda clase de materiales. Esto implicará cazar varias veces a los kemonos más poderosos… Quizá demasiado. Creo que se podría haber equilibrado algo mejor el farmeo, ya que llegado ciertos puntos de la aventura, necesitaremos sí o sí un equipo de calidad o nos aniquilarán mientras sentimos que hacemos cosquillas a los kemonos. Esto frena algo el progreso que por lo general es bastante bueno, y nos obliga a farmear.

Hay que crear una buena red de cobertura para triangular bien a los kemonos

Esto es común en el género, y es cómo no el objetivo principal en el tramo final del juego, pero tener que empezar desde cero cada arma para poder ir por sus diferentes ramas elementales, se me antoja algo cansino. ¿Por qué no poder empezar en algún punto intermedio? Si se pidieran menos materiales o si hubiera más formas de cambiar el elemento de un arma, igual no me parecía tan pesado este punto. También ayudaría que explicaran mejor algunas mecánicas para obtener materiales, como el domesticar pequeñas criaturas o añadir algunas construcciones en los mapas que dan recursos con el tiempo.

Pero obviamente, ahí entra el online, ya que para todo esto, siempre nos lo vamos a pasar mejor con amigos. Aquí Wild Hearts S tiene otra mejora importante, ya que el online pasa a ser de hasta 4 usuarios, frente a los 3 de las versiones de PC, PS5 y Xbox Series X/S. Me ha gustado mucho lo fácil que es crear una sesión con amigos, avanzando todos en nuestras respectivas historias, o incluso avisando si alguien va más atrasado para que no entre donde aún no debe. ¿Queremos simplemente ayuda? Podremos pedir asistencia o darla seleccionando un kemono desde el menú, y listo. En estas semanas los servidores están bastante activos, por lo que hay cazadores ayudándose constantemente a acabar con las presas más duras.

He acabado en sesiones de varias horas, pasando de ayudar a ser ayudado, en una cacería tras otra mientras conseguía los materiales que necesitaba y me volvía cada vez más fuerte. Es un bucle jugable muy adictivo, y todas estas mejoras de calidad de vida para jugar con más gente ayuda mucho a que nunca nos sintamos solos frente a los kemonos.

Por ahora la comunidad está bastante activa y no dudará en ayudarnos en las cacerías más desafiantes

La parte fea de la caza

Pasando a los aspectos técnicos, aquí Wild Hearts S nos da una de cal y otra de arena. Está claro que Omega Force ha bajado ciertos aspectos respecto a las demás versiones para que el rendimiento sea lo mejor posible. Lo notaremos rápidamente al ver algunas texturas muy, muy planas y que desentonan algo con la estética global del juego. Eso por no hablar de los dientes de sierra que hay en ocasiones. ¿Estos sacrificios son suficientes para que todo se mueva fluido? A medias. Los 60 FPS no se consiguen casi nunca, pero al menos, todo se mueve lo suficientemente fluido (a unos 40-45 FPS) para que no sea un obstáculo adicional entre nosotros y el kemono al que estamos dando caza.

Y sobre esa reducción visual, sí, hay momentos en los que el juego es algo «feo», pero creo que lo compensa con creces con su apartado artístico. Los mapas y los kemonos son una auténtica preciosidad, creando algunas estampas que son una locura. Luchar en un campo de flores para ver cómo un kemono hace crecer un árbol gigante y salen mucho más efectos es sencillamente mágico.

La épica banda sonora acompañando durante los encuentros ayuda mucho, entrando en un crescendo muy evidente al activarse el modo Furia de los kemonos. Los elementos visuales y sonoros acompañan a la perfección, y al sumar el genial doblaje al castellano, se consigue un título que, pese a no ser perfecto, logra entrar por los ojos y oídos.

Al ir en solitario, el robotito Tsukumo nos ayudará y será sorprendentemente eficiente… Pero no tanto como otros cazadores humanos

Conclusión

Wild Hearts S ha sido una sorpresa mayúscula. Al no hacer mucho ruido en su momento, me esperaba un juego más bien olvidable, y en su lugar, se ha convertido en uno de mis juegos favoritos de caza de monstruos. No entiendo cómo pasó por debajo del radar de tanta gente, porque es una joya. Sí, me ha faltado un poco más de carisma a nivel de historia o personajes, pero en todo lo jugable es divertido, adictivo y con un potencial tremendo para seguir explotando sus únicas mecánicas.

La combinación de un sistema de combate ágil con las construcciones es genial, y aporta algo fresco que se aleja de lo ya visto en Monster Hunter al mismo tiempo que bebe claramente de él. Necesitamos más propuestas así en el género, y ojalá esta versión de Switch 2 sirva como prueba de que la saga debe continuar. Una secuela con más armas, más kemonos y más karakuri, puliendo algo las construcciones y equilibrando más la progresión o el daño de los monstruos, y tendríamos un juegazo como la copa de un pino.

Me alegro de haber descubierto al fin este Wild Hearts S, ya que se ha convertido casi en mi nuevo juego de confort. Ese al que volver para una cacería con la que desconectar y seguir disfrutando de sus vibrantes encuentros. Si tenéis una Switch 2 y os gusta el género, dadle una oportunidad, ya que seguro que os va a sorprender.

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  • Armas muy variadas con combos rápidos y contundentes
  • El sistema de construcción de objetos durante el combate
  • Artísticamente es una delicia
  • Multijugador muy accesible y con una comunidad bastante activa
  • Historia y personajes increíblemente olvidables
  • Picos de dificultad que frenan el progreso para obligarnos a farmear
  • Se notan los recortes visuales y aun así, no llega a 60 FPS estables
  • Algunos combates se alargan más de la cuenta con tantas huidas de los kemonos

Análisis realizado gracias a un código para Nintendo Switch 2 ofrecido por Koei Tecmo.

Ficha

  • Desarrollo: Omega Force
  • Distribución: Koei Tecmo - Formato físico en España por PLAION
  • Lanzamiento: 25/07/2025
  • Idioma: Textos y Voces en Castellano
  • Precio: 59,99 €

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