
Era junio de 2020 cuando PlayStation presentó en sociedad los juegos que acompañarían a su nueva y flamante PS5. En ese evento se presentó en sociedad Project Athia, la nueva exclusividad consolera entre de Sony y Square-Enix (que también llegaría a PC) de la mano del nuevo estudio Luminous Productions. Esta nueva división iba a ser la encargada (casi por castigo) de exprimir al máximo uno de los motores gráficos más potentes, pero también, con más problemas para sacar proyectos adelante – hola Final Fantasy XV, te saludamos –, menudo reto.
Project Athia no pintaba nada mal, de hecho, nos recordó mucho a una demo técnica que Square-Enix presentó hace ya más de dos lustros titulada Agni’s Philosophy. Dicha demo mantenía un montón de reminiscencias con Project Athia y estoy bastante convencido que esta plantó la semilla de lo que hoy conocemos como Forspoken. A medida que la nueva joya de la corona de Square-Enix comenzó a mostrar elementos de la historia o el combate, el populacho se desencantó y dos retrasos después, se fraguó el divorcio entre el prometedor estudio y el jugador potencial de esta aventura. El Luminous Engine había vuelto.
Ni con la reciente demo ni su posterior actualización volvió a surgir el amor, emergió en redes sociales el enésimo vórtice vicioso-negativista y Forspoken ha quedado como un juego muy prometedor que se ha golpeado contra su propia inmensidad. Sin ningún tipo de duda, el título necesitaba más tiempo para pulir ciertos aspectos, aun así, Forspoken hace muy bien lo que se propone y Athia cumple sobradamente con su premisa. Si aún tienes curiosidad, toma nuestra mano porque acompañamos a Frey en este enésimo isekai preciosista.
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