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Yomawari: Lost in the Dark

Yomawari Lost in the Dark

Si hay una saga de terror que me encanta, esa es Yomawari. La obra de Nippon Ichi Software se aleja de lo tradicional dentro de los AAA o incluso indies. En el papel de pequeñas niñas, nos toca adentrarnos en una ciudad llena de yokais que no dudarán en matarnos de la forma más horripilante posible. En Yomawari: Lost in the Dark el estudio sigue la misma senda, pero ofreciéndonos una nueva trama, una nueva niña adorable a la que querremos proteger y más demonios que nos pondrán los pelos de punta.

Ciertamente, no estamos ante una saga innovadora. Y no siempre es necesario, ya que «más de lo mismo» es lo que a veces hace falta en una secuela. Así que haced memoria, tapaos los ojos y a adentrarnos en Yomawari: Lost in the Dark… Además de tomarnos una buena dosis de valentía para sobrevivir a otra larga, larga noche.

A veces, los yokai no son lo más aterrador

La historia de Yomawari siempre ha sido algo que me ha encantado. Es algo críptica, pero logra engancharte gracias a ese halo de misterio que tiene. Todos empiezan con una desgracia que acontece a las jóvenes protagonistas, antes de entrar en todo el lío sobrenatural de los yokai. En Yomawari: Lost in the Dark ocurre lo mismo, haciendo que el inicio sea muy, pero que muy duro.

Yomawari: Lost in the Dark
Los yokais logran asustar menos que el bullying inicial

Tras tratar temas como el suicidio o aceptar la pérdida, ahora toca adentrarse en otra problemática muy importante: el bullying. Nuestra protagonista es acosada por sus compañeros en clase, y por si esto no fuera suficiente, sufrimos una maldición. Tenemos hasta el amanecer (las 6 de la mañana) para romperla, o… Digamos que no ocurrirá algo muy positivo.

Para romper esta maldición, tendremos que recuperar nuestros recuerdos perdidos. Esto lo haremos al conseguir varios objetos clave, que estarán repartidos por toda la ciudad. Así Yomawari: Lost in the Dark logra tener una estructura no lineal. Encontraremos alguna pista sobre un objeto, una pequeña escena indicándonos hacia dónde ir, y una apertura de esa zona en el mapa.

Cada objeto tiene asociado un nivel más lineal, ofreciendo cada uno un reto y una historia diferente. Es una manera inteligente de contarnos diferentes tramas sobre fantasmas, que son tanto independientes, pero al mismo tiempo, tienen una relación temática con la maldición y todo lo que nos ha ido ocurriendo. Variedad, sorpresas constantes y un gran diseño global para que el juego siempre tenga toda nuestra atención.

Yomawari: Lost in the Dark
Los menús siguen siendo muy atractivos

Si no lo veo, no me puede hacer daño

Todos hemos tenido miedo alguna vez por la noche y nos hemos tapado con la manta. Si no lo vemos, no puede hacernos daño. Algo que no tiene sentido de manera racional, pero que cuando somos unos niños (o no tan renacuajos), parece cuadrar a la perfección. Por eso me gusta tanto la nueva mecánica que introduce Yomawari: Lost in the Dark. ¡Taparnos los ojos!

Apretando los gatillos, haciendo algo físico que nos recuerda a esta acción por parte de la niña protagonista, podremos taparnos los ojos. Como en las anteriores entregas, estamos indefensos como tal ante los yokais. No podemos luchar contra ellos, y morimos al tocarlos. Esto puede ser algo frustrante para algunos, pero hay que aceptarlo. Sí, hay jefes finales, pero funcionan más como un puzzle que como un combate al uso.

Todo se basa en saber cómo reacciona cada criatura. Algunos yokais reaccionan al ruido, por lo que tenemos que ir de puntillas entre ellos. Otros no aguantan la luz de la linterna, mientras que otros son invisibles salvo que les dé la luz. Los nuevos enemigos irán a por nosotros directamente con sólo mirarlos, por lo que nos toca ir entre ellos con los ojos cerrados. Descubrir cómo funciona cada espíritu es una delicia, haciendo que cada fase logre ser muy diferente.

Yomawari: Lost in the Dark
Si no lo veo no está ahí, si no lo veo no está ahí, si no lo veo…

Este susto me suena

La exploración de la ciudad (con sus yokais de por medio), la resolución de puzzles o las persecuciones siempre logran ser muy, muy intensas y aterradoras. Yomawari: Lost in the Dark sigue logrando meternos el miedo en el cuerpo como pocos juegos. El contraste de lo cuqui que resulta todo a simple vista, con lo aterrador de los monstruos, el desgarrador sonido de nuestra muerte o cómo los escenarios se vuelven perturbadores es brillante. Este terror se consigue sin recurrir a jumpscares baratos (algunos hay, pero están bien usados), haciendo que este terror se nos quede en el cuerpo durante mucho tiempo.

Uno de los ingredientes claves para esta atmósfera es el sonido. La OST vuelve a ser muy limitada, pero efectiva. Son los efectos los que logran vendernos que estamos dentro del juego. Nos recomiendan jugar con auriculares, y vaya si marca la diferencia. Notaremos la diferencia de por dónde pisamos por el ruido que hacemos al andar. Podremos detectar a los espíritus por los sonidos que emiten. Al estar en el bosque, escucharemos el viento mecer las ramas de los árboles. Los gritos de un bebé en cierto capítulo nos pondrán los pelos de punta. Sencillamente brillante. Como ocurre en Cosmodread para la VR, el sonido es un elemento crucial para hacernos pasar miedo del bueno.

Yomawari: Lost in the Dark
Hay escenas que pueden ser preciosas

¿La pega principal que se le puede achacar a Yomawari: Lost in the Dark? Que nos resultará muy familiar si ya hemos jugado a los anteriores. El diseño de varios encuentros y puzzles se han refinado, para que, pese a la libertad que nos dan, siempre sepamos qué podemos o no hacer. Se acabó el sentirnos perdidos, o peor, frustrados por algún demonio que no para de matarnos. Los puntos de control animan a la experimentación hasta entender a cada espíritu, siendo nuestro ataque cardíaco lo único que nos impedirá seguir mucho tiempo.

Aun así, estamos ante una secuela muy, muy continuista. No es malo como tal, pero el miedo muchas veces se basa en lo desconocido. No saber qué no encontraremos al girar la esquina. Al jugar, había veces que esperaba algún susto, y sorpresa, aparecía. Cuando te agarran en una alcantarilla o aparece una cara gigante, ya no me sorprendo, porque ya lo viví en las anteriores entregas. Por suerte, son cosas puntuales, ya que a nivel global, el miedo sigue siendo muy real. Durante las 10 horas que estuve jugando, me seguí llevando muchos sustos, maldiciendo al máximo a Nippon Ichi Software a la vez que aplaudía sus perturbadas mentes.

Yomawari: Lost in the Dark
El susto de la cara ya es un clásico

Conclusión

Si ya habéis jugado a la saga y os encanta tanto como a mí, entonces Yomawari: Lost in the Dark os encantará. La fórmula se mantiene prácticamente intacta, con varias mejoras para hacer la aventura más fluida, pero manteniendo todo tan terrorífico como siempre. ¿No os convenció anteriormente? Entonces, esta tercera parte no os hará cambiar de parecer.

Si no conocéis Yomawari, entonces os animo a probar ya sea este o cualquier capítulo de la saga. Nippon Ichi Software sigue demostrando una maestría sin igual en el diseño de sonido, la narrativa dentro del terror y la genial combinación de lo cuqui con lo horripilante.

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Nos consolamos con:

  • El diseño de sonido es magistral
  • Intenso y terrorífico como pocos juegos
  • Artísticamente combina de manera brillante lo cuqui con lo horripilante
  • Mejor diseño global de puzzles y encuentros para reducir la posible frustración

Nos desconsolamos con:

  • Completamente en inglés
  • El factor sorpresa se pierde si somos veteranos de la saga
  • Morir de un golpe puede ser algo frustrante

Análisis realizado gracias a un código de PS4 ofrecido por NIS America.

Ficha

  • Desarrollo: Nippon Ichi Software
  • Distribución: NIS America/Bandai Namco
  • Lanzamiento: 28/10/2022
  • Idioma: Textos en Inglés
  • Precio: Digital: 39,99 € - Físico: 49,99 €

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