Max: The Curse of Brotherhood es un nuevo juego de tipo puzle-plataformas en el que se encuentra trabajando el estudio danés PressPlay. En el marco de la Gamescom 2013 hemos estado esta mañana probando dos de sus niveles del juego, acompañados por Mikkel Martin Pedersen, Lead Designer.
Max va al rescate de su hermano pequeño con la ayuda de un marcador mágico, que le permite hacer cosas como crear estructuras de piedra, columnas de agua o hacer crecer ramas. No se trata de una secuela de Max & the Magic Marker, título que salió al mercado hace tres años de la mano del mismo estudio, sinó que Max: The Curse of Brotherhood es un reinicio de la saga. Mikkel afirma que el primero tenía una mecánica muy simple y que la idea, ahora que tienen un mayor presupuesto, es la de introducir muchas más formas de interaccionar con el marcador que con el primer título y, ya de paso, crear una experiencia mucho más cinemática.
De alguna forma el juego tiene un aire familiar y cuando Mikkel me comenta que se han inspirado en Heart of Darkness (un magnífico, aunque difícil juego de plataformas de hace unos quince años) veo las similitudes. Igual que con el clásico, nos encontramos con un niño en busca de un ser querido, cruzando un mundo lleno de enemigos y peligros inesperados. Aunque el protagonista sea un niño, este no es un juego de niños.
Aunque el protagonista sea un niño, este no es un juego de niños
Max: The Curse of Brotherhood no es un juego fácil, pero la dificultad incrementa de forma decente por medio de nuevos elementos en el diseño del obstáculo a superar. El primer nivel que jugamos no es el primero del juego, sinó el cuarto, y empezaremos aprendiendo como hacer crecer columnas de roca en determinados puntos predefinidos del nivel. Usando el lápiz mágico podemos hacer crecer o destruir dichas columnas, y las podemos usar para alcanzar niveles más elevados y huir así de varios enemigos que nos perseguiran. En un determinado momento, las columnas no son suficientes, pero podemos arrastrar una caja cercana para poner encima de la columna de roca.
Todo eso mientras vamos encontrando malvados ojos que la Brotherhood usa para controlar el mundo. Max debe arrancar dichos ojos para hacer retroceder a los poderes malvados.
Después de un rato peleándonos con el mando de la Xbox, no porque sea difícil, sinó porque jugar de pie con un mando demasiado bajo no me ayuda. Mikkel pasa a mostrarnos un nuevo nivel posterior del juego. En este nivel vemos como Max obtiene poderes nuevos -algo que sucederá a lo largo de la aventura- como poder hacer crecer ramas o lianas, o dibujar churros de agua en los que el niño se puede montar. Hay veces donde la velocidad es importante, ya sea para evitar a un enemigo o caer al vacio. Así pues, tocará usar tanto nuestro cerebro como nuestra destreza y habilidad, una buena combinación.
La ambientación del juego es muy buena y creativa, con minuciosos detalles.
Hace pocos días se anunció que Max: The Curse of Brotherhood llegaría para Xbox One, a parte de la Xbox 360, lo que significa que el lanzamiento se ha retrasado hasta principios del 2014. Mikkel explica que «están estudiando que pueden hacer con Kinect, pero que no se plantean que llegue a remplazar el uso del controlador». Probablemente con Kinect no conseguiríamos la precisión y velocidad que necesitamos.
En todo caso, las impresiones que me llevo de este juego son muy buenas. Me ha dejado sorprendido en el buen sentido.
Deja una respuesta