Como aficionado a los juegos y películas de persecuciones policiales, estaba esperando con muchas ganas el videojuego The Wheelman, que se dio a conocer gracias a un espectacular tráiler CGI de lo que se suponían serían todas las persecuciones del juego. Mis ganas de tener el juego aumentaron más al no haber otro título similar (el último fue el Driver: Parallel Lines, que me encantó).
Sin embargo, ahora el juego ya está entre nosotros, y tras sufrir varias polémicas en España (y en especial en Barcelona al ser esta la ciudad en la que se desarrolla la aventura) y lo único que nos queda es un sabor muy amargo ante tal decepción en la mayor parte de sus apartados.
En The Wheelman encarnamos a Milo Burik (Vin Diesel le da su cara y voz), un duro agente encubierto que ha sido mandado a Barcelona. Para infiltrarse se hace pasar por conductor, y así descubrir un malvado complot que acabaría con la vida de miles de personas.
De esta forma la primera misión (que nos sirve de tutorial) consiste en una sencillísima y lineal persecuión en la que tenemos que ser los conductores de Lumi, una bailaora de flamenco (cómo no, en España bailaores) que está tramando un gran golpe que no se asemeja con sus actividades delictivas habituales.
Después de este trabajo será cuando descubramos que Milo está infiltrado, pero en ningún momento se nos indica cuál es ese arma que acabaría con tantas personas, lo cual da muestras de un guion muy flojo.
Lo peor es que cada vez que en una misión conozcamos a un personaje nos saltará una pequeña escena en la que nos aparecerá el informe de la agencia sobre esta persona. Es aquí cuando podemos deducir que la agencia para la que trabajamos es RAI, ya que aparece en la portada de la carpeta en la que está este informe. Y decimos «deducimos» porque en ningún momento se nos indica para qué compañía gubernamental americana trabaja Milo.
A partir de este momento trabajaremos para las tres bandas criminales que campan a sus anchas por Barcelona (ni que todas las ciudades españolas estuvieran dominadas por las bandas criminales, que ni en los juegos sandbox que tienen lugar en EEUU): Los Lantos (ricos mafiosos), los Chulos Canallas (sudamericanos) y Los Rumanos (el nombre lo dice todo).
De esta forma iremo cumpliendo misiones para las tres facciones. Sin embargo, lo ilógico es que en estos niveles atacaremos a otras bandas y después de completar esta fase la banda a la que hemos atacado nos pedirá que hagamos otro trabajo para ellos, e incluso hablaremos con los líderes de cada banda como si nada, incluso después de asesinar a sus lugartenientes ante otros soldados rasos de estas bandas. Y solo esto tendrá efecto en los últimos niveles, lo cual es una completa tontería que tarden tanto en responder como si fuera algo reciente.
Además Milo Burik es una copia descarada de Frank, el protagonista de la franquicia cinematográfica de acción «Transporter», solo que es un policía infiltrado. Incluso intentan copar algunos de los diálogos en la forma que las dice el protagonista. Sin embargo, todo acaba por formar un personaje nada carismático al no profundizar nada en él o su historia.
Si todos estos fallos no os parecen pocos, en una fase concreta aparece un partido político llamado «Realitat», cuyas pancartas publicitarias parecen sacadas de la rusa comunista por los símbolos empleados y el color general del cartel. Ni que en España estuviéramos tan retrasados.
En definitiva, la historia es pésima, con numerosos momentos ilógicos y nada que nos atraiga a avanzar jugando, pues todo es aburrido y absurdo.
The Wheelman es un juego de mecánica sandbox que tiene lugar en Barcelona. Esto lo podemos mirar desde dos puntos de vista. Por un lado, este título podría suponer un impulso de una de las ciudades más importantes de España. Sin embargo, la forma en la que nos han retratado quitan todo el encanto de este detalle para los jugadores españoles (en especial para los residentes en este ciudad) y lo convierten en uno de sus peores puntos.
Para empezar, la ciudad no ha sido representada exactamente tal y como es, ya que únicamente se han basado en la ciudad condal para los escenarios. De esta forma nos encontramos con 29 barrios diferentes separados mediante amplias autopistas y carreteras. En algunos de estos barrios nos encontramos lugares emblemáticos de Barcelona, como «La Sagrada Familia» o la catedral de la ciudad. Esto es algo bueno, ya que si miramos estos monumentos sin movernos parece que están bien hechos (personalmente no he estado en Barcelona nunca, pero por lo menos se asemejan a las fotografías que he visto).
También podemos apreciar como la policía nos habla en catalán durante las persecuciones, y algunos ciudadanos también. Sin embargo, las líneas de diálogo de la policía son muy escasas, por lo que escucharemos constantemente las mismas frases.
Caso aparte son los ciudadanos, pues sus comentarios pueden estar en catalán, como ya hemos comentado, y pasar rápidamente a español sudamericano y al inglés. Y las líneas de estos viandantes son más escasas que con los policías. Además, son mucho mas estúpidas, pudiendo escuchar algunas estupideces como «El próximo Papa será catalán» o gente criticando a los quisqueros por vender el «Maldito Marca» (que les habrá hecho este periódico).
Además, la agilidad de todos los personajes humanos es increíble, pues nunca los atropellaremos aunque vayamos a máxima velocidad tras pegar un increíble salto en el último momento, y si por casualidad los golpeamos los atravesaremos.
Y la «gran» representación de una de las ciudades más importantes de España va incluso a peor.
En los juegos sandbox es normal que haya multitud de coches en la carretera , y más en los juegos de esta mecánica en los que la conducción es lo más importante. Y en The Wheelman ocurre todo lo contrario, ya que nos costará ver vehículos en las carreteras. Incluso en las autopistas, donde nadie se ha salvado alguna vez de un atasco. Y el mayor problema en este aspecto es la variedad de vehículos. Por un lado nos encontramos con un «Opel» y un «Pontiac» auténticos. Luego habrá otros tres o cuatro tipos de vehículos ficticios (muy ilógicos en una ciudad como Barcelona, ya que no es normal ver un coche característico de Cuba circulando por la ciudad), un par de motos y un camión. Y esta es toda la lista de vehículos, que es de las más escasas vistas en un sandbox, y más teniendo en cuenta que nos encontramos ante un juego, en teoría, de la nueva generación.
Luego los carteles muestran cómo nos ven los extranjeros: viendo constantemente flamenco y toros.
Y respecto a los ciudadanos nos encontramos con los mismos problemas, ya que su variedad es mínima y nos costará encontrarlos. Así que parece que los chicos de Midway han querido representar Barcelona, una de las ciudades más importantes de España, como si estuviera medio vacía y con más gente de nacionalidad extranjera que nacional. ¿Acaso eso tiene algún sentido?
Y con algunas zonas de la ciudad los problemas aumentan, ya que nos encontramos oficinas que están vacías, bares llenos de mesas sin gente, quioscos sin vendedores, y un largo etcétera.
Luego llegamos a las misiones, cuya variedad es prácticamente nula.
Por un lado tenemos las misiones que hacen «avanzar» la historia. El problema es que todos estos niveles, sin importar quién nos los ordene hacer, son prácticamente iguales, ya que siempre se basan en una persecución que deja añicos la ciudad, y en algún nivel aislado un tiroteo aburridísimo.
Luego las misiones secundarios nos brindan mejoras para el personaje o los vehículos. Sin embargo, su variedad es muy baja al estar siempre centradas en los coches y que el objetivo sea siempre ir muy rápido. Además, la dificultad de la historia principal no es lo suficientemente alta para hacernos recurrir a estas misiones para poder avanzar. Eso, junto al hecho de ser un verdadero aburrimiento.
La jugabilidad se lleva la mejor parte en las partes a coche. Para empezar, es importante recalcar que el juego es totalmente arcade. Dicho esto, es bastante correcto el apartado de las persecuciones, mostrándonos espectaculares secuencias en las que los coches enemigos explotan por doquier y nosotros salimos ilesos en el último momento en un coche destartalado tras numerosos golpes.
Para atacar a los vehículos enemigos podemos usar la pistola para disparar a sus ruedas o a los pasajeros o usar directamente nuestro coche. Para hacer esto último tenemos que usar el stick derecho, y de esta manera realizaremos espectaculares embestidas que serán mortales si llevamos un camión. Cuando consigamos eliminar algún vehículo de esta manera la cámara se centrará en mostrarnos como explota este coche a cámara lenta y dándole mucha espectacularidad.
También disponemos de diferentes habilidades especiales. Para empezar, si rellenamos la barra de enfoque lo suficiente (para lograrlo bastará con conducir rápido o destrozar cosas) podremos usar un turbo o activar el tiempo bala. Esta mecánica tiene dos variantes. Por un lado, podemos disparar a cámara lente desde el coche a los puntos críticos de los vehículos enemigos para que exploten mucho más rápido, o también tenemos la posibilidad de hacer un giro de 180º, disparar y luego volver a la posición inicial como si nada hubiera pasado.
Finalmente, si nuestro coche está muy dañado podemos saltar a otro vehículo civil (que nos costará encontrar) en mitad de la persecución al más puro estilo Pursuit Force, aunque nunca sin llegar a funcionar de la misma forma al tener que mantener pulsado el botón de salto bastante tiempo hasta saber si finalmente lo podemos soltar para saltar.
Sin embargo las persecuciones, si bien son divertidas, tienen algunos problemas. El principal de ellos es su repetitividad de situaciones, ya que nunca se nos plantearán nuevos retos. También la IA tiene culpa de ello al realizar siempre las mismas pautas. El mayor problema reside en la linealidad de las persecuciones gracias al mapa del juego, que se basa principalmente en autopistas, lo cual le quita la posibilidad de buscar rutas alternativas. Finalmente, las físicas del juego en ocasiones son muy raras, ya que de un golpe laterar podremos ser elevados al aire bastantes metros, o algunos objetos podrán detenernos en algunas ocasiones al destruirlos y otras veces no nos pasará nada al atravesarlos.
Luego llegamos a las peores partes del juego: los tiroteos a pie. En algunos momentos nos tendremos que bajar del coche y eliminar a unos cuantos enemigos arma en mano. Sin embargo, los rivales tienen una IA que les hace parecer dianas con un arma en la mano, y por lo tanto no suponen ningún reto.
Además la munición nunca será un problema, ya que la pistola tiene munición infinita. La vida tampoco es un problema, ya que se regenera sola al poco tiempo. Así que la dificultad es completamente nula. Es más, incluso es todo tan fácil que una explosión no nos hará nada de daño, incluso si salimos volando por los aires.
Además, el juego usa un sistema de autoapuntado que simplifica mucho las cosas, y con solo agacharnos en los lugares precisos nos salvará constantemente.
Gráficamente hablando, The Wheelman es un gran ejemplo de lo que no se debe hacer en un videojuego ante todos sus fallos.
Para empezar, el popping es abismal, apareciendo edificios, sombras, vehículos, personas, objetos, etc. constantemente cuando nos movemos a gran velocidad.
La iluminación es correcta, pero es incomprensible que en los tiempos que corren el juego no tenga un sistema de día de y de noche.
Luego están los modelados de los personajes, que solo se pueden salvar los personajes principales, porque los ciudadanos son horrorosos. Vin Diesel es el único que tiene un aspecto mejor gracias a su representación bastante fiel, pero junto al resto de personajes principales mantiene sus robóticas expresiones faciales. Sin embargo, el colmo de los colmos viene cuando nos llaman por teléfono y Milo no saca un móvil ni abre la boca para hablar. Ni que tuviera telepatía el hombre.
El modelado de los vehículos es correcto, pero deberían ser mejores cuando son el centro de la jugabilidad del título. Sus desperfectos so básicamente en la pintura, y las abolladuras serán bastante escasas. Al menos la sensación de velocidad está bastante correcta.
La física de los cuerpos usa el sistema Havok, por lo que parecen muñecos de trapo. Esto se puede mirar desde un lado divertido al verles salir volando de los coches, o se puede mirar desde un lado subrrealista que empieza a estar desfasado.
El apartado sonoro es correcto, aunque hay un aspecto que hemos odiado.
Para empezar, el doblaje de las voces es correcto, y únicamente tiene algo más de calidad la voz de Milo al ser la del doblador de Vin Diesel. Sin embargo, lo que choca es que gente de Sudamérica o de otros países del este de Europa hablen un castellano perfecto sin una pizca de acento, y que los ciudadanos sí lo hagan.
Las melodías son típicas de las películas de acción. Por el contrario, en bastantes momentos empezará a sonar música flamenca. ¿Es que no pueden poner cualquier otra melodía que esta para decir a todo el mundo que en España solo hay flamenco y toros? Y este es, para nosotros, el principal problema de este apartado, que estamos hartos que siempre se dé la misma imagen de nuestro país.
La historia dura bastante poco para tratarse de un juego de mecánica sandbox, pues en 10 horas habremos completado este pésimo guion. Además, las misiones secundarias tampoco dan mucha duración por su aburrimiento. Lo mismo ocurre con buscar las 100 estatuas para destruir y los 50 saltos cinematográficos (copias de los paquetes ocultos y los saltos únicos de Grand Theft Auto).
En definitiva, The Wheelman es solo recomendable para los fans de las persecuciones, pero aun así es mucho mejor que alquiléis el juego, porque su apartado técnico y cómo nos dejan a los españoles lo pone entre los peores juegos de la generación, y principalmente para los usuarios de Barcelona.