Me encanta cómo los deportes más extremos están viviendo una época dorada gracias a la Realidad Virtual. Al fin y al cabo, estamos teniendo exponentes de casi todos los deportes posibles, como el vuelo con traje aéreo gracias a Rush, el skate con el brillante VR Skater (pese a estar solo en Early Access), o incluso el esquí de una manera musical con Descent Alps.
El snowboard también estaba haciendo sus pinitos gracias a Powder VR, pero casi de la nada ha salido Carve Snowboarding, con unas credenciales espectaculares que animaban mucho a la ilusión. Detrás del juego se encuentra Chuhai Labs, un estudio formado por Giles Goddard, el creador del archipopular 1080º Snowboarding. Con la idea de trasladar esa pasión por el deporte junto a la inmersión de la Realidad Virtual, nos encontramos esta propuesta, por ahora en exclusiva para Oculus Quest. Olvidaos del calor, que toca abrigarse para descender las montañas más vertiginosas del mundo.
Como suele ocurrir en estos juegos para VR, antes de empezar a hacer el loco con la tabla, es esencial aprender a moverse con ella. Porque sí, podremos ser unos amos en SSX, pero eso no se va a trasladar en nada tangible cuando empecemos a jugar a Carve Snowboarding, os lo garantizo. Para empezar, el título nos da la opción de jugar tanto sentados como de pie, siendo esto último lo preferible para aumentar. Después, habrá que ponerse en posición «regular» o «torpe», o lo que es lo mismo, con el cuerpo de lado para tener la pierna izquierda o derecha como «timón» de la tabla. Es decir, la misma posición que tendríamos si nos subiéramos a un snowboard de verdad.
Después, para controlarlo todo, Carve Snowboarding apuesta por la sencillez, pero al mismo tiempo, la inmersión. Como suele ser ya normal en estos juegos, las manos simulan el movimiento de los pies, de manera que hacia donde apuntemos con las manos, allí iremos. La mano que esté mirando al frente será la principal para marcar la dirección, con la otra ayudando a tomar mejor las curvas gracias a la inclinación que tomemos. Como tal, nuestro cuerpo no afecta al movimiento, lo cual es curioso, al ser algo totalmente opuesto a lo que ofrecen tanto Descent Alps como Powder VR.
Después, para saltar, tendremos que hacer que los pies se levanten del suelo, por lo que «simplemente» levantamos las manos. Es algo muy sencillo e intuitivo, lo que garantiza que al poco de arrancar Carve Snowboarding ya estemos descendiendo montañas sin excesivos problemas. Sin duda, el realismo no es lo que busca el juego, sino la accesibilidad. Eso no quita que nosotros sí que podamos simular el movimiento del cuerpo, algo que recomiendo bastante (excepto el de saltar, eso sí), ya que incluso nos ayudará a movernos con más precisión que si lo hiciéramos al tuntún.
Pero claro, no solo vamos a movernos y dejar que la gravedad siga su curso, sino que tenemos que lucirnos, y para eso están los trucos. El sistema es bastante sencillo, al poder agarrar diferentes puntos de la tabla con la mano al apretar el grip de los Touch Controllers. De esta manera, si saltamos y agarramos algunas partes en concreto, realizaremos el truco de turno. También le podemos sumar giros al dejar que la tabla dé vueltas con el gatillo de los mandos, sin olvidarnos de grindear los obstáculos del entorno, claro. No es un sistema de trucos muy complejo, ya que curiosamente, aquí sí se apuesta algo más por el realismo.
Puede que suene a mucha información, pero cuando empezamos a jugar, todo resulta muy sencillo de entender, y «solo» queda dominar estas mecánicas. Para ello, tendremos a nuestra disposición 6 niveles de lo más completos, donde participar en contrarrelojes o pruebas de puntos. La progresión del juego es muy clara, al tener que conseguir medallas entre ambos modos para desbloquear el siguiente nivel, lo que nos fuerza a probar ambas modalidades e ir mejorando en ambas.
Además, cada nivel tiene muchos objetos coleccionables, como nuevos guantes o tablas, o incluso música. Todo lo podemos inspeccionar después en la cabaña, un menú principal interactivo muy trabajado, con elementos interactuables, un perro al que acariciar, y en definitiva, una zona donde descansar un poco de tanto descenso.
Las fases de Carve Snowboarding están muy bien diseñadas, al ofrecer muchas rutas alternativas, ya sea para esconder los coleccionables, o para favorecer diferentes estilos de juego. Además, no son cortas, durando todas ellas más de un par de minutos (sin ir excesivamente deprisa), por lo que si las queremos dominar, tenemos que ser pacientes, puesto que una montaña no se conquista en un solo día.
Como os podéis imaginar, a cada nivel que avancemos, mayor será el reto, gracias a unas condiciones más complicadas, rutas llenas de más obstáculos, y hasta objetivos más desafiantes. Por ejemplo, el primer nivel es bastante recto y tranquilo, pero más adelante, llegaremos a adentrarnos en cuevas donde el hielo sustituye a la nieve, alterando en el proceso nuestra capacidad de control.
En este sentido, Carve Snowboarding me ha recordad en su planteamiento mucho a los Tony Hawk clásicos, al ofrecernos unos escenarios con mucho que hacer, y que tendremos que repetir hasta exprimirlos al máximo. Esto se traduce en este caso en buscar las mejores rutas para el tiempo, y las mejores zonas donde hacer trucos para conseguir unas puntuaciones de escándalo.
De estas dos modalidades, personalmente me quedo con el contrarreloj. Me he picado mucho para conseguir las cuatro medallas disponibles de este modo, llegando hasta estar en el Top 100 (o a veces Top 50) de los tiempos a nivel mundial. Uno de los motivos es la capacidad estratégica y de reacción necesarias para triunfar. Durante el recorrido, veremos diferentes carteles que indican la dureza de la nieve o la presencia de trucos, además de poder verlo nosotros mismos de un vistazo. Cada tabla tiene unas estadísticas que la hacen ser más veloz sobre un tipo de nieve en particular, por lo que ver por dónde nos conviene pasar en base a nuestra tabla y el propio recorrido es esencial para obtener los mejores tiempos.
Además, el control solo para el movimiento es genial y preciso, notando una gran sensación de velocidad que hace el descenso una auténtica delicia. Incluso Chuhai Labs ha pensado en el tema del confort, al no lanzarnos al suelo cuando nos choquemos, sino que nos ponen nieve en la cara (que podemos quitarnos con la mano) para taparnos la visión. Hay otras opciones, que hacen de Carve Snowboarding una experiencia menos intensa de lo que uno se podría pensar inicialmente.
Con la parte de los trucos tengo algún que otro problema más. El icono que tenemos en pantalla para mostrarnos en qué parte de la tabla nos agarramos, o cuándo un truco se considera finalizado, me parece genial. Sin embargo, hay una pega importante: con la mano controlamos la dirección de la tabla, por lo que al moverla para agarrar una parte de la tabla, ésta se moverá. Esto provoca que algunos trucos cueste más de la cuenta hacerlos, ya que intentaremos agarrar el snow, pero éste no parará de girar.
De hecho, es bastante absurdo que no haya un listado de trucos dentro del juego, ya que algunas medallas consisten en hacer uno en particular. ¿Cómo quieren que sepa lo que es un Truck Driver? Lo bueno es que, si vemos en internet cómo se hacen estos trucos en la vida real, sabremos cómo hacerlo en el juego, ya que se han basado en los mismos puntos de agarre. Es un toque que me ha gustado de Carve Snowboarding, pero obligarnos a mirar fuera del propio título es bastante absurdo. Que ojo, igual están en algún menú oculto, pero debido a la nefasta traducción al español («de pie» lo han traducido como «parado», por ejemplo), no lo he encontrado por ningún lado.
Quitando esta imprecisión y el desconocimiento del nombre de los trucos, la verdad es que es divertido ver cada nivel de una forma completamente diferente. Ahora la velocidad pasa a estar en un segundo plano, ya que el buscar raíles desde los que grindear, crear combos y dar grandes saltos es lo que nos asegurará unas buenas puntuaciones. Un detalle que me ha encantado es cuando hacemos un truco, y entonces vemos su nombre aparecer en letras gigantes desde el suelo, algo tremendamente arcade, pero que le da mucha personalidad a este Carve Snowboarding.
Sobre la jugabilidad, la otra gran pega viene por el aspecto físico del juego, ya que pese a centrarse todo en el movimiento de las manos, vamos a acabar cansados. O mejor dicho, nuestros brazos se cansarán. Estar todo el tiempo en la posición de snow hace mella en los brazos. Podemos hacer truquitos, como apoyar el codo contra nuestro pecho para no tenerlo totalmente extendido, pero es algo que puede limitar las sesiones de juego más largas. También, ojito con fliparse mucho al mover las manos para hacer trucos, que podemos golpearnos si jugamos en un espacio reducido… Algo que un cuadro de mi habitación descubrió por las malas.
A nivel técnico, Chuhai Labs ha hecho un trabajo estupendo para explotar el potencial de Oculus Quest. He jugado en Quest 2, donde la resolución del juego es bastante alta, por lo que la imagen es totalmente nítida. Los escenarios tienen un buen nivel de detalle, al igual que la nieve, que se deforma ligeramente a nuestro paso, algo que no notaremos mucho cuando vayamos rápido, pero que ayuda a la presentación global del título. Otro detalle genial es la prácticamente nula duración de los tiempos de carga, lo que hace que no se haga pesado repetir los niveles, y se mantenga un ritmo constante al jugar.
La banda sonora no es la más memorable del género, pero sí nos ofrece bastante variedad. Como uno de los coleccionables consiste en desbloquear más temas, poco a poco iremos teniendo más variedad de canciones y géneros. Los efectos no están nada mal, al ayudar mucho a dar esa sensación de velocidad tan importante para que esos 70 km/h a los que vamos parezcan reales.
Conclusión
En Chuhai Labs han encontrado un fantástico equilibrio entre inmersión, accesibilidad y realismo, para que Carve Snowboarding sea increíblemente divertido y adictivo. Es justo lo que ocurría en los mejores juegos del estilo de SSX o Tony Hawk: nos ofrecen unos escenarios, unos objetivos complicados, y a repetir las fases hasta conocerlas al dedillo para convertirnos en unos maestros de la tabla.
En este sentido, la accesibilidad del sistema de movimiento es todo un plus, junto al realismo del sistema de trucos para que podamos replicar lo que hacen los snowboarders más extremos del mundo. Gracias a esta repetición, constante desbloqueo de objetos y una mejora gradual de nuestras propias habilidades, Carve Snowboarding resulta ser un vicio que cuesta soltar. Aunque ya haya visitado estos escenarios y me los conozca, cada vez voy a sentir la misma adrenalina.
Está claro que hay margen de mejora, como la posibilidad de añadir carreras, un multijugador o refinar el sistema de trucos. Pero son pequeñeces en comparación con todo lo que el juego sí logra: hacernos sentir como auténticos expertos del snowboard mientras descendemos a toda mecha por las montañas más variopintas del mundo.
Nos consolamos con:
- La sensación de velocidad y de estar haciendo snow
- Niveles muy bien diseñados para ofrecer diversión y rejugabilidad
- Desbloqueos constantes y mejoras palpables en nuestra propia habilidad
- Visualmente explota genial las Oculus Quest
Nos desconsolamos con:
- Se echan en falta modos con otros deportistas en pantalla
- El sistema de trucos no es demasiado preciso al agarrar la tabla
- Los brazos acaban destrozados tras un rato jugando
- Traducción al castellano nefasta
Análisis realizado gracias a una copia descargada de la Oculus Store.
Ficha
- Desarrollo: Chuhai Labs
- Distribución: Chuhai Labs
- Lanzamiento: Oculus Quest: 27/05/2021 - Oculus Rift: Próximamente
- Idioma: Textos en Castellano
- Precio: 19,99 €
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