Los juegos de fantasía oscura están de moda. Si hace unas horas analizábamos el brillante, casi perfecto, Dark Souls III, hoy toca hablar de un título nacido de la financiación Kickstarter y apoyado por un millar de heavies melenudos deseosos de vivir la experiencia Slain! Y es que el trabajo de Wolf Brew Games tenía todos los ingredientes para ser un éxito rotundo: ambientación oscura y sangrienta, dirección artística sobresaliente, música aparentemente cañera, sangre, dificultad, un vikingo melenudo con ganas de destruirlo todo… Y tras varios retrasos (el título se esperaba para antes de empezar 2016) llegó la actuación en vivo y en directo.
¿Recuerdas aquella sensación de ir una tienda de discos y encontrar, en la sección más oscura del metal, un compacto con un logo impronunciable (e ilegible) y con una portada tan aterradora como cutre? ¿Recuerdas cuando depositabas la mayor de tus confianzas en aquel trozo de plástico simplemente porque pintaba “bien”? “Deben ser muy chungos” – pensabas, o “Contra más ilegible sea el logo, mejores son” – Ah! Aquella maravillosa ecuación… Y claro, abrías tu compartimento de Compact-disc en tu radiocasete de lata, insertabas aquel disco y empezaba a sonar la peor cantata que jamás podrías haber llegado a imaginar que alguien espetara. Pues algo parecido, o muy similar, es lo que me ha ofrecido Slain! con tan solo media hora de juego. Y aquí no puedes saltar de canción en canción con la esperanza que alguna pueda sonar bien… ¡El concierto que conforma Slain es un completo desastre!
El cantante, borracho, no recuerda nada
Cuando empieza un concierto y ves al vocalista con una cerveza en la mano, dando tumbos de lado a lado por la tarima sabes dos cosas: que acabas de perder tu valioso dinero y que puedes acabar con una brecha en la cabeza. Slain! comienza de forma bastante ridícula, todo sea dicho. Una especie de destello llega hasta la tumba de Bathoryn, nuestro “héroe” y con la premisa de “tu hijo de necesita” o “el mundo llora sangre de nuevo”, obligan al melenudo salvador a levantarse de su tumba al grito de “YO NO TENGO NINGÚN HIJO, HIJOS DE PUTA DEJARME DORMIR” para, seguidamente, empezar a soltar mandoblazos a todo y a todos sin un objetivo concreto… Bueno sí, te acaban de despertar diciendo que tienes un hijo y que tienes que salvar al mundo de una horda de demonios… Dime tú si eso no se parece a querer emborracharte. En realidad, la historia del juego gira en torno al objetivo principal de Bathoryn es liberar 7 torres de 7 grandes señores de la oscuridad. Un detalle sin importancia que no merece ser mencionado durante los primeros compases de la aventura… ¡Claro!
Quizás la historia es lo que menos nos importe, estamos bastante acostumbrados a plots insulsos o lleno de clichés, esta vez demoníacos, pero clichés al fin y al cabo. Si tan solo queremos vivir una aventura llena de trampas, sangre y metal, Slain! cumple, con muchísimas trabas; desde una jugabilidad robótica y muy poco fluida, hasta un diseño de niveles basado en activar interruptores y alzarse por los aires con improvisadas catapultas, pasando por un combate ortopédico y sin apenas posibilidades. todo esto forma un conjunto, una actuación, una ejecución paupérrima, desastrosa y una inexperiencia por parte de Wolf Brew Games muy palpable en casi todas sus facetas.
El bajo suena demasiado alto y tapa al resto
Nada más iniciar Slain! algo empieza a oler mal. El sistema de combate es sencillo, tenemos un botón de acción que si lo pulsamos repetidas veces, realiza un.. errr… ¿combo?. Luego tenemos un movimiento único y más potente y un botón de salto. Además Bathoryn tiene una barra de maná que sirve para lanzar bolas mágicas que infligen mucho más daño. Más adelante podremos transformarnos en lobo pero me apuesto muchos de mis dedos a que nadie ha sido capaz de llegar hasta esa parte, dadas las circunstancias. Nos encontramos ante un sistema de combate simple, sin colisiones, sin efectos sonoros relevantes, con tres golpes contados que se repetirán durante toda la aventura, una y otra vez.
El único aliciente que tiene el juego a nivel jugable es que tenemos diversos tipos de armas que podemos cambiar durante la aventura. Desde una espada de fuego hasta un hacha que emana una luz celestial y reparte lo que no está escrito. Un tipo de arma es más o menos sensible a cierto tipo de enemigo, incluso obligatorio si queremos matar a un tipo concreto de monstruo. Ahora bien, debes seleccionar bien qué power-up utilizar ya que el catálogo de movimientos y combos de cada arma varía, dejándonos vendidos a las fauces del rival en más de una ocasión si la susodicha arma no le hace el daño que le tiene que hacer. Tras lanzar tres golpes, nuestro personaje queda vendido ante el enemigo y tarda unas centésimas de segundo en volver a reaccionar, morirás en ese instante miles de veces, o dos para toda la aventura, dependiendo de tu paciencia con el juego.
Wolf Brew Games nos describe el juego como una aventura con un combate inspirado en el Heavy Metal, con elementos de puzle y galones gore. Si se refieren a un temprano disco de Burzüm, sí, está inspirado en el lado más salvaje y oscuro del metal.
El guitarra ha roto todas las cuerdas
Slain! no es harmónico, es bastante caótico en su planteamiento. Nada más comenzar nos da la sensación de estar en un Castlevania clásico, donde simplemente tenemos que avanzar y plataformear, pero luego quiere transformarse en Symphony of the Night ofreciendo interruptores, llaves y transformaciones horribles de controlar, pero luego aspira a querer ser un Souls con jefes finales más duros, combates exigentes y con un nexo que une todas las fases disponibles en el juego. Nota divertida: no hay forma de volver al hub una vez dentro de un nivel porque aquí no hay inventario, tan solo tenemos ítems repartidos por todos los mapas que recuperan maná y salud… ¡Ah! Y checkpoints, menos mal, solo faltaba eso para no volarnos la puta cabeza.
Cada nivel representa una torre y todos son tan dispares que podría llegar a ser atractivo. Soy muy partidario de mezclar géneros y eso me encanta en un videojuego, la versatilidad, pero exijo que si un estudio es camaleónico, lo haga bien, o como mínimo, que no sea un sufrimiento continuo por culpa del desarrollo. Slain! es el ejemplo perfecto de cómo no encontrar tu lugar. Cada nivel es más complicado que el anterior, y ya no hablo de dificultad, que la tiene; hablo de diseño de niveles, de cómo el control destruye cualquier tipo de experiencia y también de cómo la simpleza de sus mecánicas y de lo poco profundo que es machaca cualquier esperanza de que el juego prolifere a algo más grande. Estoy seguro que la idea del estudio era casi tan ambiciosa como su dirección artística que, recalco, es deliciosa pero huele a que desarrollar esto les ha traído por el camino de la amargura.
El batería ha roto las baquetas
El estudio describe Slain! como “un juego que tiene el verdadero gameplay de antaño, con un combate clásico acompañado con la banda sonora más metalera que hayamos escuchado jamás en un videojuego”. Lo primero lo hemos dejado bien claro; bien, no nos han engañado. El juego es totalmente old-school pero lo de la banda sonora chirría. El juego tiene un pequeño loop que se va repitiendo constantemente durante todo un nivel y si la fase es muy larga (las hay muuuuuy largas) vas a acabar hasta los cojones del temita de mierda. Para mí, la música es importantísima en un videojuego. Es, de hecho, lo que construye un universo, lo que lo hace más grande, más disfrutable, es incluso capaz de otorgar una identidad y aquí, en Slain! nada cobra sentido por su banda sonora, ni siquiera son temas memorables para alguien como yo, que lleva mamando Metal más de media vida.
Para rematar, apenas se escuchan efectos sonoros, los movimientos son tan poco contundentes que, si ni siquiera lo potencias con dureza sonora parece que vayas partiendo mantequilla en vez de cráneos y costillas. Podemos hacer la prueba entrando en las opciones del juego y quitar la música para escuchar el trabajo realizado en este apartado para darte cuenta que Slain! necesitaba madurar mucho más, si es que realmente necesitaba madurar en algo y no morir en la cuneta, como el proyecto que pudo ser algún día.
En definitiva: “Sonáis a puta mierda”
Conclusión
La peor experiencia de 2016. Todas las ilusiones destruidas por un control nefasto mezclado con un level design exigente con los controles, imaginad la frustración que puede llegar a generar eso. Y por lo que se ve, no mejorará, salvo un parche que corregirá la respuesta si juegas con teclado y ratón, ya que tiene un input lag lo suficientemente largo como para pedir la devolución del dinero de forma instantánea a Steam tras lanzar el primer mandoblazo. Lo único destacable es el apartado artístico, el precioso trabajo realizado a nivel de pixel art; el resto es todo demencia: la música, que podría haber llegado a ser algo realmente potente, es repetitiva, mosqueante, sin apenas efectos sonoros. En definitiva, es un despropósito, una decepción, un verdadero fiasco que, visto lo visto, parece insalvable por muchos parches que se le aplique.
Entiendo que Slain! es un juego que quiere recrear aquellos maravillosos Castlevania de los 80 y 90 pero coño, que los juegos de Konami de antaño son mucho mejores, más estables, más fluidos y pese a tener mecánicas igual de simples, responden infinitamente mejor. Hay muchos, muchísimos juegos que intentan trasladar todo aquello que adoremos en su momento pero con la ventaja que la tecnología también ha avanzado, permitiendo crear productos retro verdaderamente potentes y profundos. Esto es, simple y llanamente, un querer y no poder, otro ejemplo más que Kickstarter necesita un standard de calidad, unos mínimos que cualquier estudio debe cumplir, con o sin el dinero necesario.
Nos consolamos con:
- Su diseño artístico
- Variedad y diseño de armas
Nos desconsolamos con:
- Prácticamente todo, gameplay, diseño de niveles, banda sonora, respuesta del personaje. Algo para olvidar.
Ficha
- Desarrollo: Wolf Brew Games
- Distribución: Wolf Brew Games
- Lanzamiento: 25/03/2016
- Idioma: Inglés integro
- Precio: 14,99€
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