Los spin-off pueden salir muy bien, al ofrecer una nueva perspectiva para una franquicia, además de atraer a nuevos usuarios. Pero claro, también pueden salir muy mal, si no se equilibra bien los elementos propios de la saga con las nuevas ideas. Esto es algo que han debido de tener muy en cuenta los chicos de Machine Games y Arkane Studios al desarrollar Wolfenstein: Youngblood, la segunda entrega independiente que se lanza tras relativamente poco tiempo tras el último juego principal (el anterior fue The Old Blood, compartiendo la parte de «Blood», al igual que los títulos principales comparten «The New» en sus subtítulos), y que pretende poner patas arriba la franquicia con montones de cambios.
Porque sí, Wolfenstein ha evolucionado mucho a lo largo de la historia, pero desde el actual reboot, la saga siempre ha tenido una esencia muy clara: una historia de Serie B pero bastante profunda y emotiva, a la que se le da mucha importancia; además de una mezcla de mecánicas clásicas y modernas en los tiroteos. Hace nada os contaba qué tal había salido el otro spin-off que ha salido para la VR de la saga, Cyberpilot, y ahora toca volver al París de los años 80 para comprobar qué tal es eso de combatir nazis en cooperativo. ¿Listos para luchar por la liberté, la egalité y la fraternité?