
El pasado 24 de abril asistí al concierto Cinderella Switch Vol. 5. Sí, un concierto en mitad de la pandemia que todavía nos sigue asolando, pero es de las actividades más seguras que hay por un detalle muy particular: es un concierto en Realidad Virtual. El mundillo de los/las/les VTubers está ganando en popularidad, sobre todo en Japón, y parte de estos artistas digitales también cantan, así que gracias a la aplicación VARK, podemos disfrutar de grandes espectáculos y conciertos protagonizados por l@s VTubers de turno.
Esta quinta edición estuvo protagonizada por Shirakami Fubuki y Ookami Mio, a quienes no conocía ni lo más mínimo. Literalmente, fue la primera vez que escuchaba sus nombre al ver la información del concierto, y todavía sigo sin aprenderme el nombre de ninguna de las dos VTubers. Como os podréis imaginar por el nombre, se trata de la quinta edición del concierto en lo que llevamos de año, ya que VARK está ofreciendo más y más espectáculos de este tipo. Esta app se puede descargar gratuitamente en dispositivos móviles (Android e iOS), pero la versión que me ha motivado a hacer este artículo es la de Oculus Quest. Tras ver este concierto en directo («madrugando» al tener que verse en directo), tengo más que claro que los conciertos en Realidad Virtual son una parte fundamental del futuro del entretenimiento musical.
Para ponernos en situación, los conciertos de VTubers a través de la aplicación cuestan tanto (¡o incluso más!) que un concierto de una gran estrella que veríamos en la sala de turno. Estamos hablando de unos 35 € por cada parte del concierto (las VTubers se turnan para cantar 1 hora una mientras la otra está en el público junto a nosotros), sin poder gastar exactamente lo que cuesta el concierto. En esta aplicación sólo podemos comprar packs de monedas (como en los F2P actuales, ya sean Fortnite o Apex Legends entre otros), por lo que siempre nos sobrarán monedas en caso de querer comprar un único concierto. Así se nos anima a gastar más monedas durante las actuaciones para lanzar estrellitas, fuegos artificiales o dejar cestas de flores (de ojo, unos 100 € equivalentes en monedas), por lo que es un negocio en el que se puede ganar mucho, mucho dinero. El concierto me sorprendió para bien, pero ver cómo la gente lanzaba tantísimo dinero a las VTubers en forma de ramos de flores me dejó con la boca abierta.
Quitando la parte monetaria, y el hecho de que no entendía absolutamente nada cuando hablaban las VTubers entre las canciones o durante el «Live Talk» donde charlaban directamente con los espectadores, la experiencia de vivir un concierto en Realidad Virtual fue sencillamente increíble. Llevaba mucho tiempo sin ir a un concierto, obviamente por la pandemia, y porque ya tuve una sobrecarga de conciertos al acompañar a mi hermana (o hacer de pipa) cuando tocaba la batería, por lo que como tal, estaba emocionado. Luego, al ver el inicio del concierto, estando en primera fila rodeado de «gente» virtual que no me empujaba, ni olía mal ni había problemas de espacio, empecé a notar una gran alegría.
Estar en pijama viendo el concierto también ayuda, ya que literalmente estaba viviendo un concierto en mi propia casa. Nada de problemas por el espacio, nada de problemas para ir a un baño pegajoso y asqueroso, ni tampoco problemas por culpa del mogollón de gente, problemas de acústica o exceso de ruido. Literalmente tenía el control de todo, y eso ya le da una ventaja a los conciertos virtuales algo atractiva.
Luego están las actuaciones como tal, donde se pueden hacer cosas que literalmente serían imposibles en Realidad Virtual. Los juegos de luces, el que la artista se baje del escenario para cantarnos directamente a nosotros, o incluso se modifique todo nuestro entorno, son aspectos que no van a pasar cuando vayamos a ver a cualquier músico en la Caja Mágica de Madrid o similares entornos. Esto, unido a la energía que transmitían las VTubers, hicieron que me lo pasara en grande. No entendía nada de lo que decían, las canciones como mucho me sonaban de algún anime, pero no podía evitar mover los brazos para animar con las barras de colores.

El precio de los conciertos en VARK es ciertamente elevado, y hay que verlos en directo, salvo algunas excepciones, pero aun así, recomiendo bajar la aplicación para experimentar las tres actuaciones gratuitas. Aquí vivimos elementos todavía más imposibles, como teletransportarnos a una playa con un cerezo cuyas hojas se van volando gracias al viento mientras nos cantan una balada de amor (o de melancolía… el español cerrado de Tokio no es mi punto fuerte), que es algo realmente mágico que sólo se puede vivir en primera persona gracias a la Realidad Virtual.
Está claro que la tecnología no es perfecta, al poder ver cómo las VTubers a veces se atravesaban su propio cuerpo al bailar o las bocas no iban sincronizadas al 100%, pero son defectillos pequeños cuando todo lo demás funciona tan sumamente bien. Gracias a Stride PR he podido ver el resto de conciertos de Cinderella Switch (en plano y sin VR, por desgracia), y ciertamente los valores de producción y entretenimiento de estos conciertos son muy, muy elevados.
Creo que una buena prueba de lo mucho que disfruté de estos conciertos es que he estado buscando más, y así he acabado pagando los 40 € que cuesta el concierto completo de Hatsune Miku VR Future Live Concert en PSVR. Este concierto, al no ser en directo, tiene partes más de «juego», como mover el mando al ritmo de la música para desbloquear trajes, además de efectos de hologramas o partículas más trabajados que en los conciertos de VARK. Es curioso, porque cuando probé esta experiencia hace unos años, la borré automáticamente al no ser un juego, pero ahora que aprecio mucho más estas experiencias, me parece una auténtica maravilla.
Así, he estado pensando en cómo esta forma de disfrutar de los conciertos no sólo tiene cabida ahora mismo en la situación de pandemia, sino como una opción más dentro de la industria musical. En la parte más japonesa, poder vivir conciertos de vocaloids a los que ver «físicamente» y con los que interactuar puede ser genial, además de poder aprovechar el medio para hacer auténticas locuras. Imaginaos un concierto de VR protagonizado por los raperos de Hypnosis Mic usando los mismos efectos que en el anime, o un concierto de BanG Dream! Girls Band Party (el Bandori de toda la vida) donde todas las chicas (o los chicos para la parte masculina de la franquicia) salen al escenario para tocar los temas que tantas veces hemos jugado. Yendo a algo más popular, conciertos de Hatsune Miku en directo pueden ser maravillosos, en vez de algo «solo» pregrabado.
Otras ventajas de estos conciertos es que no hace falta viajar para poder disfrutarlo, ya que muchas veces hemos querido ir a un concierto pero nos pillaba en la otra parte del mundo. Así se puede aprovechar para ver conciertos de grupos de carne y hueso, algo que se explotó a lo grande en el festival musical de Secret Sky de hace unos días (y me ha dado mucha rabia perdérmelo), al poder verlo entero usando el navegador de nuestras Oculus Quest. Las posibilidades son espectaculares, y estoy deseando ver qué nos vamos encontrando en el futuro.
Así que, por resumir, disfrutar de los conciertos en VR es algo que recomiendo a todo el mundo. VARK es una manera muy accesible de hacerlo, ya sea en las experiencias gratuitas, o accediendo al concierto que esté en directo cuando toque. Tras el Cinderella Switch Vol.5 solo sé que quiero más música en Realidad Virtual, y espero que esto no pare de crecer más en los próximos meses e incluso años.
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