Con la saga Assassin’s Creed Ubisoft lo tenía bien claro: quería crear una gran franquicia que llegará al mayor número de usuarios posibles. De esta forma nos hemos encontrado con las dos entregas principales en la nueva generación (siendo la segunda muchísimo mejor), una serie de cortos de una gran calidad y dos juegos para Nintendo DS.
Por supuesto, la desarrolladora no se lo iba a pensar dos veces, por lo que también han trasladado las aventuras del famoso Credo de los Asesinos a PSP con un capítulo que sirve como nexo entre la primera y segunda entrega, siendo de nuevo el protagonista Altaïr.
La idea en sí parece buena, pero ¿habrán conseguido plasmar la esencia de la franquicia en una consola portátil o mantendrán los errores de las consolas de sobremesa?
La historia de Assassin’s Creed: Bloodlines tiene lugar varios meses después de la primera parte, y se centra exclusivamente en Altaïr. Nuestro Asesino, tras acabar con Al Mualim, sigue persiguiendo a los templarios, y llega a descubrir que están llevando muchos artefactos a Chipre, que además la acaban de comprar, y por tanto la dominan por completo.
Esto lo descubre gracias a María, que ya la conoceréis los que jugastéis a la primera entrega. Tomándola como rehén partiremos a Chipre, donde iremos descubriendo lo que pretenden hacer los templarios. Todo esto mientras lidiamos con María, a la que hemos tomado com rehén para poder llegar a la isla.
Nuestro principal enemigo será Armand Bouchart, y para derrotarle tendremos que apoyarnos en la resistencia, que se opone a la tiranía templaria.
Básicamente nos encontramos solo con esto. Todo el rato el juego se centra en Altaïr desarrollando su plan para echar a los templarios de Chipre, descubrir qué quieren y al mismo tiempo ver cómo se va evolucionando la relación entre nuestro Asesino y María.
Esto en un principio no es malo, ya que incluso hay referencias en la segunda parte de cosas acontecidas aquí, además de que podemos ver cómo María se hace más importante dentro de la franquicia. Sin embargo, que todo esto lo veamos a través del Animus hace que en gran parte sea una ocasión perdida.
Por defecto tenemos que suponer que son los recuerdos de Desmond, pero nunca llegaremos a ver más aparte de la máquina. Ni quien la controla ni por qué. Que es el protagonista de la saga quien está en ella también podría fallar, ya que en la secuela no sabe nada de lo que aquí acontece, por lo que habría sido la ocasión perfecta para mostrarnos algo sobre el Sujeto 16, la persona que estuvo antes que Desmond.
A pesar de esto sigue siendo entretenida, con algunos giros aquí y allá bien enlazados, aunque al perder el misterio de la historia del presente baja algunos enteros. Al menos, los que no se hayan adentrado en la saga tienen una historia con un principio y un final, en la que además se dan detalles interesantes para los que ya la conozcan, haciendo al mismo tiempo algo muy importante: dar mayor profundidad a Altaïr.
En el aspecto gráfico nos encontramos con un esfuerzo encomiable, tratando de plasmar el estilo artístico de la primera parte. Aunque parezca extraño, lo han conseguido, ya que las ciudades tienen una arquitectura acorde con la época.
Altaïr tiene el mejor modelo de todos (seguido por María), lo que se traduce en tener el mismo aspecto que en las consolas de sobremesa. Sin embargo, esto se queda corto cuando vemos sus animaciones en los combates y en la escalada. Impresionante es quizá poco, ya que son tremendamente fluidas, y de una calidad fuera de toda duda para tratarse de una portátil.
Sin embargo siempre hay un «pero», y en esta ocasión se trata de lo vacío que están las calles. Es cierto que no nos íbamos a encontrar a cientos de transeúntes, pero que básicamente haya tres y un par de soldados, apareciendo además ante nuestros ojos, es algo decepcionante.
Por suerte esto es un mal menor teniendo en cuenta lo bien que están hechos los escenarios y las animaciones de Altaïr. Pero aun así, personalmente creo que podían haber hecho algo más. Hace varios años Ubisoft lanzó en PSP Prince of Persia: Rival Swords, y todavía no le han conseguido superar. Y es que a pesar de ser lineal sus mapas eran más numerosos, variados y los personajes eran bastante más numerosos y a la vez diferentes entre sí.
En el aspecto sonoro el juego tampoco decepciona. Ubisoft siempre trata de ofrecernos un doblaje de excepción y esta vez no iba a ser menos. Al igual que en la segunda parte, se han usado actores reales que, aunque no conozcamos sus nombres, es fácil reconocer algunos de sus trabajos más importantes. Por ejemplo Bouchart tiene la voz de Alexander Mahone el doblador no da a vasto últimamente, de «Prison Break»; Altaïr la de Derek Reese de «Terminator: Las Crónicas de Sarah Connor», etc. Además, los pocos transeúntes que nos encontraremos también tienen líneas bien dobladas, aunque por desgracia no son muy numerosas ni variadas.
La música también es buena. En los momentos de acción será más rápida y en los tranquilos lo mismo. Se adecúa bien a la acción y nunca desentona. En los efectos hay algún que otro problema, ya que no siempre suenan de forma realista, pero aun así consiguen redondear un aspecto sonoro bastante bueno.
Hasta aquí todo parecería indicar que Assassin’s Creed: Bloodlines es una aventura excelente. Tenemos un historia que gustará a los seguidores de la serie al dar más datos de los templarios, de María y Altaïr, además de un apartado técnico sensacional. Así que, ¿dónde está el problema? En la jugabilidad.
Por todos es sabido que la primera entrega de la saga cometió el gran error de volverse repetitivo al poco tiempo, haciendo casi una tortura tener que seguir jugando. En la secuela lo solucionaron, pero para esta versión han tomado como ejemplo a la primera parte, multiplicando los problemas al tratarse de un sistema mucho menos potente.
Como antes, en cada ciudad subiremos a una atalaya, descubriremos dónde se encuentra la guarida de los Asesinos y a matar gente. Esta vez las ciudades están divididas en diferentes partes, y para acceder a cada una tendremos que pasar obligatorimente por una puerta. Por suerte, esta vez en el minimapa podemos ver claramente cuál es nuestro objetivo, pero la diversión es prácticamente nula ni con esta ayuda que evitará que nos perdamos.
Así que ya os podéis imaginar lo que nos toca hacer durante todo el juego. Vamos a una sección de la ciudad, matamos, interrogamos o seguimos a alguien, para al final del capítulo/memoria de ADN vayamos a un castillo para acabar con el verdadero objetivo. Como mucho alguna vez tendremos que superar una pequeña contrarreloj, pero la variedad es más bien poca.
Con el control sí que han acertado, ya que han mantenido exactamente todas las posibilidades vistas en las entregas de sobremesa. Así que veremos las acciones en la pantalla, y con el botón «R» activamos las de perfil alto. El sistema de free running también se mantiene, pero es bastante menos impreciso que en Playstation 3, además de que no hay como tal muchas secciones en las que despleguemos al completo nuestras habilidades. En parte estos problemas se deben a la cámara, que aunque con algo de paciencia nos podemos apañar, nos obligará a pararnos, mantener el botón «L», mover el joystick y volver a movernos.
En el combate también nos encontramos con el mismo control de siempre, pero la repetitividad es mucho mayor esta vez. Al ser un juego para una portátil han pensado en darle más énfasis en la acción, y en un principio podría ser bueno, pero al ver que haremos lo mismo una y otra vez tira por la borda este aspecto. Tan solo contraatacaremos y pulsaremos el botón «Cuadrado» para hacer sencillos combos. Para colmo, las peleas son extremadamente sencillas, ya que los enemigos se turnan cuando atacar, y además no hay ninguna diferencia entre ellos. Para rematar, los jefes finales a los que nos enfrentaremos tampoco tienen patrones diferentes ni nada. Simplemente son más resistentes.
Por suerte de vez en cuando (MUY de vez en cuando) se nos obliga a ser creativos al pasar desapercibidos por una zona. Sin embargo, aquí entra otro problema muy grave: la Inteligencia Artificial. Como norma, los soldados nos perseguirán si corremos delante de ellos, pero si pasamos a hacernos pasar por monje no nos harán absolutamente nada, incluso aunque no haya nadie alrededor entre la que camuflarnos (de hecho, eso nunca lo veremos). Esto ya parece algo absurdo de por sí, pero si a esto le añades que lo puedes hacer en los castillos que están prohibos ya es de chiste. Pero esto no acaba ahí, y es que parece que es un crimen mayor correr que clavar la cuchilla oculta a alguien que tienen al lado, ya que podréis pasar un castillo entero haciendoos pasar por monjes y clavando la cuchilla a todos los enemigos (incluso a los que están en grupo) sin que salte la alarma. Como os podréis imaginar, es tremendamente aburrido e insatisfactorio ver que todas las formas de avanzar nos hacen bostezar más que cuando tenemos sueño.
Una de las pocas mejoras introducidas respcto a la primera entrega es la posibilidad de mejorar a Altaïr, lo cual haremos entre capítulo y capítulo en la pantalla del Animus, y usaremos las monedas templarias. Para obtenerlas podremos explorar los escenarios (es la única tarea de exploración que se puede hacer) o realizar misiones secundarias, que consistirán en hacer lo mismo que en las principales. Lo malo es que casi son innecesarias, ya que mejorando la salud y algo el ataque ya no necesitaremos más, e incluso a veces ni eso al poder regenerarnos automáticamente.
Por si estos fallos os parecieran pocos encima hay algún que otro bug en las misiones, que nos obligará a repetirarlas sin motivo aparente. Por ejemplo, en una misión en la que tienes que eliminar a los enemigos antes de que llegue un objetivo a su posición la tuve que hacer tres veces sin que me dijeran en ningún momento por qué, y eso que se repetía tras acabar con todos los templarios. Con las misiones de seguimiento tampoco tenemos una distancia clara que hay que seguir, por lo que a veces empezará todo a reiniciarse sin darnos algún motivo.
Con todo esto es casi imposible recomendar Assassin’s Creed: Bloodlines, ya que es aburrido a más no poder, y un gran apartado técnico no le excluye de sus horrorosos fallos. Aunque por suerte el juego tiene algo bueno: su ridícula duración. En 4 horas completaremos el juego. Y sí, he dicho que es bueno, ya que si llega a durar más hubiera sido una tortura mayor el jugar.
Esto no quita que pueda haber gente a la que le pueda entretener, y es más, a los seguidores les gusará ver algo nuevo de la historia de Altaïr, los templarios y María, pero recomendar algo más que un alquiler sería algo muy extraño, y a no ser que seais fans acérrimos de la saga es algo que no recomendamos. Y es una pena, ya que el juego prometía mucho, pero por desgracia se ha quedado todo en humo.
Vaya, la verdad es que el juego parece hecho en menos de 3 meses. Aunque gráficamente es muy bueno y está muy bien localizado… no sé. xD
Yo incluso siendo fan acérrimo de la saga no puedo recomendar este juego, es terriblemente aburrido por dios, me lo acabé en cosa de 1 día recogiendo todas las monedas templarias, la IA es nefasta y Bosses «difíciles» solo hay 2 o 3. Decir que no me mataron ni una vez en todo lo que he jugado, solamente fallé una misión de persecución por los tejados varias veces(la única que hay, y para mi lo único que tiene dificultad en este juego). Y que decir de la historia… totalmente pasable, es más, puedes pasarte todas las escenas intermedias del juego sin problema, mientras veas las secuencias de la última misión no necesitas saber más.
Haciendo una valoración global de todos estos aspectos mi máxima nota al juego sería un 3.
y una p****
el juego mola un güebo lo unico malo es k se acaba enseguida
jajajaja..El juego es muy bueno lo unico malo es k es corto y k no se tiene la vista de aguila de resto de doy un «9» en puntuacion lo recomiendo..
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