Hace 11 años se publicaba uno de los juegos que cambiarían mi vida para siempre. NieR Gestalt/Replicant se presentó en mayo de 2009 sin apenas detalles, ni director, ni nombre oficial… tan solo algunas imágenes de su protagonista y algún que otro bicho feo de por medio. No fue hasta el E3 de ese mismo año donde Square-Enix presentó en sociedad NieR (a secas) que llegaría para las consolas PS3 y Xbox 360 en 2010.

El tráiler, cutre como él solo, mostraba un “gameplay” oxidado y un apartado artístico bastante impropio de la tecnología que las consolas montaban en la época. También se hizo oficial que CAVIA, equipo encargado del denostado Drakengard, repetiría en esta nueva aventura de acción. Y entonces todo se fue a la mierda, la atención popular se disipó y solo quedamos vivos los cuatro raritos que disfrutábamos de las bizarradas nicho y los dos fans de Drakengard que seguían vivos.

Pero me enorgullece ser parte de ese grupo que abrieron los ojos al mundo y mostraron las bondades de un juego que, sí, técnicamente era una castaña, pero que guardaba en su interior algo especial, algo meramente existencial. Hoy, NieR cuenta con una secuela que ha vendido cinco millones de copias, un juego para móviles llamado NieR Re[in]carnation, una precuela de Drakengard y una nueva y mejorada versión del título que lo cambió todo. ¡Misión cumplida!

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