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Yupitergrad

Los juegos de plataformas son mi perdición. En cuanto veo uno que capta mi atención, no paro hasta exprimirlo al máximo a poco que tenga un buen diseño para que brinquemos sin parar. Esto también se aplica a los plataformas en primera persona, sobre todo si son en Realidad Virtual. Este último grupo no es el más numeroso, con algunas joyitas como WindlandsTo the Top, pero sin haber tantos exponentes como en el género musical.

Casi por sorpresa ha llegado Yupitergrad para demostrar cómo se usan los ganchos en la Madre Rusia, ya que esta obra de Game Dust nos trasladará a una base soviética en el espacio para superar todo tipo de obstáculos. Todo en pos del comunismo para que el universo se vuelva más roja que la estrella rusa. Para ello dispondremos de unos ganchos especiales (no confundir con ventosas de baño, porque la Madre Rusia nunca haría algo tan cutre), unos propulsores de agua y muchos chistes sobre el comunismo. ¿Preparados para gritar «Yupi» de balanceo en balanceo por Júpiter?

El argumento de Yupitergrad es muy básico, al ser una simple excusa para que tengamos que desplazarnos por la base espacial que da nombre al juego arreglando todo tipo de problemas. Básicamente, los soviéticos han instalado una base en Júpiter para crear un compuesto que les permitirá ir al doble de la velocidad de la luz, y así expandir el comunismo por todo el universo. Como os podréis imaginar, algo falla, por lo que la base se queda echa unos zorros. Como únicos tripulantes en ese momento (los demás están de vacaciones) y con la ayuda de los «Kosmosticks» (unos gancho-ventosas con unos pequeños propulsores), tendremos que reparar lo que nos vaya indicando la IA de la base para que este experimento llegue a buen puerto.

Con esta premisa, os podéis imaginar que hay montones de chistes, siendo una lástima que los textos estén en inglés, puesto que no están nada mal. Reconozco que me he reído con varios chascarrillos, todos relacionados con el comunismo, claro. Por ejemplo, el motivo por el que la Luna es blanca es porque es capitalista, ya que si fuera comunista sería más roja que Marte, o cosas por el estilo. Sí, son chistes malos, pero es algo que me puede, y Yupitergrad nos los va soltando sin ningún miramiento entre los niveles, algo que me encanta.

Pero claro, aquí estamos para balancearnos como si fuéramos el Spider-Man soviético, y en este aspecto, el juego funciona increíblemente bien. Para desplazarnos, no usaremos los sticks ni andaremos como tal. En su lugar, siempre tendremos que usar los Kosmosticks para lanzar una ventosa e impulsarnos con ella. Esto se hará muy fácil, puesto que con el gatillo dispararemos la ventosa de cada mano. Luego, podemos impulsarnos con un movimiento físico muy natural, como si nos balanceáramos. Otra posibilidad es modificar la longitud del cable, retrayéndolo o extendiéndolo usando el stick, algo muy útil para regular nuestra altura en mitad de un balanceo.

Al mismo tiempo, podemos usar los propulsores, que se activan con el «grip», para impulsarnos un poco, o movernos ligeramente cuando estamos en tierra. Estos propulsores tienen un depósito pequeño que necesita recargarse de manera automática, por lo que hay que ver muy bien cuándo lo usamos. De esta manera, sólo usamos dos botones (el gatillo y el grip) junto a los sticks para todo lo relacionado con el control, dejando que la gran mayoría esté en manos de nuestra precisión y gestos físicos.

Esto hace que el esquema de locomoción sea muy intuitivo, algo en lo que ayuda el estupendo tutorial con el que arrancaremos el juego. Aquí aprenderemos que las ventosas sólo se pueden pegar en las superficies azules, mientras que las amarillas nos permiten mover algún objeto al tirar de él. A su vez, cuando estemos en el agua la física será algo diferente, pero con los propulsores nos podremos mover casi como si fuéramos Iron-Man, sin que el combustible se acabe en estas situaciones.

Estas sencillas mecánicas se utilizan de una manera brillante a lo largo de los más de 50 niveles que dura el juego. Cada uno es bastante lineal y más o menos cortito, consistiendo en una serie de obstáculos a evitar, como pueden ser ventiladores gigantes, ruedas llenas de pinchos que nos triturarían al instante, planchas que nos dejarían más delgados que tras una buena operación bikini y mucho más.

Las situaciones y obstáculos que nos propondrá Yupitergrad son bastante variadas, ofreciendo una curva de dificultad muy bien medida para que nos vayamos familiarizando primero con las mecánicas, luego con los tipos de trampa, y finalmente, vaya complicando todo. Un buen ejemplo está en el segundo escenario del juego tras superar las cloacas, al tener que pasar por varias zonas llenas de planchas transportadoras. Al principio habrá montones de superficies azules en las que engancharnos, pero a medida que vayamos progresando, las zonas azules empezarán a moverse más rápido, habrá menos, o incluso zonas de la pared que antes eran seguras, ahora pasarán a presentar el patrón del resto de plataformas, con zonas que van poniéndose en azul y en gris de manera alterna.

Así, poco a poco nos notaremos con más soltura para desplazarnos como un Tarzán de la Madre Rusia, usando más o menos fuerza para el impulso según la situación lo requiera. Lo mismo al usar los propulsores o durante las zonas acuáticas, alternando bastante bien varios tipos de trampa para que no se nos haga pesada una situación, pero sin espaciarlas tanto que el patrón de aprendizaje que estábamos llevando se pierda.

Gracias a lo intuitivo y precisos de los controles, no tardaremos en movernos igual de bien que haría Spider-Man en la Gran Manzana, evitando obstáculos con cada vez mayor soltura. Eso sí, también vamos a morir bastantes veces, ya que el juego no es extremadamente sencillo, haciendo que un error acabe con nosotros. Lo bueno es que volver a intentarlo es cuestión de darle al botón de reintentar y apareceremos de manera instantánea en un punto muy cercano. Los checkpoint están muy bien puestos para que nunca nos frustremos con una sección ni tengamos que repetir grandes trechos tras morir, lo cual se agradece bastante.

Este buen diseño de niveles, junto a lo bien que funcionan las mecánicas, harán que los niveles se nos pasen volando (además de hacerlo nosotros, claro), de modo que se nos hará algo corta la campaña con sus 3-4 horas de duración. Aquí influye mucho lo que nos atasquemos, claro, pero está claro que Yupitergrad está en la media de duración de los juegos independientes para la VR.

Pese a todo lo positivo que he dicho, hay varias pegas en la parte jugable del título. Para empezar, los escenarios pueden hacerse un poco repetitivos cuando llevamos varios niveles seguidos. Es cierto que al cambiar las zonas azules para afectar a la progresión de dificultad se cambia algo la parte visual, pero seguiremos en «zona de cloacas», «zona de ventilación» y similares. Termina por hacerse un poco pesado, además de que tampoco hay grandes diferencias entre unas regiones u otras de la base. Es el problema de ambientar todo un juego en el interior de una base soviética, pero es lo que hay.

Luego, al estar ante escenarios tan cerrados donde tenemos el obstáculo de ese nivel y ya, no hay margen para la exploración. Dado lo bien que funcionan estos ganchos-ventosa, me habría encantado que existieran coleccionables en regiones ocultas más difíciles de acceder. O en definitiva, algo que aportara cierta desconexión momentánea de salvar la vida para que exploráramos algo más la base. Esto también ayudaría al tema de la rejugabilidad, ya que ahora mismo, al completar los niveles, no tenemos muchos motivos para volver a ellos.

Por último, está el tema del confort. No he tenido ningún problema con los movimientos rápidos y frenéticos que deberemos hacer, y hay una opción para añadir el clásico efecto túnel. Aun así, me imagino que en los balanceos más rápidos algunos podrán marearse un poco, ya que estamos ante un título bastante frenético en el que ir muy despacio suele significar morir de la manera más dolorosa y comunista posible.

Si pasamos al apartado técnico, entonces Yupitergrad sí nos da bastantes alegrías para tratarse de un juego independiente. Para empezar, el apartado técnico me encanta, al emplear un estilo visual cel-shading que hace todo muy llamativo. Es algo que prefiero cuando los estudios no tienen los recursos suficientes como para hacer el juego realista, además de ayudar a que destaque más. Esto también ayuda a la jugabilidad, para que veamos rápidamente qué superficies nos sirven para engancharnos, cuáles para mover objetos, etc. A la hora de la verdad, es el mismo principio que el usado por Mirror’s Edge, pero cambiando el rojo por el azul… Lo que es curioso, al ser todo tan comunista.

Aun así, el juego «falla» en la variedad visual que comentaba antes, siendo algo que me gustaría ver mejorado en futuros juegos. Al menos, lo que hay tiene un buen nivel de detalle, como los ganchos, pudiendo ver cómo se mueven los mecanismos al lanzar la ventosa o retraerla, o al dejar el típico redondel por haber disparado las ventosas por el escenario.

El sonido también está bastante bien, gracias a unas voces en inglés muy buenas, destacando nuevamente ese acento ruso de Serie B para mantener el tono humorístico durante todo el juego. Los efectos sonoros también están a alto nivel, ayudando mucho a saber si una ventosa se ha quedado pegada o no hemos apuntado bien a una superficie no «pegable». Lo que quizá me hubiera gustado notar más es la banda sonora. Cuando está presente nos ofrece temas muy apropiados para la ambientación soviética, pero no suele ser predominante en el juego.

Conclusión

Al empezar Yupitergrad me esperaba algo similar a Windlands pero con un estilo cel-shading y muchos chistes soviéticos. Lo último lo he encontrado a patadas, pero respecto a lo primero, me he llevado una sorpresa de lo más agradable. Mientras que en Windlands la clave está en desplazarse por entornos más o menos abiertos, aquí estamos para superar montones de obstáculos a cada cual más absurdo (y peligroso) en entornos más bien cerrados. Esto ofrece una experiencia totalmente diferente de juego, pese a emplear unas mecánicas claramente similares.

Gracias a lo bien que funcionan estos ganchos-ventosas junto a los propulsores, y un genial diseño de niveles, estamos ante un plataformas realmente divertido, frenético y que no nos dará ni un solo momento de respiro. Es genial moverte con soltura y fluidez entre ventiladores gigantes, pasando por plataformas que te aplastarían ante un movimiento malo, para luego terminar propulsándote bajo el agua para evitar ser reventado por unos pinchos giratorios.

Por tanto, a poco que os gusten los juegos de plataformas en primera persona y tengáis unas buenas piernas virtuales, preparaos para superar los mayores desafíos que nos tiene preparados la Unión Soviética al grito de «¡Yupiiii!».

8

Nos consolamos con:

  • Genial diseño de niveles
  • Variedad de situaciones y gran curva de aprendizaje
  • Mecánicas intuitivas, precisas y genialmente explotadas
  • Estilo visual muy llamativo

Nos desconsolamos con:

  • Completamente en inglés, lo que nos hará perdernos buena parte de los chistes
  • Escenarios demasiado parecidos entre sí. Algo más de variedad no habría estado mal
  • Poca rejugabilidad y algo corto
  • Muy, muy lineal, sin darnos la ocasión de buscar coleccionables o explorar más la estación

Ficha

  • Desarrollo: Game Dust
  • Distribución: Game Dust
  • Lanzamiento: 27/08/2020 - Próximamente llegará a PSVR y Oculus Quest
  • Dispositivo VR usado: Oculus Rift S
  • Idioma: Textos y Voces en Inglés
  • Precio: 12,49 €

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