Una secuela que casi nadie esperaba era la de Vampire: The Masquerade – Bloodlines 2, ya que pese al estatus de juego de culto de la primera parte, no es que fuera un gran éxito de ventas. Por suerte, Paradox y Hardsuit Labs han retomado la saga, y por lo visto en la Gamescom 2019, está más que en buenas manos. Lo primero es que, pese al «2» en el título, no hará falta conocer la historia de la franquicia para disfrutar de esta secuela, pero si ya jugamos al clásico, habrá referencias y el universo se mantendrá.
Al fin y al cabo, en la primera parte vivíamos el final de la Guerra Civil entre las diferentes facciones de vampiros que conforman la «Mascarada», y en esta ocasión, viviremos el inicio de otra guerra. Es un enfoque diferente, ya que ahora podremos determinar no sólo el inicio de la guerra, sino ver qué facciones se mantienen en pie, qué alianzas se forman durante estas tempranas etapas de la guerra, etc.
Desde Hardsuit Labs quisieron destacar cómo en el estudio eran muy fans en el original, con que están empeñados en ofrecer la mejor secuela posible en Bloodlines 2. Algo clave será, cómo no, mantener las posibilidades a la hora de afrontar cada situación, como en todo buen juego de rol que se precie. Por tanto, junto a la facción a la que nos aliemos o nuestro aspecto físico, también habrá diferentes estadísticas y habilidades que se pueden conseguir para crear nuestro vampiro ideal.
En esta demo, nos contaron cómo hay tres formas disciplinas a las que podemos aferrarnos: una en la que convertirnos en vampiros y hasta usar a estas criaturas para atacar a nuestros enemigos; una segunda disciplina nos permitirá controlar a los enemigos desde lejos gracias a poderes dignos de un mentalista; y la última disciplina se centra en la movilidad y el sigilo, al poder usar la niebla para desplazarnos o pillar por sorpresa a los enemigos.
Estos aspectos de RPG son lo que más me llamaron de Bloodlines 2, ya que pese a seguir una estructura a la que estamos acostumbrados en muchos RPGs occidentales modernos, con decisiones a tomar durante los diálogos y cosas por el estilo. La gracia está en que, por ejemplo, imaginad que tenemos puntos suficientes para poder intimidar a alguien para que suelte información. En otros juegos, simplemente aparecería la opción en el árbol de diálogo, y listo, objetivo conseguido. Aquí no, ya que este es solo el paso inicial, al desbloquear las opciones propias de la intimidación, pero todavía tendremos que elegir correctamente qué decir para meterle el miedo a nuestro objetivo.
Es algo que nos ayuda a meternos en el universo de Vampire: The Masquerade – Bloodlines 2, ya que tienes que pensar exactamente qué haría y diría nuestro personaje, como si estuviéramos en una partida de rol clásica a más no poder. Y sí, esto me encanta, al no basarse todo en estadísticas, sino también en nuestra propia habilidad para meternos en situación.
Esta inmersión es clave para Hardsuit Labs, y es por aquí por donde justificaban muchísimo el soporte de RTX. Porque sí, quieren que el juego luzca bien, pero al final, al implementar reflejos en los charcos (muy comunes en Seattle) o en los cristales de las tiendas hace que todo parezca más real, y nos ayude a meternos de lleno en el universo del juego.
Ahora bien, todo esto está muy bien, pero quien espere una súper producción al nivel de las de CD Projekt RED que se quede sentado esperando, ya que estamos ante un RPG ambicioso, pero más limitado en cuanto a recursos. De hecho, Bloodlines 2 todavía se ve verde en bastantes apartados. El tema del sonido o las animaciones se ve algo cutre, y el combate no parece satisfactorio (la demo que enseñaban no se podía probar), ya sea al centrarse en el cuerpo a cuerpo o en las armas de fuego.
No quiero decirlo porque muchas veces se usa como comentario despectivo, pero parece que vamos a estar ante uno de esos juegos muy «Eurojank», o lo que es lo mismo, títulos europeos con falta de pulido, lo que los hace desmerecer pese a sus buenas ideas. La saga Risen es el mayor exponente, aunque por suerte, aquí no se ve todo tan cutre como en la saga de Pyranha Bytes, que personalmente, va siempre sobre una muy fina línea entre la calidad y el despropósito.
En definitiva, Vampire: The Masquerade – Bloodlines 2 tiene muchísimo potencial, ya que en una misión más o menos sencilla (encontrar a un informado) se ven bastantes mecánicas, y el tema de las conversaciones junto a los elementos de RPG me parecen fantásticos. Espero que en los meses que le quedan al juego antes de su lanzamiento en 2020 se terminen de pulir bien los aspectos técnicos y el combate, ya que es lo único que puede hacer desmerecer a un RPG tan ambicioso y con tanto potencial.
Deja una respuesta