Al repasar qué juegos del catálogo de Oculus Rift habían llamado más la atención, un juego seguía apareciendo una y otra vez: Lone Echo. Esta obra se puede considerar como una de las mayores producciones hechas en exclusiva para la Realidad Virtual, al contar con un estudio de mucho renombre por detrás, Ready at Dawn (autores de The Order: 1886 o los God of War de PSP), y unos valores de producción sorprendentes, para contarnos una historia en un entorno que poco se había explorado en ese momento: la gravedad cero.
Sí, esto fue en 2017, con que ya ha habido más propuestas que han apostado por hacer algo narrativo en gravedad cero, como Detached o Downward Spiral (el cual copia el esquema de movimiento, todo sea dicho), pero la importancia de Lone Echo para la Realidad Virtual es bastante importante. Por un lado, sirvió para demostrar que se pueden hacer grandes juegos con valores de producción de un AAA en exclusiva para la VR, además de ofrecer una narrativa inmersiva para el jugador sin temor a los mareos ni ayudas artificiales ni nada. Por esto, ha creado toda una franquicia, con las vertientes multijugador de Echo Arena y Echo Combat más recientemente, además de haber anunciado Lone Echo II para este mismo año. Con que tenía ganas de ir al comienzo, y ver si a día de hoy, Lone Echo podía seguir impactando tanto como hace un par de años. En este análisis me voy a centrar en exclusiva en el modo individual, ya que la vertiente multijugador se separó para dar lugar a Echo Arena, y si me da tiempo a probarlo (me estoy centrando más en juegos individuales), prefiero cubrirlo por separado. Así que buscad algo donde agarraros, que en el espacio flotaremos.