Siempre he dicho que la suscripción al Game Pass es una manera de probar juegos a los que, de otra manera, no me habría acercado por no tener demos (ay, qué tiempos, cuando en 360 y PS3 había tantas pruebas, demos y betas…). Y es que, en el caso que hoy nos atañe, estamos ante un juego que no conocía (o había olvidado, como mínimo, ya que mi compañero Luismi ya había escrito sobre él por aquí…) que me llamó la atención cuando vi que entraba al servicio de suscripción de Microsoft, y si bien ya lo había descargado en mi consola, me enamoró cuando vi que un amigo mio lo probaba en uno de sus directos de Twitch (sí, más o menos es el mismo caso que me sucedió con Eiyuden Chronicles: Rising del que ya hablamos hace unos meses por aquí). Pero dejémonos de rollos y vayamos al grano: hoy vamos a hablar de Tinykin.
Para el que no conozca Tinykin, vamos a explicar primero un poquito de qué se trata: es un juego de plataformas en 3D y sencillos puzzles, con gran enfoque en la exploración. La gracia del asunto es que nosotros «no haremos casi nada», sino que dejaremos el trabajo duro en manos de los Tinykin que encontraremos en los diferentes niveles.
Pero bueno, qué cabeza la mía, me pongo a hablar de los Tinykins y aún no os he contado ni qué son, ni de qué va el juego, ni nada de nada… Empecemos por el principio: el juego nos pone en la piel de un cosmonauta llamado Milo que, tras sufrir un percance con su nave, se estrella en un lugar desconocido para él. Este lugar es el interior de una casa que parece inalterada desde 1991, y los diferentes niveles del juego se corresponden con diferentes estancias del hogar: una cocina, un dormitorio, etc. Lo único, que nuestra perspectiva será la de alguien diminuto, al estilo del reciente Grounded o los Pikmin.
En los diferentes niveles, nos encontraremos con los actuales «inquilinos» de la casa, unos insectos bastante majetes que nos ayudarán con la reconstrucción de nuestra nave si nosotros les ayudamos primero con sus problemas. Y es en este punto donde entran en juego los Tinykin de los que llevo rato hablando (y que dan título al juego): unas criaturitas simpaticonas que nos irán siguiendo una vez las saquemos de sus vainas. Para que nos entendamos, son como los huevos de Alien, pero sin la parte chunga del asunto.
Estas criaturas están divididas en diversas clases que se diferencian por su forma y color, cada una con sus habilidades propias (de nuevo, como en Pikmin). Los rosas son los Tinykin «básicos» y son muy fuertes, los rojos son explosivos (y sí, «se gastan») y los azules pueden conducir la electricidad por su cuerpo. Hay algún tipo más, pero no os los desvelo para que haya una mínima sorpresa al jugar al título. Con todos ellos y la combinación de sus habilidades deberemos superar unos sencillos puzzles, con lo que iremos completando diversos objetivos. Estos objetivos, por cierto, son los que nos propondrán los insectos que comentaba antes.
Por tanto, y para entendernos, estamos ante un Pikmin wannabe, pero sin el componente combate que caracteriza otros juegos del estilo. Así, a bote pronto, me vienen a la mente los ya olvidados por muchos Overlord (que a mi tanto me divirtieron haciendo maldades), el curioso Army Corps of Hell (éste se centraba muchísimo en el combate, de hecho) o los más que notables Little King Story y su pseudo-remake New Little King Story (mucho más centrados en la gestión del reino). Centrándose en la exploración y la recolección de objetos, por tanto, podríamos decir que estamos ante un collectathon, y uno la mar de entretenido además.
Me ha gustado mucho que aquí estamos ante un juego bastante sencillito y directo, en el que la gestión de los Tinykins será prácticamente automática, de hecho. Y es que nosotros los recogeremos y, cuando vayamos a lanzarlos a su objetivo, el protagonista elegirá automáticamente al tipo necesario: azules para puzzles eléctricos, rojos para romper cosas, etcétera. Eso sí, la parte plataformera quedará plenamente a nuestro cargo, así que deberemos atinar bastante con algunos saltos y los planeos, colgándonos de cuerdas o, incluso, al deslizarnos con nuestra pastilla de jabón (lo que nos permite desplazarnos rápidamente y cruzar ciertos cables).
En Tinykin, como comentaba antes, no hay combate, por lo que no hay opción a fracasar. Sí que es cierto que, con determinadas caídas nuestro personaje “morirá” (tranquilos, que no es nada gráfico), pero reaparecerá en un punto cercano sin penalización alguna. Esto implica, además, que no hay opción a “perder” Tinykins, y es que los únicos que “se gastan” son los explosivos, y en los niveles hay más acompañantes de cada tipo de los estrictamente necesarios para completar el propio nivel o, incluso, sus objetivos secundarios.
Hablando de objetivos secundarios, decir que se basan en la entrega de ciertos objetos a personajes concretos o en puntos determinados, muy en la línea de los principales… y también veremos un personaje que nos pedirá lo que a priori parecen ingentes cantidades de “polen” que encontraremos desperdigados por todo el mapeado del juego… y ojo, que si os parece que pide mucho, decir que en los mapas encontraremos aproximadamente el doble de polen del que nos pide. Todas estas misiones secundarias, básicamente, sirven para que nuestro protagonista pueda realizar un planeo durante más tiempo gracias al incremento en el medidor de burbujas que nos lo permiten.
El juego no es especialmente largo, calculo que puede tomarnos entre 6 y 8 horas la historia principal con bastante exploración, un par más si queremos ir a por el 100% de objetos y coleccionables (y Tinykins), dando lugar a una aventura bastante contemplativa y basada en la resolución de los sencillos puzzles. En los últimos escenarios, eso sí, la cosa se complica un poquito, pero no os asustéis porque tampoco llega a ser nada especialmente complejo.
A nivel técnico tenemos unos bonitos gráficos que mezclan elementos 3D en el escenario con personajes planos al más puro estilo de dibujo animado. Lo siento, no recuerdo el nombre concreto del estilo al que pertenecen, aunque seguro os resulta familiar, especialmente si sois consumidores de cómic europeo y, especialmente, animación franco-belga. A nivel sonoro tenemos unos efectos de sonido correctos, los típicos murmullos que imitan voces y, lo más destacable, una agradable banda sonora muy orquestal que acompañará la acción.
Conclusión
Tinykin es una de esas experiencias pequeñitas que resultan reconfortantes como jugador. Un título que sabe coger buenos referentes y darle un toque único y personal, tanto en lo artístico como en el plano jugable, centrándose en hacer una experiencia conocida, a la par que sencilla. Siendo plenamente consciente de que se trata de juego que no viene a revolucionar nada y que se siente familiar y cómodo, tiene muy claro que quiere entretener y divertir, y lo consigue sobradamente.
Nos consolamos con:
- Visualment muy bonito, con detallados escenarios 2D y preciosos personajes 2D muy expresivos
- La banda sonora del juego, una delicia
- Recorrer los escenarios recogiendo polen, librando Tinykins y resolviendo puzzles es, sencillamente, divertidísimo
- La historia, aunque sencilla, tiene bastante interés
- La gestión de los Tinykins es sencilla y automatizada y no hay opción al fracaso, por lo que se trata de una experiencia muy relajante…
Nos desconsolamos con:
- … aunque a veces peca de ser excesivamente simplista
- Encontrar todo el polen de un nivel y todos los Tinykin puede llegar a agobiarnos
Análisis realizado gracias a una copia incluida con la suscripción a Game Pass.
Ficha
- Desarrollo: Splashteam
- Distribución: tinyBuild
- Lanzamiento: 30/08/2022
- Idioma: Textos en español
- Precio: 24,99€ (digital) / 39,99€ (físico)
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