Todos ansiábamos este momento y, en parte, nos preparábamos para recibir con los brazos abiertos la gran noticia que se filtró en el pasado Nintendo Direct del 13 de febrero. En dicha filtración – que ya comienza a ser habitual incluso en la, históricamente, hermética Nintendo – se anunciaba, entre tantas otras cosas interesantes, la adaptación del clásico The Legend of Zelda: Link’s Awakening para la consola Nintendo Switch… ¡Y vaya si se cumplió! En nuestra retina quedó para siempre esa cinemática, esa batalla que Link libraba contra naturaleza y que, desafortunadamente, perdería en pos de iniciar una de la aventuras más extrañas y épicas que los fans más longevos recuerdan.
Otra de las cosas que se quedó grabada en nuestra memoria fue el estilo artístico del juego, que distaba mucho de lo visto en la cinemática de introducción. Como no podía ser de otra manera, las redes sociales se polarizaron entre aquellos que abrazaban la dirección artística sin rechistar y aquellos que entraron en una profunda fase de negación. El tiempo ha dado la razón a Nintendo y al desarrollador de esta adaptación: Grezzo. El juego rezuma carisma y mimo en sus diseños. Si eres uno de los afortunados en comprar la Edición Coleccionista lo habrás comprobado con solo echar un vistazo al libro de ilustraciones y ver como se jugó con varias direcciones artísticas antes de decidirse por el definitivo.
Distinto fue, creo yo, la recepción de una de las grandes novedades que incluiría The Legend of Zelda: Link’s Awakening, el modo Creación de Mazmorras. Como si de un Super Mario Maker se tratase, se presentó esta opción que nos permite crear nuestras propias mazmorras, eso sí, utilizando salas ya predefinidas y sin posibilidad de personalizarlas. Sobre el papel parecía una característica interesante, y que ha terminado por ser más una declaración de intenciones que una “feature” disfrutable. Lo mejor ha sido ver al bueno de Dampé en un mundo en el que no le corresponde existir… ¡Y el Amiibo claro! Que, a parte de ser precioso, te permitirá guardar esa mazmorra para descargarla en otra consola Nintendo Switch.
Otro de los grandes aspectos que no quiero dejar escapar en este análisis es la banda sonora, adaptada por Ryo Nagamatsu que hace un trabajo simple y llanamente espectacular. Creo que Ryo ha mantenido la esencia original – incluso utiliza los “chiptune” en algunos temas – y los mejora añadiendo instrumentos metálicos, y misterio, mucho misterio, ya que la Isla Koholint, lugar donde se desarrollará esta épica aventura, rezuma de ese misterio tan característico.
La misteriosa isla de Koholint
En esta bella y colorida ínsula se va a desarrollar toda la aventura. Tras el naufragio, Link despierta en casa de Marin, la joven que te ha auxiliado durante la introducción del juego. Junto a ella te toparás con su tío, un señor que aparte de tener un frondoso bigote, tiene perdición por comer setas silvestres. La primera impresión de creer que estás viendo a Super Mario delante de tus narices y los siguientes “pero qué coño” que acompañarán tu aventura marcarán un antes y un después en tu concepción por la saga The Legend of Zelda siempre, claro, que no hayas jugado jamás a Link’s Awakening.
Solo con salir de la choza donde has despertado, ya en la Aldea Mabe, sabrás que lo de Tarin, el tío de Marin, el que guarda un sorprendente parecido con Super Mario no es fruto de una situación fortuita, ni de la casualidad más remota. A los pocos metros de su casa te vas a cruzar con un Chomp Cadenas y sus ladridos característicos, o un muñeco de Yoshi en la tienda de juegos. Lo que igual no sabes es que esto no va a ser lo único relacionado con el otro gran universo creado por Shigeru Miyamoto. Todo tiene una explicación, aunque no tan relacionada con el argumento de The Legend of Zelda: Link’s Awakening como te gustaría descubrir, para qué nos vamos a engañar.
Un lugar mágico – la isla – de un tamaño bastante más reducido a lo que la saga nos tiene acostumbrados (recuerda siempre que esto ha sido un juego de Game Boy) pero con un encanto sin igual gracias al efecto de “Tilt-shift” o profundidad de campo que, intencionadamente, solo enfoca en aquello verdaderamente importante, como si de una ilusión diorama se tratase. Pese a su comprimido tamaño, en la Isla Koholint lo encontrarás todo: Bosques encantados, montañas peligrosas, pantanos desesperantes, templos ancestrales, llanuras y bahías tan vivas que parecen sacadas de tus mejores sueños, multitud de criaturas y personajes tan genuinos como misteriosos… Y entre tanta variedad de escenario y fauna, se alza una montaña con un enorme huevo en su cima. Dentro de este zigoto descansa el Gran Pez del Viento, la única criatura capaz de sacarte de esta isla – “¡Uhú!” – Y para despertarlo, necesitarás ocho grandes instrumentos, que se encuentran ocultas en algún lugar remoto de cada región de esta isla, custodiada por una criatura que se esconde al final de la mazmorra de turno ¡Un clasicazo!
No sabemos muy bien por qué, pero necesitamos salir de esa isla. No es nuestro hogar y, de hecho, si seguimos la cronología de la Hyrule Historia, El último héroe debería estar de vuelta hacia el Reino de Hyrule para convertirse en el protector de la Princesa Zelda, dejando atrás la Era de la Luz y la Oscuridad y dar paso a la Era Dorada. Así que no hay otra, hay que conseguir esos ocho instrumentos cuanto antes y darse el piro, pero The Legend of Zelda: Link’s Awakening hace algo muy bien, y es implicar a los habitantes de la isla de una forma directa en la aventura, incluso, en alguna ocasión, emocionalmente. Si la premisa básica de cualquier The Legend of Zelda es conseguir los objetos especiales para abrirnos paso a nuevas zonas – que aquí también ocurre – Link’s Awakening incorpora una mecánica que posteriormente se añadiría en futuros juegos de la franquicia: el intercambio de objetos. Esta misión trata de dar y recibir un ítem especial entre los distintos habitantes de la isla. Aparentemente secundario, este intercambio tiene un impacto directo en el desarrollo de la aventura y no puedes abandonarla; dicho esto deja de tener categoría de secundaria para ser el objetivo principal para el transcurso natural de la aventura. Esta gran misión alcanza tintes absurdos gracias a la peculiaridad de sus demandantes, créeme.
¿Un Zelda al uso, o un experimento hecho juego?
Si investigas un poco el origen de The Legend of Zelda: Link’s Awakening descubrirás que toda esta locura empezó siendo un proyecto experimental, creado por Kazuaki Morita en sus tiempos muertos. En este proyecto se utilizaba recursos de otros juegos de Super Mario en un kit de desarrollo de Game Boy por el mero hecho de experimentar con él. Lo que Morita no sabía es que Takashi Tazuka, una de las cabezas más representativas de Nintendo tomaría el mando de este proyecto y terminaría transformándose en juego “mainline”. Ahora ya sabes por qué el juego está plagado de referencias a Mario, pero este no es el único cameo que se incluye en el juego. A cierta altura de la aventura nos encontraremos con Richard, protagonista de otro gran juego de Game Boy llamado Kaeru no Tame ni Kane wa Naru (Nintendo, 1992) y tú te preguntaras… ¿Por qué? Pues porque este juego es el precursor de uno de los recursos que también se utilizan en Link’s Awakening y son las fases de scroll lateral y plataformas que encontramos en las mazmorras.
Uno de los detalles más sorprendentes sobre el desarrollo de este juego son sus referencias e inspiraciones. Según comentaba Tezuka al difunto presidente Satoru Iwata en un Iwata Ask con el producto ya terminado y comercializado, The Legend of Zelda: Link’s Awakening se inspiró en la popular serie de David Lynch, Twin Peaks. En 1992 la serie llegó a Japón y supuso un verdadero fenómeno entre la sociedad nipona. Sus personajes y el misterio que les envuelve era una de las máximas del equipo de desarrollo y vaya si lo consiguieron. El juego genera una ambientación mística y sus personajes, extravagantes como ninguno otro en la franquicia, transmiten perfectamente esa sensación, la sensación de ocultar algo.
Es sorprendente como todo encaja a la perfección aun tratándose de un juego de la franquicia Zelda donde, sí, los diálogos son importantes, pero en este juego son determinantes, esclarecedores y raros de cojones debido al calado argumental de la entrega. Además, se han incluido algún que otro evento nuevo e inesperado que ahondaran en esta extraña relación entre Link y los habitantes de la Isla Koholint, y a ti, se te saltará una lagrimita al verlos.
Tras 16 años, todo sigue en su sitio… o casi
Ñacurutúes, botellas, tumbas, paredes débiles para derrumbar con bombas… The Legend of Zelda: Link’s Awakening sigue siendo un Zelda clásico, con un desarrollo clásico que te evocará a épocas de Super Nintendo con A Link to the Past. Pero hay que entender que se trata de una adaptación de un juego de hace, nada más y nada menos, 16 años para un sistema portátil con unas prestaciones limitadas como era Game Boy. Es evidente que encontrarás carencias a nivel de tamaño del mapa y de duración de esta. Lo verdaderamente sorprendente es que, a pesar de tratarse de un juego de Game Boy, la cantidad de contenido y elementos que tiene el título es para quitarse el sombrero. Y qué decir de la dificultad; si bien las mazmorras son cuanto menos curiosas en su diseño, con añadidos totalmente inéditos e irrepetibles, la dificultad ha quedado bastante ajustadas gracias, en gran parte, a la revisión del juego original que salió para Game Boy Color, bajo el sobrenombre de Link’s Awakening DX que añadía una nueva mazmorra y ayudas dentro de las mismas. Aquí, se ha mantenido intacto ese componente añadiendo nuevos, como los marcadores en el mapa, que te permitirán anotar todo aquello que te dejas pendiente con iconos de distinto tipo, lo que te permitirá tener una ayuda en el caso de querer conseguir absolutamente todo lo que oculta el juego.
Otra de las grandes ventajas de jugar a este juego en Nintendo Switch es que ahora se pasa de un juego diseñado para un esquema de control de dos botones de acción a uno con ocho botones, lo que nos permite asignar armas de forma permanente a un botón, como el escudo o la espada, otros de forma intrínseca como puede ser el aro de fuerza, y el resto de objetos clásicos como las bombas o las flechas, asignados a un botón de acción – botones X e Y – como siempre se hizo en la aventura principal. Las de QoL son verdaderamente impresionantes y súper cómodas.
Conclusión
Una de las grandes aventuras de mi vida ha sido esta. Cuando se presentó el juego en el Nintendo Direct del mes de febrero casi me da un patatús y tras jugarlo, solo puedo decir que The Legend of Zelda: Link’s Awakening me ha devuelto a aquella época de una patada en el pecho. Duele como la primera vez, pero siento un dolor dulce, dolor de felicidad, de volver a disfrutar de este título como si fuese la primera vez – y eso que lo he jugado, no sé, ¿mil veces? – pero lo mejor, lo más bonito no ha sido rememorar mis aventuras en la Isla de Koholint; lo más bonito ha sido ver la luz en los ojos de mi hijo, ver como se maravillaba ante esos escenarios llenos de color y alegría. En sus ojos he visto la ilusión que yo tenía en aquella pantalla monocromo y pienso… ¡la hostia! Él también va a tener el privilegio de vivir, por primera vez una experiencia insuperable, al menos como yo conceptualizo una aventura de la saga The Legend of Zelda.
Hacía tiempo que no devoraba un juego de principio a fin, y tenía que ser éste. El juego transmite las mismas sensaciones que su versión original, solo que aparenta más maduro, mejor cocinado. Será porque podemos mover a Link en diagonal, porque las animaciones son la hostia, porque las expresiones de los habitantes y del último héroe son preciosas y llenas de emociones… por todo eso y porque, aun sabiéndome la aventura de memoria, he sentido que había elementos nuevos, ítems añadidos y/o desplazados tales como caracolas, piezas de corazón o más peluches. Los cambios aparentemente son mínimos en su conjunto, pero a medida que desmenuzas el conjunto pieza a pieza, te das cuenta de que todos los elementos que componen este “remake” responden a una adaptación que respeta al máximo la obra original… ¡Y por primera vez en castellano de forma oficial! Y menuda localización. Todo está cuidado al detalle, con un respeto y un gusto exquisito.
Uhú! Este análisis contiene un secreto-spoiler que, si no has jugado jamás al juego, no deberías buscar. The Legend of Zelda: Link’s Awakening es un juegazo.
Nos consolamos con:
- Apartado gráfico y sonoro excepcional, con el añadido «tilt-shift» que le otorga una profundidad y un efecto diorama precioso
- Jugabilidad mejorada, ahora Link se nota que camina en las ocho direcciones
- Es un juego que respeta al máximo la obra original y añade mejoras necesarias de QoL como equipar más objetos de una tirada
- Pese al mundo donde se desarrolla, hay muchos secretos escondidos, nuevas piezas de corazón y más conchas que buscar, además de los añadidos de la versión DX de Game Boy Color
- Localicación oficial por parte de Nintendo… ¡Y qué pedazo de localización!
Nos desconsolamos con:
- Tasa de fotogramas por segundo inestables en muchos casos, esperemos que un parche solucione este problema pronto
- El editor de mazmorras se queda en un simple intento de hacer algo más ambicioso
Ficha
- Desarrollo: Grezzo
- Distribución: Nintendo
- Lanzamiento: 20/09/2019
- Idioma: Textos en Castellano
- Precio: 49,95 €
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