Ya lo dicen que los clásicos nunca mueren. Las plataformas, el género por excelencia de los 8 y 16 bits, está viviendo una segunda juventud después de atravesar su propia crisis con la llegada de las 3D. El retorno a las 2D de New Super Mario Bros volvió a poner en auge esa tendencia marcando un nuevo punto de partida para el género, no solo usada en juegos triple A como Little Big Planet o Donkey Kong Country Returns, sino también en la escena indie con títulos como Limbo o Super Meat Boy.
El último que se subió al carro fue Rayman, otro de los clásicos plataformeros de mediados de los noventa, que desde su prematuro abandono a la senda bidimensional para saltar a los polígonos con sucesivos juegos y spin-offs protagonizados por conejos extraterrestres, nunca había vuelto a las 2D. Este simpático personaje sin extremidades volvía de la mano de su creador, Michel Ancel (que también despertaba de su pequeño letargo), en Rayman Origins, un título que no estaba escogido al azar, pues el juego regresaba a esos inicios de la saga en 2D de scroll lateral.
El resultado es de sobras conocido por todos: una auténtica maravilla jugable de muy bella factura, gracias en parte a esa proeza técnica llamada UbiArt Framework corriendo a 1080p. Muchos lo consideraron el mejor juego de 2011, para otros fue uno de los tapados de aquel año, sin embargo todos alabamos su calidad y esa maravillosa jugabilidad que nos ofrecía horas y horas de auténtica y profunda diversión (que, por desgracia, no fue reflejada en ventas). El título se aprovechó de ese renacimiento del género y bebía directamente de ese legado de principios de los noventa apoyándose en las últimas obras maestras de Nintendo como New Super Mario Bros o Donkey Kong Country Returns, añadiéndole su propia personalidad y respirando esencia retro por todos lados. Un juego que apostaba por el neoclasicismo, el retorno a las formas y maneras clásicas, ese espíritu vintage de gran simplicidad en cuanto a concepto y argumento pero con un grado de profundidad y complejidad apabullantes.
Después de un par de retrasos y alguna que otra polémica –tampoco vamos a hurgar más en la herida creada en la casa Nintendo por esa hipotética exclusividad- por fin podemos disfrutar de uno de los juegos más esperados del año, y lo más importante, para todos los sistemas (gracias, por qué no decirlo, a ese afán monetario de Ubisoft). Aunque todo este “maltrato” ha sido sobradamente compensado por el mimo que le han impregnado al título, cuyo resultado final compensa con creces esas decisiones morales y económicas.
Para quien no conozca de qué va un Rayman (algo incomprensible a estas alturas), estamos ante un plataformas 2D de scroll lateral de la vieja escuela en el que nuestro personaje corre, salta, planea, nada y golpea para avanzar por cada uno de los más de 100 niveles que componen los distintos mundos (de los cuales 40 son heredados del anterior Origins, aunque estos han sido adaptados técnica y jugablemente). Todo ello con tan solo tres botones (salto, golpe y sprint) que nos proporcionan una mecánica directa y profunda como antaño.
Como es habitual en este tipo de juegos, el argumento es una mera excusa para deambular por los distintos niveles. Llevamos 25 años dónde un fontanero bigotudo rescata una y otra vez a la misma princesa y nadie lo cuestiona. Si en el anterior juego, Rayman y su particular pandilla de locos inadaptados provocaron una guerra con sus vecinos No-tan-Muertos por sus ronquidos, que llevaron a una invasión de estos al Claro de los Sueños (corrompiendo los sueños del Soñador de Burbujas), en Legends han capturado a todos los diminutos de ese mundo mientras nuestro grupo dormía y, claro está, alguien debe rescatarlos.
Al ser una secuela directa de Origins nuestro protagonista conserva todos los poderes adquiridos en el anterior juego (planear, golpear, bucear, etc.), por lo que esta vez no tenemos ninfas que nos entregan nuevos poderes sino un mago diminuto que aparece en algunos niveles para transformarnos en pato o darnos unos puños que lanzan proyectiles con los que completar ese nivel (que, dicho sea de paso, vendría a sustituir las divertidas fases del anterior juego a lomos de moskito que emulaba al mismísimo Parodius). En esta ocasión debemos rescatar a unos diminutos enjaulados por cada uno de los niveles (al no estar en los sueños, ya no tenemos electoons que rescatar), una tarea algo más sencilla debido a esa destacada disminución del grado de dificultad. En función del número de diminutos que rescatemos iremos abriendo nuevos niveles y desbloqueando nuevos mundos por explorar.
La recolección de lums (las monedas o anillos en otros títulos del género) sigue siendo una parte fundamental en los niveles. En esta ocasión nos servirá para obtener unas copas y unos billetes de la suerte que al rascar nos darán distintos objetos o acceso a los niveles de Rayman Origins. Huelga decir que la obtención de todos estos coleccionables y el rescate de los 700 diminutos incrementa la rejugabilidad varios enteros (sobretodo para quienes quieran terminarse el juego al 100%).
El soberbio diseño estructural de los niveles hace las delicias de los aficionados a las plataformas. Unas fases de lo más variadas, diseñadas con una maestría digna de los más grandes. Una experiencia que nos sorprende en cada uno de los niveles, derrochando humor y simpatía a cada paso que damos, con multitud de tareas por realizar y nuevos personajes jugables por desbloquear (incluidos los disfraces de los hermanos bigotudos de Nintendo para la versión de Wii U). Igual de inspirados son los jefes de cada mundo, con una mecánica distinta y a cada cual más divertida.
La palma se la llevan las misiones musicales, brillantemente diseñadas y planificadas. Pasarnos el nivel al ritmo de la música, brincando y golpeando sin pausas al son de los tambores, no tiene parangón. Niveles frenéticos donde la precisión y el timing son vitales para no acabar suicidándonos. Ningún objeto, plataforma o enemigo está puesto ahí por casualidad, ni la forma en que están dispuestos los lums y como estos multiplican su valor si se les coge en un determinado orden. Cada uno de los saltos o puñetazos ha estado perfectamente estudiado para tomar el ritmo que impone la propia melodía. Solo hace falta mirar este nivel con el Eye of the Tiger al más puro estilo Mariachi con toques de flamenco, sencillamente BRUTAL.
La novedad de este juego se llama Murfy, un simpático duendecillo volador (o lo que quiera que sea ese bicho) que hará de puntero en los desafíos táctiles (Wii U y PSVita). En determinados niveles (aproximadamente una tercera parte) precisaremos su ayuda para mover objetos, cortar cuerdas, hacer cosquillas para distraer al enemigo o rotar mecanismos utilizando los giroscopios del propio mando, poniendo a prueba nuestros reflejos de forma exigente. Puede que Rayman Legends no sea exclusivo de Wii U pero sin duda ha sido concebido para ser jugado en esa plataforma y aprovechar esa asimetría de la que hace gala la nueva consola de Nintendo. Obviamente, para el resto de plataformas estas mecánicas de Murfy se han tenido que adaptar, y tampoco se han esforzado demasiado, pues únicamente debemos pulsar un botón (o emulando el giroscopio con los botones superiores) en el momento adecuado. Evidentemente no es lo mismo y la experiencia no es tan gratificante, perdiendo buena parte de su encanto.
Esta jugabilidad que aporta el bueno de Murfy potencia el juego cooperativo y ofrece más variedad respecto a la experiencia individual. Esto significa que si jugamos la aventura con un amigo, mientras uno controla el personaje principal, el otro le ayuda controlando a Murfy a través de la pantalla. En el caso de jugar de forma individual, pasamos a controlar a Murfy con la pantalla táctil y el personaje principal, Globox, es controlado de forma automática por la IA e irá por la ruta que le preparemos con nuestros movimientos. Por otra parte, el juego ofrece una modalidad multijugador para cuatro similar a lo visto en New Super Mario Bros, una experiencia algo más alocada pero rematadamente absorbente y adictiva.
Al finalizar los niveles irán apareciendo Misiones invadidas, unas pruebas contrarreloj que utilizan partes de estos niveles terminados con enemigos o elementos de otros mundos. Otra buena excusa para alargar la duración del juego. Pero esto no es todo, ya que luego tenemos los desafíos diarios o semanales. Estos son unos niveles creados por la gente de Ubisoft y que vendrían a ser algo similar a estas Misiones Invadidas en cuanto a estructura pero con otros objetivos (legar lo más lejos posible, lograr una cantidad determinada de lums o derrotar el mayor número de enemigos en un límite de tiempo), siempre con la finalidad de buscar ese “pique” constante entre los jugadores y, claro está, entre nuestros amigos (con la posibilidad de mostrar el fantasma de nuestro amiguete para ver cómo lo ha hecho). Una vez más, brillante.
El resto de contenido del juego lo rubrica una divertida modalidad llamada Kung Foot, con multijugador local para cuatro jugadores (cinco si estamos en Wii U). El objetivo es pegarle patadas, puñetazos y lo que haga falta, a un balón con tal que entre en la portería contraria. Algo sencillo, dicho así, pero tremendamente divertido.
Todas estas opciones multijugador únicamente están disponibles en modo local. Las opciones online quedan limitadas a compartir puntuaciones y nuestros fantasmas en los desafíos. Puede que estas características estén algo desaprovechadas, debido básicamente a que nos hemos vuelto muy independientes y ya no quedamos para jugar en el sofá del amiguete de turno, pero como buen juego de corte clásico que es, poder jugar con esta gente codo con codo (y de paso gorrearle las palomitas o alguna cerveza) no tiene precio.
El diseño artístico del juego es una verdadera obra de arte, original e imaginativo a partes iguales, con unos niveles dibujados a mano llenos de detalles y perfectamente plasmados en pantalla (en esta ocasión en 3D, aunque bajo sprites bidimensionales). Un trabajo de ilustración y de trazo totalmente genuino y artesanal que cuenta con unas impecables animaciones que, con esos 1080p nativos y unos sensacionales 60fps (en cualquiera de las versiones), se mueven con una fluidez absoluta. El potencial que ofrece el motor UbiArt y, sobretodo, la mano del maestro Michel Ancel lo erigen como uno de los más preciosos plataformas jamás creado.
El apartado de sonido es otro de sus puntos fuertes, con una Banda Sonora a cargo de Christophe Héral que hace las delicias de nuestros oídos y acompaña en todo momento el ritmo del juego, saliéndose de cualquier escala en los niveles musicales -solo tenemos que escuchar esas particulares versiones de Black Betty, Eye of the Tiger a lo mariachi o de Woo Hoo-. El sonido ambiente, gritos, golpes y compañía también son de muy buena factoría.
Conclusión
Rayman Legends es un auténtico juegazo y una oda poética a un género y a toda una generación. Una forma de enfocar los videojuegos más inocente que, a excepción de Nintendo, ha quedado prácticamente extinguida en los tiempos que corren.
Un título cuyo equilibrio entre calidad, jugabilidad, duración y sobretodo diversión, entre todos y cada uno de sus apartados, es sencillamente perfecto. Y esto, caballeros, en mi pueblo es una obra maestra y una de las experiencias más gratificantes y completas que podemos tener a los mandos de un videojuego. Un juego indispensable en toda estantería que se precie, y a poder ser en Wii U o PSVita, puesto que en el resto de plataformas baja algunos enteros.
Como decía mi compañero Darth Ka, Rayman Legends es diversión pura sin añadidos artificiales.
Nos consolamos con
- Las posibilidades que ofrece el control asimétrico de Wii U, con una forma de jugar nunca vista hasta la fecha
- Divertido, desafiante, profundo y rejugable
- Apartado técnico sobresaliente, 1080p y 60fps, visualmente encantador y una BSO de órdago
- Gran cantidad de contenido
Nos desconsolamos con:
- Dificultad notablemente inferior que en el anterior Origins
Ficha
- Desarrollo: Ubisoft Montpellier
- Distribución: Ubisoft
- Lanzamiento: 29/08/2013
- Idioma: Castellano
- Precio: 49,99€
Luis Miguel Calzada says
Fantástico análisis compañero. Me alegro un montón que le hayas puesto el 10, porque este juegazo bien que se lo merece. Ahora estoy con él en PS3, y aunque lo de Murphy no es con lo táctil, tampoco me está impidiendo disfrutarlo al máximo. Vamos, que Ubisoft se ha salido con este juego, por lo que larga vida a Rayman, y que nos brinde más juegazos como este! 😀