Sin venir a cuento, sin tener ningún film canceroso de Michael Bay al que hacer promoción, Activision y Platinum Games unen dinero y talento (en ese orden) para lanzar al mercado un juego tan inesperado como, para muchos, irrelevante. Transformers Devastation es uno de esos videojuegos necesarios; uno de esos productos que contentan a un determinado público. En este caso concreto, hay un enorme y numeroso ejército de treintañeros y cuarentones gritando alto y fuerte ahora mismo; babeando y alucinando porque una de sus sagas icónicas de su infancia vuelve a revivir en un videojuego vibrante y vistoso, con un estilo gráfico chapado a la antigua (mezclado con el siempre agradable Cel-Shading) que les provoca una felicidad parecida a si Optimus Prime les arrancase los huevos y se los hiciese comer tras ser aplastados por sus enormes y metálicos puños.
No amigos, este juego no es para todo el mundo. Quizás tú has crecido con Las Tortugas Ninja de Nickelodeon; nosotros no. Quizás nunca puedas entender lo que significa este juego de Transformers si no te has levantado a horas intempestivas 30 años atrás; seguramente ni habrías nacido. Y para rematarlo todo, está detrás Platinum Games, los dueños y señores de los juegos de acción que reafirman una vez más, que el estudio nipón no se sustenta únicamente con el espléndido y firme culo de Bayonetta y que su particular estilo tiene cabida también en el universo de Cybertron ¡Y menudos resultados!
Al contrario que la anterior colaboración entre Activision y P* llamada Legend of Korra, Transformers Devastation es un juego mid-budget (de presupuesto moderado) que igual se queda corto en algunos aspectos y nos da la sensación que se va al low-budget o bajo presupuesto. Analicemos esta “heroica tontería” que toda persona nacida en la generación de los 70 y 80 debería jugar.