Desconsolados

Clawpunk

Los juegos de estilo run and gun al estilo de Metal Slug me encantan. Ir pegando tiros o golpes, mientras saltamos y reventamos a los enemigos siempre será divertido. Sin embargo, este tipo de juegos no son tan frecuentes hoy en día, quitando alguna excepción que viene principalmente de los estudios indies. En este aspecto, Broforce al introducir la destrucción del escenario le dio un toque más caótico a la acción. ¿Siguiente paso? ¡Fases infinitas! Con los rogue-like como bandera, esta es un poco la propuesta de Clawpunk, el cual me ha sorprendido michi más de lo que me imaginaba.

Porque sí, estoy de los rogue-like un poco cansado. Entiendo su atractivo, pero repetir constantemente lo mismo no es que me entusiasme demasiado al morir rápidamente esperando a desbloquear la mejora de turno. Y pese a esto, la propuesta de Kittens in Timespace ha logrado engancharme, al saber enfocar la propuesta como un arcade de los de antaño. Niveles rápidos, furiosos y pidiendo que echemos otra moneda para iniciar una nueva run o continuar justo donde nos habían matado, para que la rebelión felina nunca llegue a su fin.

Abajo las corporaciones y arriba los michis

En un retro-futuro muy cyberpunk, las corporaciones han mandado todo a la mierda para sorpresa de nadie, por lo que le toca a una resistencia liderada por 9 felinos el acabar con el mal, incrementar sus filas y poco a poco hacer de nuestra base un nuevo hogar colectivo. Vamos, que la historia importa un comino, porque a Clawpunk hemos venido a liarla parda.

En vez de seguir una estructura clásica de rogue-likes de pasar por varios biomas, tendremos para elegir 4 destinos. ¿Completamos todos? Se desbloquea el mundo final, y así tenemos una run entera. Cada «mundo» nos planteará unas 10 fases, donde siempre tenemos la meta de descender para profundizar cada vez más en la guarida de los malos, con un combate con un mini-jefe entre medias y el jefazo de turno para rematar la zona… Los cuales tampoco es que ofrezcan combates muy memorables, todo sea dicho.

Así que esto ya crea una dinámica bastante diferente respecto a otros rogue-likes, al tener que planificar el plataformeo y el combate de manera descendiente, en vez de ascendente. Puede sonar a algo nimio, pero es sólo el primer elemento con el que Clawpunk clava sus garras y no nos suelta durante bastante tiempo. Sobre todo al combinarse con el otro elemento central del título: la destrucción.

Si habéis jugado a Broforce, no os va a pillar por sorpresa su funcionamiento, con prácticamente todas las casillas pudiendo sucumbir a nuestros ataques cuerpo a cuerpo y a distancia. Si sumamos los elementos explosivos y elementales (como el fuego, la electricidad o el ácido), podemos crear grandes reacciones en cadena, usando las físicas y la destrucción a nuestro favor para acabar con ejércitos enteros de un solo maullido.

Ver como todo revienta a nuestro paso es increíblemente satisfactorio

Un gato no para, que para algo tiene 9 vidas

Absolutamente todo en Clawpunk nos anima a ir a saco en las fases, con un sistema de combos para aumentar nuestra puntuación (reforzando una vez más su naturaleza arcade) y esta destrucción constante que iremos sembrando a nuestro paso. Cada bioma tiene tanto enemigos como obstáculos y elementos únicos, lo que hace que se diferencien rápidamente no sólo en lo visual, sino también en lo jugable.

Por ejemplo, las alcantarillas están a oscuras, y el elemento principal es la electricidad. Por otra parte, en el bosque los zombies y animales mutados estarán a la orden del día, junto con el ácido, que se esparce casi como las llamas en los Worms clásicos. Es muy divertido planificar una ofensiva, para luego ver que todo va a saltar por los aires, con que nos toca improvisar, descender más rápido de lo que esperábamos, lo que a veces nos lleva a un grupo de enemigos a los que seguir matando, o a una zona segura donde reponer la munición o acceder a la ocasional tienda que aparecerá.

El ritmo es frenético, y el combate es muy satisfactorio. Se nota la pegada tanto de la patada como del ataque cuerpo a cuerpo, matando de uno o dos golpes, o notando el retroceso de las armas más pesadas… Según el gato que controlamos. Porque ese es otro aspecto novedoso de Clawpunk respecto a otros rogue-likes. La salud de nuestro personaje se mide por las 9 vidas que tiene un gato (en países anglosajones no son 7 vidas como aquí), recuperando una con el pescado, como marcan los cánones felinos.

¿Morimos? No será el fin de la partida si todavía quedan camaradas que nos tomen el relevo, empezando desde el inicio de la fase, pero con toda la destrucción y enemigos aniquilados manteniéndose. Incluso si es en mitad del jefe final, la salud se mantiene, con que por pura insistencia, podremos lanzar michis contra el monstruo hasta que al final sucumba.

Aquí Cat Fisher, preparado para otra infiltración entre zombies y cámaras de seguridad

Un ejército felino cada vez más fuerte

Como ocurre en los rogue-lites, hay una capa de progresión tanto dentro de una run como a nivel global. Dentro de una partida es bastante obvio, al tener diferentes habilidades que vamos desbloqueando (como hacernos invisibles a las cámaras que atraen enemigos), o el dinero con el que comprar cosas en las tiendas repartidas por los niveles. ¿Entre partidas? Tenemos de dos tipos. Por un lado, uno de los principales atractivos de Clawpunk, que es desbloquear a cada uno de los 9 gatos que acabarán formando nuestro felino escuadrón suicida.

Además, si rompemos los monitores o exploramos, encontraremos monedas moradas, que sí se mantendrán entre partidas. Con ellas podremos ampliar el número de granadas de las que disponemos, tirar de la ruleta en la base, desbloquear a otros compañeros antes de tiempo o revivir a los caídos en combate entre biomas. En vez de servir como vidas extras y ya está, cada gato se comportará de manera totalmente distinta, lo que nos obligará a adaptarnos constantemente según al que controlemos.

Por ejemplo, el michi inicial tiene un doble salto y es súper rápido para matar con su katana de cerca, mientras que una gata con una guadaña-guitarra es más lenta, a cambio de un rango de ataque mucho mayor o incluso poder lanzar su arma. Todos pueden usar al final las armas de fuego (con munición limitada) o la habilidad de empujar tanto enemigos como objetos, pero esas diferencias en su movilidad o los tipos de ataque cuerpo a cuerpo le dan una gran variedad a la jugabilidad.

En la base podremos aceptar encargos, como aquí ayudar al no-Husk a recuperar su «Love in a bottle!»

Un arcade clásico, pero con espíritu moderno

Gracias a esta progresión tan básica, y donde relativamente pronto tenemos ya bastantes de las mejoras importantes, empecé a ver Clawpunk más como un arcade, y la breve duración de una run exitosa apoya esta idea. Elegir el nivel que queramos, empezar a causar destrucción con nuestro gato favorito, y luego ir «gastando monedas» para usar a los demás gatetes según vayamos muriendo, y continuando hasta que al final o ganamos o nos quedamos sin fichas para seguir.

El aspecto audiovisual refuerza mucho esta sensación de estar ante un recreativo perdido que ha vuelto. El píxel art es duro pero atractivo, pudiendo apreciar la destrucción del entorno para notar nuestro paso por cada escenario. La música también es machacona para animarnos a ir súper rápido, y tratemos de obtener la mayor puntuación posible en cada fase.

En general, lo único que quizá no me ha terminado de convencer es la legibilidad de ciertos elementos, sobre todo cuando empiezan las explosiones. A veces hay un caos de píxeles con los que cuesta ver las balas, enemigos y nuestro propio gato. No es un problema todo el tiempo, con que a veces causar demasiado caos es hasta divertido.

Esta araña algo me dice que no nos va a convertir en Spider-Cat

Conclusión

Es cierto que tenemos rogue-likes a punta pala, pero Clawpunk logra diferenciarse de los demás gracias a su original estructura, que acercan más el título a los arcades de antaño que a los rogues modernos. Pero todo con un diseño más explosivo, para que cada run sea un sinfín de espadazos, tiros y explosiones mientras luchamos contra las corporaciones un zarpazo tras otro.

Este enfoque, ideal para partidas cortas, es lo que me ha terminado por enganchar, y me ha supuesto un soplo de aire fresco dentro del género. Es cierto que visto de esa manera, no creo que vaya a ser un rogue de muchísimo recorrido, pero mientras dura, es una fiesta de saltos, espadazos y destrucción que nos enganchará de lo lindo.

8

Análisis realizado gracias a un código para Steam ofrecido por Megabit Publishing.

Ficha

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