La música es fundamental en todo videojuego. No sólo puede ayudar a hacer un momento todavía más épico, sino que muchas mecánicas van ligadas al ritmo de la melodía de turno. Si esto lo juntamos a un plataformas, tenemos auténticas maravillas como los niveles musicales de Rayman Legends o el próximo Billie Bust Up. Originalmente pensaba que este iba a ser el mismo caso detrás de Symphonia, un juego que conocí a pocos días antes de la Gamescom, pero que debía probar a toda costa.
La obra de Sunny Peak atrapa sólo con su arte, y debido al énfasis en todo lo relacionado con la música, pensaba que estaríamos ante otro plataformas rítmico. En su lugar, se trata de un juego donde la música forma parte del mundo, pero no todo se rige por ella. Un leitmotiv para el universo de la obra, en vez de ser el núcleo de la jugabilidad. Es otro enfoque que me encanta, y que ayuda a darle todavía más personalidad a este indie que me robó el corazón.
El violinista saltimbanqui
En Symphonia tomaremos el papel de una especie de violinista. Su «arma» es un el arco, y para activar diversos mecanismos, deberemos ponernos a tocar una preciosa melodía. Todas las plataformas de este mundo claramente tienen algo que nos recuerda a la música. Hay péndulos que bien podrían formar un metrónomo, las zonas de deslizamiento son cuerdas musicales y hasta los portales de las puertas recuerdan a las formas del violonchelo.
No sé qué importancia tendrá la narrativa del juego, ya que en esta demo nuestra única meta era avanzar hasta el final y ya, pero sólo por su aspecto, el universo de Symphonia es de lo más atractivo. Invita a explorarlo y a seguir a nuestro misterioso protagonista. Según la página de Steam, nuestro objetivo será reunir a una orquesta, y me sirve como trama central. Vuelve a unir todo a la música, que es la principal identidad del título.
Cómo no, al darle tanta importancia, la banda sonora debe ser de una gran calidad, y vaya si lo es. Todo es muy melódico y orquestal, lo que es hasta relajante. Un contraste interesante con las plataformas, ya que estaremos ante un juego que promete demandar bastante del usuario, pero sin ser imposible. Siempre pidiéndonos la precisión propia de un violinista en el concierto más importante de su vida.
La utilidad de un buen arco
Los controles de Symphonia van a ser muy precisos, dando mucho gustillo el saltar, sobre todo si lo hacemos en base a la música. ¿Es necesario? En absoluto, pero es lo que me pedía el cuerpo, para que toda la experiencia fuera como una gran harmonía. Al menos en las zonas tranquilas, ya que cuando la cosa se pone seria, hay que concentrarse al máximo.
Como si esto fuera Shovel Knight (o Patoaventuras), con el arco de violinista podremos rebotar contra el suelo. Esto nos permite impulsarnos sobre zonas de pinchos, además de dar grandes saltos si rebotamos tras un deslizamiento. Se combinan el momento con esta mecánica, lo que puede dar pie a niveles frenéticos y muy interesantes más adelante.
La otra mecánica principal consiste en «pegarnos» a las zonas de terciopelo. Desde ellas podremos luego lanzarnos en diagonal, algo que se usa bastante bien a lo largo de la demo. Hay zonas con saltos normales, plataformas móviles, etc. De nuevo, este salto es muy satisfactorio, gracias a las animaciones y los sonidos cuando nos «pegamos». ¿La equivalencia sería cómo pega el violinista su barbilla al instrumento? Quién sabe, pero funciona de maravilla a nivel mecánico, que es algo también importante en un plataformas.
¡Salto, maestro!
Antes mencionaba cómo Symphonia me había robado el corazón, y no exageraba lo más mínimo. El arte es precioso, el mundo construido a partir de los motivos musicales es atractivo, las melodías son una maravilla y el plataformeo funciona de maravilla.
Hasta el 2024 no disfrutaremos de la versión completa, con un lanzamiento previsto para PC y consolas aún por anunciar. Pero da igual lo que haga esperar, ya que se viene un concierto plataformero digno de un Grammy.
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