9

Eye of the Temple

Eye of the Temple

Desde que vimos Indiana Jones, todos hemos querido imitar al famoso arqueólogo en algún momento de nuestra vida. En los videojuegos, pudimos hacerlo al controlar a Lara Croft y a Nathan Drake, pero gracias a la VR, ha llegado el momento de convertirnos nosotros en los mejores aventureros de la historia gracias a Eye of the Temple. En este título desarrollado por Runevision (estudio formado por una única persona) se va a usar al máximo el Room Scale, o lo que es lo mismo, movernos físicamente nosotros por el entorno de juego.

Así que, como un explorador que debe buscar el Ojo, un objeto mágico en un templo que es una mezcla de maya y pre-colombino, cogeremos una antorcha, el látigo y nuestro ingenio para superar mortales trampas y resolver toda clase de acertijos.

La trama de Eye of the Temple es lo más secundario de la experiencia, y sólo se nos contará si activamos una serie de estatuas de un ave, que también servirá de guía para saber hacia dónde dirigirnos en este laberíntico templo. En esencia, la Oscuridad fue sellada en el Ojo, teniendo que ir algún aventurero cada X tiempo para comprobar que todo va bien. Tras mucho tiempo sin que nadie vaya a rezar al templo (igual tantas trampas echaron para atrás a los feligreses, así como idea), el hechizo está en las últimas, por lo que nuestra misión será de extrema importancia para salvar el mundo.

Los 2x2 metros mejor aprovechados de la historia

Como decía antes, Eye of the Temple se basa en el uso del Room Scale, siendo totalmente necesario el uso de una zona de juego de 2×2 metros, o lo que es lo mismo, 4 metros cuadrados. ¿El motivo? Que no podremos mover a nuestro avatar usando los sticks del mando, sino que nos tendremos que desplazar físicamente por el entorno. Esto ya da automáticamente más inmersión al juego que en prácticamente cualquier otro título de la VR, acercando la experiencia a lo que nos podemos encontrar en salas arcade como Zero Latency o similares. Eso sí, sólo hay que andar o agacharse, sin tener que correr o saltar.

Para mantenernos dentro del espacio de juego, el mundo está diseñado de tal forma que nos moveremos por plataformas móviles. Algunas serán simples cuadrados, teniendo «solo» que cambiar de plataforma cuando estemos al lado de otra. Otras serán una especie de rodillos, teniendo que andar en la dirección opuesta al movimiento para no caer al vacío. Son dos acciones muy sencillas, pero tremendamente efectivas, y en lo que se basa todo Eye of the Temple.

Para animar la cosa, junto a este movimiento tendremos que sumar el necesario para evitar trampas como pilares laterales que nos dejarán al borde de la plataforma, otras zonas donde agacharnos para no comernos un muro, o incluso para evitar tanto llamaradas como hachas gigantes, por citar unos cuantos ejemplos. ¿Lo mejor de todo? El increíble diseño de los niveles, ya que pese a simplemente dar unos pocos pasos para no salirnos de los 2×2 metros, sentiremos que realmente estamos moviéndonos por una gigantesca (y laberíntica) estructura, olvidándonos de dónde estamos en la vida real para trasladarnos al 100% a este peligroso templo.

Eye of the Temple

Aquí mi látigo y aquí mi antorcha

Junto a la esquiva de trampas, también tendremos que resolver una serie de puzzles en Eye of the Temple. No son muy complejos, al basarse la mayoría en activar palancas para rotar partes del escenario o plataformas hasta que se alineen de la forma correcta.

La gracia está en que algunos de los mecanismos están bloqueados de serie, teniendo que usar el látigo y/o la antorcha para poder progresar. Esto también sirve para crear una dirección muy clara que seguir a través de todo el templo, ya que el juego es un único macro-nivel, desbloqueando más accesos a medida que vamos activando más mecánicas.

Con el fuego, podremos encender la antorcha y así activar ciertas puertas o mover ciertas plataformas. Más adelante, podremos incendiar el látigo para encender farolas que están lejos de nuestro alcance, y luego remataremos con una vagoneta que nos permitirá movernos por todo el templo y acceder a nuevas regiones. Es una progresión muy natural, sin tener que usar ningún tipo de textos o marcadores intrusivos en pantalla, ya que sólo con jeroglíficos en las paredes o el ave que nos guía, podremos saber perfectamente hacia dónde dirigirnos en todo momento para progresar en la aventura.

Eye of the Temple

Animando a explorar hasta el último rincón

Algo que todo buen explorador debe hacer es mirar debajo de cada roca, y eso es algo que Eye of the Temple logra hacer desde el primer momento. Ya en la primera zona veremos la vía para la vagoneta que luego activaremos, o podremos vislumbrar zonas lejanas con plataformas que terminaremos visitando tarde o temprano.

Como buenos caza-tesoros, también tendremos que recoger las gemas que nos encontremos, ya sea rompiendo vasijas con el látigo, o moviendo los brazos al movernos por las plataformas. Estas joyas las podremos cambiar por otras de mayor nivel en unos puntos específicos, para luego con ellas activar unos tótems repartidos por todo el templo. Hacer esto es clave para lograr el mejor final posible, y de paso, tener una ayudita extra en la pelea final.

Si seguimos explorando, podremos dar con zonas secretas, donde nos enfrentaremos a retos más complicados que en el resto del juego, y aumentarán notablemente la duración. Jugando de forma norma, Eye of the Temple nos durará unas 4 horas fácilmente. Si queremos conseguir el 100%, esta cifra subirá un par de horas. Después, podremos activar el modo Speedrun para ver lo rápido que avanzamos por todo el templo, así que estamos ante un título bastante completo para lo típico de los indies, y sobre todo, la VR.

Eye of the Temple

¿Hay algún experto en látigos en la sala?

Obviamente, Eye of the Temple no es perfecto, ya que hay ciertos elementos que no terminan de funcionar todo lo bien que deberían. Lo principal es el látigo, ya que es casi imposible ser totalmente preciso con él. Cuando estamos en una zona tranquila no hay problema, ya que lo intentamos hasta que enganchamos el látigo a una palanca y solucionado. El problema está cuando estemos en una zona donde debemos hacerlo en un breve espacio de tiempo, lo cual puede resultar un poco frustrante.

La otra pega es que el combate es increíblemente simple. En algún momento aparecerán unos escarabajos de piedra a los que arrear con el látigo… y ya. Entiendo que el juego no se basa en esto, pero habría ayudado a la variedad el tener algún tiroteo, usando igualmente el Room Scale para que físicamente usemos las coberturas mientras disparamos a los enemigos.

Por último, está el tema de la gestión del cable. Al movernos todo el rato en una zona pequeña, si jugamos con cable, éste va a acabar enrollado sin remedio alguno. Otras veces, igual podremos tropezarnos con él, por lo que hay que ir con mucho cuidado. Es algo que anima a jugar empleando métodos inalámbricos, ya sea Air Link o Virtual Desktop en el caso de emplear Oculus/Meta Quest. Este es un aspecto donde el título se beneficiará enormemente si se realiza finalmente una adaptación a Quest 2, como ha comentado el desarrollador por redes sociales y en este post-mortem.

Eye of the Temple

Trampas hasta donde llega la vista

En la parte visual, Eye of the Temple funciona a las mil maravillas. Uno de los motivos por los que se nos anima a explorar tanto es que siempre veremos en la distancia alguna parte atractiva en cuanto a diseño, con sus plataformas móviles y demás. Bueno, pues más adelante, llegaremos allí. Por tanto, la distancia de dibujado es excelente, ofreciendo un muy buen nivel de detalle tanto para los elementos más cercanos, como para los lejanos.

La iluminación está muy bien conseguida cuando estamos en una zona oscura y nos alumbramos con la antorcha, teniendo así más motivos para estar inmersos en esta fantasía a lo «Indiana Jones». Que no haya ningún tiempo de carga ni nada que rompa el viaje por el templo es todo un logro, y de nuevo, ayuda a mantener la inmersión. Algo que me parece digno de elogio es lo bien integrado que está LIV, pudiendo mostrar el juego con ángulos de cámara casi propios de un juego de cámara fija a lo Resident Evil, algo que podéis ver en el vídeo-análisis del juego.

El sonido es lo menos destacable. Tanto los efectos sonoros como la voz en inglés que nos narra la historia (hay textos en castellano) están bastante bien, pero he echado en falta más música. Suena en momentos muy, muy puntuales, pero no termina de reforzar el viaje tan épico que estamos viviendo.

Eye of the Temple

Conclusión

Eye of the Temple es una de las experiencias más inmersivas, espectaculares y divertidas que he vivido nunca en Realidad Virtual. Así de simple. Apenas hay juegos que aprovechen a este nivel el Room Scale, convirtiendo una zona de 2×2 metros en un templo gigantesco donde el que perdernos esquivando trampas y resolviendo toda clase de rompecabezas.

El increíble diseño de niveles logrará que nos movamos por este espacio físico sin darnos cuenta mientras seguimos explorando el templo, quedándonos con la boca abierta con cada nueva localización, conjunto de trampas y nuevas mecánicas a usar. Todo con esa sonrisa constante que nos deja claro lo mucho que estamos disfrutando del viaje.

No hay apenas juegos que nos hagan vivir lo que Eye of the Temple logra desde el principio hasta el final. Ojalá haya una secuela, porque este concepto pide a gritos ser explorado en mayor profundidad en el futuro con más trampas, más mecánicas, más puzzles y más acción. Aun así, el viaje que Runevision ya nos ofrece se nos quedará grabado en el cerebro, porque esta vez no son el Doctor Jones, Lara Croft o Nathan Drake los que han descubierto estas ruinas, sino nosotros mismos.

9

Nos consolamos con:

  • Inmersión máxima al tener que movernos físicamente por el entorno
  • Fantástico diseño de niveles para no romper nunca la inmersión
  • Cómo el juego te anima a explorar hasta el último rincón
  • Algo totalmente único en la Realidad Virtual
  • Integración sensacional con LIV

Nos desconsolamos con:

  • Se necesitan sí o sí 2×2 metros para jugar, algo de lo que no dispone todo el mundo
  • Si jugamos con cable, podemos tropezarnos con él si no vamos con cuidado
  • El látigo no es nada preciso
  • Se echa en falta una mayor banda sonora

Análisis realizado gracias a una copia comprada en Steam.

Ficha

  • Desarrollo: Runevision
  • Distribución: Runevision
  • Lanzamiento: 14/10/2021
  • Dispositivo VR usado: Oculus Rift S
  • Idioma: Textos en Castellano y Voces en Inglés
  • Precio: 16,79 €

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *