Micro-relatos concurso Dead Space Xbox 360

    Enviado por Victoria Diaz

    ¿Conocéis esa sensación de tener alguien justo detrás de ti, en la que tú piensas que por un momento, al darte la vuelta te enfrentaras a algo desconocido?
    Mi historia habla de esa sensación, y de cómo se puede volver muy real…
    Todo comenzó un fin de semana , unos amigos y yo decidimos ir a una casa rural que ahora está de moda, así que llegamos en autobús tras tres largas horas de viaje, y nos encontramos una casita pequeña pero acogedora, Patxi, saco la Wii de la mochila y empezó a prepararlo todo para echar unas partidas al monopoly, Faus en cambio que es un hombre de acción, prefirió prepararlo todo para pasar una noche de miedo así que conecto la ps3 y saco la demo de Resident Evil 5. Yo no sabia por donde empezar así que fui a mi cuarto para acomodarme en “ esa noche loca”, mientras estaba en el cuarto comencé a escuchar un pow pow irregular, que cada vez se hacia mas fuerte, el ruido venia de la habitación de al lado, mi curiosidad me hizo acercarme a aquella habitación, mientras escuchaba como mi corazón se aceleraba y mi respiración se volvía mas irregular, me encontraba en el marco de la puerta y seguía escuchando pow pow una vez dentro vi una televisión encendida y de ahí procedía ese ruido me acerque para ver que era y entonces lo sentí, ese sudor frío recorriendo mi cuerpo como si alguien estuviese detrás de mi, acechando…me daba miedo girarme pero pensé “ es todo producto de tu imaginación no pasa nada aquí no hay nadie tranquila…” cuando me di la vuelta descubrí en la oscuridad de la habitación una sombra, me puse a gritar y la “ sombra” se puso a gritar conmigo , eso me asusto mas todavía así que encendí la luz para descubrir a Perditah con el mando de la Nes en la mano y con cara de susto, mire inmediatamente el televisor y vi que el pow pow venia producido por la Nes que tenia puesto el Super Mario y se había quedado atrapado en un Bug inmenso. Perditah se había apuntado a última hora y nadie sabía nada. Al final acabamos todos jugando a la wii de Patxi porque después de lo ocurrido nadie quería pasar mas miedo. Fin.

    Enviado por Ivan (1ª Presentada)

    Como muchos sabreís mi nombre es Telo Thomas, ex agente de la C.I.A. Perdí mi puesto en la agencia debido a una serie de oscuros incidentes que pasarán hace ya unos años. Mucha sangre cayó sobre mis espaldas. En esa época era una persona débil, fácil de engañar, con lo que cargué con el peso de la culpa y me echaron de la agencia.

    Pero de esto han pasado ya más de cuatro años, y ahora yo, Telo Thomas, he cambiado. Antes era como si alguién me manejara con una especie de mando de consola. Era una especie de locura, sólo obedecía órdenes que llegaban a mi cabeza, como si estubiese poseído por otra persona. A veces esas órdenes erán super lógicas y acertadas, pero otras era como si ese «mando de la consola» lo manejara un niño de 8 años. Todavía recuerdo el olor a alquitrán de todas las veces que besaba el asfalto, y una vez tumbado, siempre escuchaba esa musica que sale en los videojuegos de GAME OVER.

    Pero he vuelto, ya no me dan órdenes, sólo tengo odio en el cuerpo, quiero venganza y limpiar mi nombre. Parece que ese veneno que tenía dentro ha dejado de existir. La única duda que tengo es: volveré a sentir como me manejan ? Espero que no.

    Violadores y exconvictos que han sufrido en sus carnes los experimentos de cientificos cuya identidad no existe vagan por las calles ahora mismo. ¿Pero de que forma? son mas monstruos que personas, no razonan, solo matan.

    Ahora se quienes son los policias, agentes del F.B.I. y de la C.I.A, corruptos que han ocultado los hechos inculpando de los horribles asesinatos a sus propios compañeros haciendoles caer en la locura incluso.

    Pagaran por ello!

    The end!

    Enviado por Omar Valle (1ª Presentada)

    Hace unos cuantos años, en un instituto se había instalado una rampa para que una chica con problemas fisicos pudiese acceder al centro, la chica en cuestion se llamaba Marta, semanas despues la ayaron en uno de los baños muerta, Marta era una chica muy misteriosa, nadie sabia en que pensaba y daba la sensación de que les ocultaba algo.
    Pasados unos años habia una chica llamada Lucia, Lucia era la tipica bromista que no temia a nada, un día del mes de mayo se les ocurrió la disparatada idea de llevar a cabo un ritual, habian circulado por el instituto rumores sobre el ritual, decían que así verian momentaneamente a Marta la paralítica.
    Sus otras amigas no quisieron participar en el acto satánico (aunque Lucia sabia que todo eran chorradas sin sentido), a la hora del patio se empezaron a escuchar gritos, cuando el profesorado acudio encontraron a Lucia en estado grave en el suelo, manchada de sangre, pero la policia no encontro el arma, ella tenia un tajo en el cuello…
    Ya en el hospital Lucia le contó a una de sus compañeras que habian hecho el ritual, y Marta habia aparecido, en su silla con un cuchillo y la habia atacado, por supuesto nadie la creyó allí, pero a partir de ese día empezaron a ocurrir acontecimientos macabros, se veian sombras en los pasillos durante el día, aunque no hubiese nadie por los alrededores, y el baño de las chicas quedo inutilizado para siempre, desaparecía el papel higienico y comenzaron a aparecer pintadas rojas (similar a sangre de animal) con mensajes amenazadores… hasta que un día… aparecio en la fachada del centro unas letras de 2 metros cada una, estas rezaban… ACABARÉ LO QUE EMPEZÉ

    Lucia murió horas despus al atragantarse con su propia lengua…

    FIN

    Enviada por Segmentation Fault (1ª Presentada)

    Despierto sumergido en mi tos enfermiza. Cada músculo de mi cabeza palpita, doliente, intentando recórdar dónde estoy. Los ojos me arden. Están hinchados, puedo sentirlo. Intento abrirlos lentamente, pero mis ojos, entumecidos y maltrechos queman como el diablo. Noto miles de agujas clavadas en ellos. Es horrible. Duele. No veo nada. Tardo unos segundos hasta descubrir que no hay luz. No estoy ciego. Cierro los ojos y el dolor se atenúa. Un alivio.

    Despierto sudando. Espero que esta vez sea sudor. Me siento con más fuerzas desde la última vez que desperté , aunque no podría decir cuánto tiempo hace de eso. Un haz de luz penetra por lo que parece ser una ventana atrancada con trozos de madera. Intento alzar la cabeza y veo mi cuerpo atado en piernas y brazos. El uso de la poca fuerza que me queda es inútil para librarme de mis ligaduras, sólo consigo cansarme. Espero. La debilidad deja paso al sueño , que se apropia de mi.

    Despierto tosiendo, aunque esta vez no parece tan horrible. La luz decayente del atardecer me indica que está a punto de anochecer, aunque dudo del día. Me sobresalto al verla a una mujer a mi lado. No la reconozco, aunque , de algún modo, me resulta familiar. Intento decir algo pero de mi boca sólo sale un quejido lastimero.
    «Oh no, no intentes hablar» Dice ella con la voz más templada que he oído en mi vida. «Te hemos atado por tu seguridad, para que no te lastimes». La miro sin entender nada. «Deberías descansar, de nuevo, buenas noches pequeño príncipe», y la oscuridad se cierne de nuevo, con un dolor que todo lo abarca.

    Despierto. Me está costando respirar. ¿Me lo he imaginado?. La cabeza me duele, mucho. Noto algo mojado en mi frente. Espero, oh Dios, espero que sea agua. Intento liberarme futilmente de mis ataduras de nuevo. La fricción de las cuerdas me queman la piel. Creo que estoy desnudo en esa mesa fría, en ese potro de torturas, aunque no podría decirlo. No noto frío alguno y ni siquiera puedo mirarme los pies. Deben haberme atado la cabeza también. No entiendo qué ocurre.
    No sabría decir si estoy llorando. No siento nada en los párpados. Ni siquiera puedo sentir mis extremidades. ¿Estoy moviendo los dedos? Maldita sea. ¿Qué está pasando aquí? Cierro los ojos. Mi parpadeo se me hace eterno. Levanto los brazos lentamente. El peso duele. Me incorporo con esfuerzo y me fijo en la puerta; Abierta. Tropiezo infinidad de veces. Resbalo. El dolor es soportable, porque puedo ver el final, la salida, el Edén. Cualquier cosa será mejor que estar aquí.

    Apoyo la mano en el marco de la puerta y allí veo a la mujer de antes, esperando paciente, con un mazo ensangrentado entre las manos. No entiendo su expresión amorosa. Con dulzura me dice «Oh no. Esto se tiene que acabar. Cada vez que te aflojamos las ataduras, haces lo mismo», con un gesto perverso y fulminante veo el borrón de acero acercándose a besarme.

    Y la oscuridad me abraza, otra noche.

    Enviada por Ivan (2ª presentada)

    Llega el día, Paco se traslada a su nuevo apartamento, sorprendido del encanto que tenía ese antiguo edificio.
    Al entrar lo primero que veía era su anchisima escalera, parecía que no tenia fin, y que desembocaba en un ancho pasillo el cual junto con las habitaciones tenía decoracion barroca.
    Camas con dosel, la bañera con patas de bronce….todo estaba en armonía.

    Un día, después de varios años de vivir en aquella casa, se dio cuenta de que una parte del armario del salón no coincidía en profundidad con el resto, e investigando descubrió que el armario tenía un doble fondo.

    De él sacó varios objetos viejos, una lampara de mesa, un album con fotos, un peine,y un pañuelo finamente bordado entro otras varias cosas …pensó que estaban demasiado estropeadas para aprovecharse y las tiró.
    desde ahí empezaron sus problemas.
    Cada día al acostarse se encendían las luces de la casa, al cocinar se apagaba el fogón y cuando colocaba la ropa esta salía disparada por todo el salón, los grifos goteaban y por la noche se escuchaba lo que parecia la voz de alguien lamentandose.

    -¿Por qué t……(pero no era a entender lo que seguia en la frase)

    Un día colgando la ropa,sintio como unas manos le empujaban al vacío, a la vez que oía de nuevo esas palabras.

    -¿Por qué t…..

    Gracias a los cordeles del tendal no se cayó, pero desde esa vez nunca más se asomo al balcón.

    Llamo a un cura para que bendijera la casa, pero cuando entró en ella empalideció, empezó a vomitar y salió corriendo escaleras abajo gritándole a Paco que se dejara de tonterías y abandonara la casa.

    Paco pensó que estaba enloqueciendo, oía continuamente los lamentos por la noche y las palabras que susurraban en sus oídos

    -¿Por qué t…..

    Un día los cristales empezaron a romperse y los cuadros a descolgarse de las paredes, Juan salió aterrorizado de la casa y al bajar la escalera a la carrera, tropezó y se cayó, rompiendose el cuello contra el ultimo escalón.

    Es ahí, mientras caía, cuando oyó con toda claridad el resto de la pregunta.

    -¿Por qué te deshiciste de mis cosas?

    Enviada por Omar Valle (2ª presentada)

    La noche… esa oscura sombra que cubre la tierra.
    Abrí los ojos, miré a mi alrededor… nada, no habia nada, solo una penetrante oscuridad que llegaba hasta lo mas profundo de mi ser.
    Intente situarme y recordar lo ocurrido en la noche anterior, pero mi mente era un torbellino de emociones, me sentia feliz, sorprendido, aterrado… no sentia frío, ni calor y tenia frío y calor al mismo tiempo.
    De repente escuche un debil sonido, me giré, pero no sabía hacia donde mirar, hasta que logré avistar algo.
    Un punto oscuro a lo lejos, más oscuro incluso que la nada que me rodeaba, no sabia que hacer, ¿huir?, ¿pedir auxilio?.
    En el mismo momento que decidi acercarme comprobar quien o que era ocurrió, la oscura manacha comenzo a correr, a tomar una forma… primero las extremidades (unas patas peludas y viscosas), mas tarde el cuerpo (un cuerpo descompuesto), por ultimo la cabeza… entonces lo ví, era el lobo que aparecia en mis sueños, antes blanco como la nieve, ahora oscuro como la noche.
    No me lo pense dos veces y heche a correr, no sabía a donde, pero tenia que alejarme de ese malefico ser.
    Nada más comenzar a correr comprendi que no tendria ninguna posibilidad de escapar. Entonces se materializo un objeto en mi mano, una especie de arma, sin pensarmelo dos veces me gire y aprete el gatillo, una especie de enerigia de luz salido del artilugio e impacto contra una de las extremidades de la criatura, pero de nada sirvió, se detuvó momentaniamente y volvio a hehar a correr, a pesar de solo tener tres patas, me alcanzó, comenzo a devorarme pero no sentia ningun dolor…
    Solte el mando de mi xbox frustrado, pero sabia que ese bicho no volveria a tener la misma suerte la proxima vez.
    Entonces desperté, tuve un sueño delicioso, tenia Dead Space entre mis manos.

    Algun día…

    Enviada por Ceferino Rubio (1ª Presentada)

    Estoy harto de trabajar los fines de semana, en cuanto se pase la crisis esta me tengo que buscar algo mejor y mandar a mi jefe a tomar por culo. Al principio me pareció un chollo trabajar de segurata en las instalaciones de las salinas de Torrevieja, con toda la fábrica para mi y sin nadie que me controlara, pero a la larga, tanto tiempo solo acaba cansandote y hace que te comas mucho la cabeza. Para colmo el Madrid ha vuelto a perder y no tengo ganas ni de escuchar El Larguero.

    Agarro la linterna y me dispongo a hacer mi ronda rutinaria, más que por responsabilidad, por estirar las piernas y a ver si se me pasa el cabreo con el Madrid. Empiezo a andar con la linterna en una mano y un móvil en el bolsillo, con estas armas y mi sueldo no pretenderán que si algún día entra alguien a robar ponga mucho entusiasmo en ir detrás de él. Por suerte esto siempre está tranquilo, no se pasan ni las águilas, aunque con la humedad que hay las entiendo. El frío húmedo es lo peor, se te mete en los huesos y no hay manera de sacártelo del cuerpo.

    Antes de entrar en la nave de empaquetado de sal cojo una piedra y me preparo. Las máquinas están paradas, pero el calor acumulado hace que las cucarachas campen a sus anchas y las gaviotas usen la nave como dormidero nocturno. Lanzo la piedra con rabia y obtengo como respuesta un estruendo de aleteos y graznidos de gaviota. Giro sobre mis pasos y doy por terminada la ronda.

    Veo algo raro al fondo y parece que se mueve. Me fijo mejor y echo a correr. Algo me golpea en la cabeza y caigo al suelo. La visión se me nubla pero por el sonido sé que viene hacia mi. Intento defenderme pero no me deja levantarme. Un segundo golpe en la cabeza me hace saber que este es el final. Abro la tapa, hago el cambio y… PATA, PATA, PATA, POM ¡Qué buenos ratos me da la PSP! El lunes tengo que devolver el Silent Hill Origins al videoclub, pero todavía queda mucha noche para dedicarle al Patapon.

    Enviada por Segmentation Fault (2ª Presentada)

    Era la noche de San Juan. Las hogueras iluminaban el horizonte como luciérnagas cobrizas, dejandonos entre ver donde nos encontrábamos. Las chicas, estaban aterrorizadas, sobretodo Eva y Cristina, y nosotros nos reíamos de ellas, haciendo bromas absurdas y contándonos historias de miedo, cosa que hacía que Eva se agarrara más a cualquiera que estuviera al alcance de su mano. Volvíamos de casa de Erika, donde habíamos cenado todos, y al ser una casa apartada en el campo, volvíamos andando por caminos poco transitados. Tampoco estaba tan apartada como para no poder ir paseando, pero el hecho de tener que pasar por los maizales es lo que más miedo daba a las chicas. Juan seguía haciendo de sus tonterias, iba delante del camino y de vez en cuando se tiraba gritando encima de algunas plantas de maíz, acto que hacía que las chicas gritaran como posesas y que los chicos rieran.

    «Eres un imbécil», decía Eva mientras le brillaban los ojos, llenos de rabia, odio y pequeñas lágrimas que se negaba a dejar escapar.

    Juan seguía delante del grupo, riéndose y haciendo la misma broma, hasta que en la cuarta o quinta vez, no salió del campo de maíz al tirarse, y se oyó un crujido enfermizo, como el de huesos partirse, a la vez que un quejido lastimero. El grupo quedó paralizado, sin saber que hacer, sin apenas respirar… completamente quieto. Lentamente, Marcos avanzó tímidamente hacia el campo plantado, por el lugar que había entrado Juan, y vió sangre entre las plantas. Acercó la mano temblorosa al líquido vital y cuando estubo convencido de sus conjeturas, se giró hacia el grupo y gritó «Aquí hay sangre». Esas fueron sus últimas palabras. Un huracán de garras y colmillos despedazaron su cuerpo mientras avanzaban arrasandolo todo hacia el grupo que miraba atónito. Eva fue la siguiente en caer. Quedó paralizada de miedo mientras los demás miembros del grupo huían patéticamente, en un intento futil de salvar la vida. Los gritos y lamentos resonaron en la noche festiva, mientras las criaturas devoraban los restos mortales de la pandilla.

    Por supuesto, nadie creyó mi relato, me culparon del asesinato de mis amigos y me encerraron en esta habitación de paredes acolchadas. Nunca comprenderán la verdad, nunca comprenderán lo ocurrido, y ni yo mismo me lo creo a veces, entre sueños, veo a Juan.

    Y se repiten los sueños, veo a Juan mutilando a sus amigos de forma violenta. Destripándolos. Saboreando la carne, con una sonrisa deformada por la maldad.

    Con los brazos en cruz, dentro de una camisa de fuerza, veo a Juan, diciéndome de forma tranquila «No te preocupes, porqué yo sé que lo que viste es cierto, y también sé que eres inocente, Juan». La imágen desaperece y Juan empieza a reír, encerrado en su mundo, sabiendo que él es el único que conoce la verdad.

    Enviada por Jose Javier (1ª Presentada)

    La historia de Tamiel no era agradable, puede que incluso repugnante; pero no por ello, menos inquietante y sorprendente.

    El suceso entró a mis ojos con desdén, a través de un periódico de importancia irrelevante, exceptuando la excepcional noticia. Como por un impulso descontrolado, mi cabeza no paraba de pensar en aquella trágica escena descrita en aquel mar de letras. Pero necesitaba más. De modo que localicé a los padres de Tamiel, y arrastré mi ser con desazón, mientras la cabeza me daba vueltas con megalomanía. Este relato fue escrito con las interpretaciones de las descripciones que Tamiel iba confesando a sus padres, de una manera lo más fiel posible a como Tamiel vivió su pesadilla particular: Desde aquel mismo instante su hijo ya le infundió cierto temor. Cuando Tamiel nació, Agnan pudo ver en el primer brillo de sus ojos, uno azul y el otro color pardo, que
    su hijo era de algún modo “especial”. Pese a la superstición que poseía, no podía más que sentirse culpable por sentir repugnancia a esos ojos. Después de todo, es su hijo.

    ¿Por qué? Se desconoce. Pero cuando el padre de Tamiel, Rimm, entró a ver su pequeño, nadie previó tal acontecimiento. El bebé, como si hubiera sentido la presencia del mismísimo demonio, comenzó a gritar de una manera sobrenatural, resquebrajando ventanales y haciendo temblar hasta los cimientos del mismo hospital. De su piel emanaba sangre y pus a raudales, y sus ojos inyectados en ira, miraban a Rimm con un odio penetrante. De súbito, Tamiel comenzó a arder, tanto las enfermeras como Agnan, gritaban y lloraban tapándose los oídos, sin encontrar una explicación razonable de todo aquello. Cuando Rimm salió en busca de
    ayuda, todo cesó de repente. Antes de que Rimm viese otra vez al pequeño, ya lo estaban tratando para las quemaduras de segundo y tercer grado que acababa de sufrir, nadie sabía como había sobrevivido aquel niño a semejantes heridas.

    El paso de los años tampoco fue muy agradable en su efímera vida. Con apenas año y medio, Tamiel intentó suicidarse casi una docena de veces. Los sonajeros se los metía en la boca hasta la garganta casi ahogándose; en la cuna se golpeaba la cabeza con los barrotes hasta sangrar seriamente; los juguetes se los clavaba en los ojos causándose serias heridas que hicieron que perdiera la visión de un ojo, el de color pardo,
    que una vez curado se tiñó de rojo. Asustados y preocupados, Rimm y Agnan llevaron a Tamiel a mas de una veintena de pediatras sin saber que le ocurría, hasta que con la edad de doce años le diagnosticaron esquizofrenia aguda.

    Tamiel estaba en su cuarto, mientras oía voces, y movía la cabeza en círculos, a veces paraba, vomitaba sangre y vísceras, y de nuevo seguía con su monótono vaivén. Siempre hacía calor, siempre había alguien mirando, si veía pasar un perro por la calle, observaba como se le caían las tripas y se las comía. Al ver esto cerraba los ojos muy fuerte hasta sangrar, y de nuevo las paredes llenas de trozos de piel y carne se ceñían sobre él, cada vez más y más oscuro. Hasta que llegó él, ¡otra vez! Un ser endiabladamente perverso cuyo único propósito era, o eso parecía, alimentarse de su propia agonía. Alto, deforme, oscuro, ojos amarillos y… quieto. Apenas se movía. Tamiel ya no intentaría arrancarse los ojos. Ahora le tocaría sufrir a él. Cogió un cuchillo y se lo hundió en lo que podría ser la garganta del monstruo. Saltó, se revolvió, gritó, se golpeó varias veces y luego… no se movió más. Antes de cantar victoria notó como surgía de sí, un cable negro de su ombligo que enseguida resultó ser alambre de espino. Sentía como el ser que acababa de matar surgía dentro de él y sintió la imperiosa necesidad de acabar lo empezado. Así hundió el cuchillo en sus adentros y lo revolvió en busca de ese horrible engendro… hasta que cayeron ambos.

    En aquel fatídico día, las sirenas hacían retumbar el frío corazón de la ciudad de hielo, dirigiéndose a la casa de Tamiel. En cuestión de minutos, toda la calle estaba plagada de policías y alguna que otra ambulancia. El panorama era desolador, un niño de doce años y su padre, brutalmente asesinados. Y una madre que derramaba lágrimas de dolor y culpa, por saber con antelación, que algún día sucedería esto.

    Agnan era virgen. Se quedó embarazada al poco de dejar una secta satánica, que nunca comentó a su marido. Rimm no podía creer que su mujer cometiera adulterio, hasta que finalmente oyó las palabras de Agnan y la perdonó. Rimm estaba destinado a cambiar el mundo. Tenía grandes planes, era bueno y bondadoso, en su destino estaba grabado el acabar con la opresión, la guerra y la pobreza en este mundo. Tamiel era el verdugo de este milagroso hombre. El demonio no podía permitir que su reinado de caos en esta dimensión se solventara así. De modo que envió a un monstruo con forma de niño, que Agnan concibió aún sabiéndolo.

    Ahora Agnan es ciega. Tiene el cuerpo totalmente destrozado hasta el alma. Dios no podía pasar el castigo por acabar con la esperanza de la humanidad en forma de hombre que Él mismo había mandado. Y así la condenó; a vivir de forma inmortal, sufriendo el deterioro infinito de su cuerpo… hasta el fin de los días.

    Enviada por Verónica Vallecillo

    Por las noches, cuando todos en casa duermen, los perros aúllan a sus horribles visiones y el silencio entona una melodía ambigua de greda sinfonía. En mi closet se escuchan sonidos, como si alguien tratara de abrirlo, como si alguien viviera dentro de él, pero sólo por las noches.

    Quizá es algún espectro que trabaja por el día y al llegar el crepúsculo llego a mi armario, se quita la ropa y se pone algo más cómodo, quizá use incluso use mi ropa.

    ¿Será un Dragón? Podría ser que algún malévolo hechicero lo tele transportó a mi armario.

    La noche sigue, el frío aumenta y los ruidos también, y qué decir de mi imaginación que vuela y vuela cada vez más ¿Quién está ahí dentro?…, ¿y si es un extraterrestre? Quizá quería bajar a algún lugar de la tierra y programó erróneamente sus coordenadas mismas que lo llevaron a estar acá en mi cuarto, en mi armario. No creo, quizá mi armario sea el despacho de trabajo de Salvador Dalí, y dentro está pintando algo, está dándole vida a algún humanoide perfecto.

    Un murciélago se estrella en mi ventana y me hace observar al cielo, azul oscuro, nubes negras y un ojo blanco observándome, me preguntó qué pensará de mí, cada noche se asoma a verme, unas veces esta completamente abierto y otras veces veo al ojo más adueñado pues lo veo como si estuviera cerrando su oscuro párpado, hasta que de pronto lo tiene todo cerrado, y así sucesivamente, se vuelve a despertar. Algunos le llaman Luna, es mujer- toda una obra de arte.

    De nuevo los sonidos, esta vez decido abrir el armario sólo veo a dos cadáveres, claro son aquellos que metía hace un par de noches, ¿cómo pude haberme olvidado?, los sonidos simplemente eran sus toquidos, me llamaban para que les llevara agua y una pieza de pan.

    Enviada por Gloria Sánchez

    Era una familia recién mudada a una casa de campo en medio de la montaña. Al cabo de unos meses empezaron a encontrar cadaveres dentro de las habitaciones de sus hijos. Al cabo de un tiempo despareció el hijo de la familia. Todos estuvieron tristes durante días, buscandolo por los campos que rodeaban la casa, hasta que en la 5ª noche de su desaparición, apareció el craneo completamente pulido de su hijo en la cama de sus padres. Las siguientes noches oyeron muchos ruidos en el tejado, ruidos que cada vez eran mas fuertes. De todas maneras la familia seguio viviendo en la casa.

    Pasó el tiempo y los ruidos cada vez eran mas i mas fuertes hasta que el dia en que se cumplió un año de la muerte del hijo, empezó a temblar la cama. El padre se levantó de golpe y fue en busca de su hacha, notaba como si hubiera alguien en la casa y miró habitación por habitación hasta volver a su dormitorio. Entonces fue cuando oyo una especie de sollozo que provenia de debajo de la cama de matrimonio y se agachó para ver que ocurria y justo en el momento de agacharse apareció una niña, completamente desnuda que dijo «Toda persona de esta casa tiene que morir». Después de decir esto , se acercó rapidamente al hombre y le arranco los dos ojos. En ese momento la mujer cogió la hacha y le cortó la cabeza a la niña, salpicando de sangre toda la habitación.

    La mujer entonces enloqueció y salió corriendo hacia la montaña y no se la volvió a ver nunca más, pero la casa embrujada del campo, sigue esperando nuevos inquilinos.

    FIN

    Enviada por Jose Javier (2ª Presentada)

    “… fuentes próximas a esta cadena, nos han informado que acaba de suceder un terrible asesinato por parte de un padre de familia. El mencionado padre, J. B. Soler, tenía antecedentes por disturbios en bares cercanos, que finalmente le han llevado a descuartizar a su familia, esposa e hijos, con un hacha. Cuando llegaron los agentes, J. B. sostenía una escopeta con la que estaba dispuesto a acabar con su vida.

    Tras hacer una breve evaluación de los hechos, los forenses han nombrado con especial hincapié a los niños, con los que parece que se ha ensañado con más brutalidad, cortando cabeza y piernas a ambos. Esto ocurría alrededor de las 12:51 a.m. en las afueras de la ciudad, en la residencia en la que habitaban con dos familias más, que han decidido marcharse y quedando abandonada dicha residencia…”

    Sigurd siempre igual. ¿Por qué siempre tenía que estar haciéndose el duro? Debería de ocurrirle algo que le bajara los humos, aunque después de todo, fuese mi amigo. El pobre tenía una manera muy… digamos poco sutil y antigua, de llamar la atención de las féminas, actuando de forma valerosa. Cosa que actualmente no llamaría la atención de una mujer, pero que en su pequeñísimo cerebro no asumía.

    – ¡Hey, Andrew! Voy a decirle a Adara que vayamos a jugar al escondite a la residencia abandonada que hay en las afueras. Para que vea que no le temo a nada.
    – Tú no te escuchas cuando hablas ¿verdad?, a parte de que no va a querer, así no lograras llamar su atención Sigurd…
    – ¡No seas aguafiestas! ¿Te da miedo o qué? ¡Será divertido!
    – Haz lo que quieras…

    Sorprendentemente, la chica aceptó. Por lo visto es aficionada a toda la parafernalia paranormal, ¡qué cosas!, al final el “método valiente” le dio resultado.

    Sobre las doce y cuarto de la noche, llegábamos a la residencia Ragnarock. No recordaba que se llamara así. Íbamos Sigurd, Adara, Alyssa, Angela y yo. Adara llevaba una cámara… por si veía algo. No sabía cuanto iba a durar la broma, pero he de admitir que estaba nervioso, noté como la niebla se acentuaba a medida que nos acercábamos a la residencia.

    Ragnarock estaba en un estado nefasto. Las hiedras se apoderaban de los huesudos cimientos del lugar; las ventanas no paraban de golpear, pese a la ausencia del viento; todavía se apreciaban restos de sangre en alguna que otra pared; había grafitis por casi todas las murallas, incluso alguna que ponían los pelos de punta, pintadas por algún “Sigurd”. Los muebles y trozos de cintas policiales, parecían haberse quemado, algún gamberro. Aún así, la atmósfera allí era pesada y el aire estaba muy viciado. Nuestras linternas sólo alumbraban un círculo de apenas unos centímetros de radio, que sólo nos permitían ver las lágrimas de humedad que las paredes desprendían por ver lo que una vez sucedió allí. Llegamos a una escalofriante sala, con una foto de la desdichada familia en el centro, puesta en una especie de altar; y una cruz del revés hecha de maderas de muebles. Era espeluznante.

    Sigurd decidió que para empezar se la quedaría Adara, el resto nos esconderíamos en la residencia y tendría que buscarnos. A los diez minutos, ya estaba escondido.

    ¡Demonios! ¿Qué diablos estaban haciendo? La residencia es grande pero, ¡no como para tardar casi tres cuartos de hora en encontrarme! Eran casi las una menos cinco, y nada más que se escuchaban las ventanas golpear, pero ni pizca de viento… ni de gente. De modo que salí a buscarlos, era pavoroso andar por ese ala del edificio. A cada esquina, notaba como me recorría un escalofrío helado, desde la espalda a la nuca. Además hacía más frío, quiero irme de aquí… Encontré la cámara de Adara en el suelo de la sala de la cruz. Pulsé el botón de reproducción, todo oscuridad… hasta que se iluminó una sombra blanca que acompañó un chillido muy desagradable, y detrás, Adara gritando. ¿Qué estaba pasando aquí? De golpe, el vídeo se corto, el golpeteo de ventanas cesó, y se empezó a oír un roce sordo de metal contra el suelo. Volví la mirada, notaba como la sangre galopaba por mi cabeza con violencia; entonces vi una figura blanca emitiendo sollozos que, sin piernas ni cabeza, se arrastraba por el suelo con una mano y con la otra sostenía un hacha. Sólo pude correr, ni siquiera tenía voz. Todos los puntos de acceso al complejo estaban bloqueados. No, no, no, ¡NO!. Sólo podía deambular de un sitio a otro, viendo las piernas y algunos cuerpos de mis compañeros… que yacían sin piernas y sin cabeza. ¡Dios mío!. Finalmente he encontrado un sitio donde esconderme…

    – … aunque no sé cuanto durare. Espero que este video lo encuentre alguien, algún día. Yo… no sé que… hacer. No paro de escucharlo de aquí para allá… me va a encontrar. Dios mío ¿qué hago?… el metal no para de sonar… se oye cerca… s… se para… ¿dónde se ha metido?. ¿Qué? ¿Sin batería? No…

    Enviada por Ceferino Rubio (2ª Presentada)

    La primera vez fue totalmente circunstancial, yo cobraba 30 € por “modificar” la Wii en mi instituto hasta que una compañera me propuso una novedad. Quid pro cuo Clarice, como diría Hannibal Lecter, ella era repetidora, un año mayor que yo, y me ofreció sus encantos a cambio de mi buen hacer con las consolas. Por descontado acepté.

    El negocio de la Wii se amplió con Xbox 360, PS2, PSP, 30€ para ellos, y como me gustó la experiencia, 30€ opcionales para ellas. Como consecuencia al final acabé aficionándome a las chicas mayores que yo que eran las que tenían menos prejuicios a la hora de ahorrarse el dinero.

    El curso siguiente trajo nuevos profesores, llamando poderosamente mi atención la profesora de filosofía. Simpática, agradable, lista, veintiocho añitos, carita de niña, pero con las curvas de una mujer ya hecha. Aquel año me enamoré de la filosofía (o de la profesora de filosofía, no lo tengo todavía claro). Sacaba buenas notas e hice buenas migas con ella, yo le dejaba películas del tipo “Balde Runner”, “La naranja mecánica”, “Gattaca”, y ella me dejó libros como “Un mundo feliz” o “1984”.

    Cada vez teníamos más confianza el uno con el otro. Ella sabía de mi afición por las consolas y me sorprendió cuando me comentó que ella tenía una Xbox 360, pero que era muy mala jugando, que tenía pocos juegos, y que casi la usaba más como reproductor de DVD. Naturalmente me ofrecí a modificarle la consola sin pensármelo dos veces, y cuando fui consciente de la situación me dio un morbo tremendo. La cosa quedó en que yo iría a su piso con mi portátil y todas las herramientas y le modificaría la consola el sábado siguiente por la tarde.

    Me abrió en chandal y me llevó al salón. Hasta en chandal y sudorosa estaba atractiva. Me dijo que se iba a dar una ducha y que mientras ella se duchaba yo podía empezar con la metamorfosis de la blanquita.

    Empecé a quitar tornillos y a conectar cables, la cosa iba perfecta, en apenas cinco minutos lo tenía todo listo. Sin pensarlo mucho me dirigí a su cuarto y estuve examinando sus cajones con ropa interior, me quede con uno de sus tangas después de olerlo.

    Volvió al salón con el pelo mojado, llevaba unos vaqueros y una camiseta de manga corta en la que se marcaban claramente sus pezones. Ella estaba espectacular y yo excitado y muy nervioso ante lo que le iba a proponer.

    Me rechazó, se puso nerviosa y empezó a chillar. No tenía que haber chillado. Sólo fue un golpe, seco y contundente. El excesivo tamaño de la fuente de alimentación por fin cobró sentido con el uso que le dí a esta. Pese a que la sangre formó un abundante charco en el suelo conseguí tranquilizarme. Mientras en el portátil sonaba el segundo movimiento de la novena sinfonía de Beethoven llamé a la policía. Total, yo todavía era menor de edad y no me pasaría nada, un nuevo caso de videojuegos como el del niño de la catana que saldría en todas las televisiones, un par de años en un centro de menores y listo para volver a modificar consolas.