Hoy nos toca analizar un juego que había levantado cierta expectativa durante su desarrollo pero que, como si por un truco del Mag Lari se tratase, se ha ido diluyendo a medida que se acercaba su lanzamiento. Estos movimientos nunca son un buen presagio y, reacio a ver lo evidente, me he dispuesto a salir de toda duda (por aquello de «si no lo veo, no lo creo»).
El shooter en tercera persona es el género explotado por excelencia en la presente generación, y solo aquellos que realmente aporten algo al género son dignos de elogio y de ser recordados en nuestros queridos corazones. Casos como Splinter Cell, Army of Two, Vanquish o los maravillosos Gears of War o Uncharted son claros ejemplos.
Conocedores de ello, la gente de Square-Enix, a través del desaparecido estudio Feelplus (descanse en paz), se atreven a adentrarse, una vez más y después del descafeinado Front Mission Evolved, en un terreno desconocido para ellos, y sabiendo lo que acabo de mencionar introducen una idea aparentemente buena, añadiendo a los tiroteos el “hackeo” de mentes para controlar sus cuerpos. Puede que no sea una idea innovadora, ya que los más veteranos recordarán hace una década un juego llamado Messiah u otro de GameCube llamado Geist no tan lejos, aunque sí pretendía inyectar un soplo de aire fresco a este género sobre explotado.