“La victoria de hoy es sobre tu yo de ayer, la de mañana será sobre un hombre inferior.”
——————–
Por favor, tome asiento. La última sesión me habló de aquel trauma… el de Sekiro. Sé que se le hizo difícil superarlo, pero creo que conseguimos importantes avances. No obstante, me hallo preocupado; cuando me llamó para pedir otra cita, volvió a mencionar algo que esperaba que hubiera dejado usted atrás; samuráis, déjà vu, desorientación, paranoia… ¿Por qué volver a todo eso? ¿Por qué no evitar todo ese estrés, todas esas experiencias tensas y complejas que le atascan emocionalmente? A todos nos toca sufrir a veces, pero ¿buscar el sufrimiento de forma voluntaria? Eso es algo mucho más peligroso. Aunque me apena, me veo obligado a aumentar la dosis de la medicación por su propio bienestar. Espero que regrese a la senda correcta pronto para que podamos continuar con la curva de mejoría previa y así… espere, espere un momento, qué lleva ahí. ¡Pero qué, cómo ha entrado con una katana a mi consulta! ¡Me veré obligado a llamar a la policía si no… si no…! ¡No! ¡Quédese ahí sentado! ¡Aléjese de mí! ¡Está usted loco! ¡No puede hacer esto! ¡No pue…!
——————–
«Sí, eso debería valer.»
——————–
Katana Zero es un juego de acción en 2D en el que controlaremos a un samurái en un mundo de ciencia ficción lleno de personajes peculiares, sustancias sospechosas y luces de neón. Lo primero que sorprende y que hay que destacar es que el juego probablemente no sea lo que te esperes si solo has visto algún vídeo de él por ahí en el que el combate destaca por su propia espectacularidad. Sí, el combate será un factor importante y desde luego tan veloz y espectacular como parece (a veces incluso más); sin embargo, pronto nos daremos cuenta de que su relevancia no es mayor a la de la propia historia que iremos descubriendo y que, por su buen hacer, conseguirá presumiblemente situarnos en un escenario en el cual esta sea nuestra principal razón para querer continuar la aventura, en lugar del gameplay.
Así pues, nos encontraremos con una experiencia con un importante foco narrativo que alternará acción e historia a partes iguales. Comenzando con la acción, tenemos pequeñas pantallas individuales en las que tocará acabar con todos los enemigos humanos sin recibir un solo golpe para poder avanzar a la siguiente. Para ello, deberemos servirnos de toda la variedad de posibilidades que nos ofrecen las habilidades de nuestro ninja-samurái, un implacable asesino por encargo que salta, esquiva, golpea, devuelve disparos, utiliza objetos y el propio entorno de la forma más letal posible; y por si esto fuera poco, también puede ralentizar el tiempo y posee una capacidad premonitoria que le permite explorar tantas vías de acción como desee dentro de una escena hasta encontrar aquella que lo lleve a cumplir su objetivo de forma óptima.
Esto último sirve como excusa dentro del juego para que podamos repetir cada pantalla todo lo que haga falta y que tenga sentido que nuestro personaje “resucite” una y otra vez. Además, la posibilidad de ralentizar el tiempo será clave a la hora de realizar movimientos que exigen reflejos y precisión absoluta y añadirá una tremenda espectacularidad adicional. Al superar cada pantalla también podremos ver una repetición de todo nuestro paso por ella en un formato visual que imita al de una cinta de vídeo reproduciéndose en una tele de tubo. (De hecho, si morimos, esta cinta «rebobina» hasta el punto inicial de la pantalla.) En estas repeticiones que aportan a la sensación de paranoia general que pretende transmitir la experiencia -pues parece que alguien nos vigila y registra en todo momento- la cámara lenta no se mostrará, por lo que veremos en tiempo real incluso lo que hemos hecho con el tiempo ralentizado, enfatizando así la sensación de que somos asesinos implacables y extremadamente habilidosos… aunque en realidad hayamos muerto veinte veces y necesitado la ayuda extensamente diferenciadora de esa cámara lenta.
Y es que Katana Zero no es para nada fácil, como ya adelantaba nuestro -en paz descanse- psiquiatra. Harán falta reflejos, precisión y mucha práctica para dominar los retos que se nos pongan por delante; pero no bastará con eso, porque para superar muchas secciones tendremos que ir probando distintas opciones estratégicas hasta encontrar la correcta que nos facilite el camino, como si el diseño de niveles plantease una especie de puzles. Desde luego, este no es un juego apto para todo el mundo, pero tampoco roza una dificultad que requiera una cantidad absurda de intentos y autocontrol. Al final del día, el propio diseño contempla el casi seguro hecho de que moriremos con frecuencia y lo incorpora a la experiencia con acierto, pero siendo esta en todo momento justa y evitando que el ritmo narrativo se estanque junto al jugador en algún punto. Así que sí, es más difícil que otros títulos, pero asequible igualmente.
Volviendo al tema de la historia, no hay demasiado que se pueda contar de ella sin entrar en el terreno de los spoilers, ya que se basa en su capacidad para ir fragmentando la información que el jugador recibe en su justa medida. Lo que sí que podemos contar es que la premisa básica será la de ir desentrañando el misterio de quiénes somos nosotros mismos y de qué secretos esconde todo el mundo que nos rodea, del que vamos aprendiendo detalles relevantes que se nos dan de forma sutil, presentándose como constante en medio de todo esto una aún más extraña cuenta atrás, presagio de algún evento crucial que acecha en ascensión. Toda la historia seguirá, por ello, una estructura de misterio en forma de puzle incompleto que deberemos ir ordenando como podamos. Y no solo queremos resolver este puzle porque la historia sea interesante por sí misma, sino sobre todo por cómo se va contando e implementándose a la perfección, como comentábamos, con las propias fases jugables.
Si bien al principio avanzamos por los niveles con la intención de “partir la pana” con nuestro estilazo de ninja, no tardaremos mucho en empezar a plantearnos la naturaleza de nuestros actos. Cada clase de enemigo se humaniza para intentar crear la sensación de que estamos asesinando a seres humanos, más que a píxeles (incluso se dan excusas para justificar por qué hay tantas personas que parecen exactamente iguales). Pero, sobre todo, notaremos la falta de piezas en el puzle de la que hablamos; una falta flamante y desesperante. Sabemos que nos ocultan mucho y queremos saber más, no solo por curiosidad, sino también por miedo, desconfianza y preocupación por ciertos personajes que iremos conociendo. ¿Qué es lo que no sabemos? ¿Los pone eso en peligro? Puede que no sea nada grave… o puede que sí. Por si acaso, damos espadazos de ciego, masacrando a muchos por el camino, rezando por no descubrir algo que nos asuste tanto como tememos, pero sintiéndonos inevitablemente atraídos por la excitación que produce esa clase de terror; el terror del descubrimiento.
Lo que sí que no nos asustará descubrir será el impecable apartado gráfico pixel-art que veremos en todo momento, con sprites cuidadísimos en forma, detalle y animación que rozan la perfección y consiguen crear efectos visuales tan impresionantes como narrativamente reveladores. Esto se suma a temas musicales con aire de cyberpunk ochentero que acompañan muy bien a toda la experiencia con potentes melodías (aunque para mí tampoco destaquen especialmente), efectos de sonido de altísima calidad y a una buena historia contada de forma original que aprovecha las posibilidades del medio, donde nuestras decisiones tendrán también un peso considerable, pudiendo elegir la mayor parte del tiempo qué hacer o decir y cómo y cuándo hacerlo en un formato cuya variedad de posibilidades y forma de presentarlas en el sistema de diálogos puede llegar a recordarnos incluso a una novela visual (salvando las distancias, claro está) por momentos y que, además, deja la puerta abierta y en tus narices para una más que probable segunda parte.
Porque por mucho que lo jugable sea veloz, asombroso, divertido y presente la variedad y extensión justas para no cansarnos y que la historia sea interesante y se cuente de un modo efectivo y original, nada de esto consigue entusiasmarme del todo como cabría haber esperado. Se nota esa segunda parte que aún está por venir. Se nota que estamos ante la primera pieza de un puzle mayor que todavía ha de presentarse. Sí, es una primera pieza más que sólida, pero pienso que solo presenciaremos su verdadero potencial cuando encaje con el resto. No hay que malinterpretar estas palabras, pues la experiencia que aquí tendremos sigue siendo magnífica y completa a pesar de no durar más de unas cuatro o cinco horas, pero no puedo evitar sentir que todavía está por llegar el momento en el que el talento del pequeño estudio encargado de este título se muestre en todo su esplendor y podamos disfrutar de algo incluso más especial y genial que lo que ya tenemos.
Conclusión
Katana Zero te apuñala desde el primer momento y con brutalidad en tus mismísimas entrañas, provocándote una hemorragia de satisfacción pixelada y empapándote de acción velozmente espectacular y una trama de misterio excelentemente contada que te sumerge de lleno en su mundo de ciencia ficción repleto de personajes peculiares, sustancias sospechosas y luces de neón.
Mucho me temo que, al contrario que en el propio juego, en cuanto probéis este título no habrá marcha atrás para vosotros.
Nos consolamos con:
- Jugabilidad veloz (hasta en cámara lenta), espectacular y muy divertida.
- El impecable apartado gráfico pixel-art.
- Una historia muy bien escrita (a destacar aquí la excelente labor de traducción) que sorprende…
Nos desconsolamos con:
- …pero que quizá deja con demasiada miel en los labios.
- Pese a ser genial, se podría haber explotado algo más lo jugable.
- La posición en la que los enemigos reaparecen cada vez que morimos a veces varía de forma un tanto aleatoria y puede llegar a perjudicar al jugador como no es debido.
Ficha
- Desarrollo: Askiisoft
- Distribución: Devolver Digital
- Lanzamiento: 18/04/2019
- Idioma: Español
- Precio: 12,49 €
Deja una respuesta