Savage Moon

    Recientemente, el género de defensa con torres (tower defense) ha experimentado un crecimiento en títulos y popularidad. A finales de 2008, la aparición de Savage Moon, creado por el desconocido desarrollador inglés FluffyLogic, se ha sumado al magnífico PixelJunk Monsters para complementar nuestra juegoteca de estragegia de este tipo.

    Los juegos de defensa con torres siguen todos el mismo patrón. Básicamente debemos montar una serie de torres defensivas con diferentes características para proteger nuestra base de oleadas contínuas de enemigos. En Savage Moon, debemos defender nuestras explotaciones mineras de hordas alienígenas.

    Existen 12 niveles en el juego, repartidos en tres nebulosas. Cada uno de los niveles se corresponde con una Luna-I, que es una luna viviente rica en extraños minerales esenciales para varios usos tecnológicos humanos. En cada Luna-I se han construido minas para extraer dichos minerales que deberemos defender con nuestras torres de los Insectocitos, seres que viven en las entrañas de la Luna-I y que harán lo necesario para infiltrarle en la explotación y destruirla.

    Contamos con 12 tipos diferentes de torres, desde ametralladoras, morteros o antiaéreas hasta láser y reparación. Cada tipo de torre es más efectiva contra un determinado tipo de Insectocito. Por ejemplo, una torre antiaérea es esencial para derrotar a bichos voladores, mientras que la torre mortero la utilizamos para bombardear grupos de alinénigenas.

    Cuando empezamos el juego nos encontramos delante de un escenario 3D donde se observan ríos de lava, por donde avanzan los insectocitos, entre valles donde situaremos nuestras torres. Es un laberinto de montañas y valles que llevan hasta la prospección minera que debemos defender. Al principio, contamos solo con un tipo de torre, la ametralladora, pero tenemos la opción de investigar otros tipos de torre. Destruir a un insectocito genera dinero que podemos usar para comprar nuevas torres o investigar nuevos tipos de defensa. Por suerte, en los primeros niveles se nos guía a través del tutorial para aprender a poner torres y crear nuestra defensa.

    Hay que decir, que después de la simplicidad del juego del mismo tipo PJ Monsters, cuesta un poco acostumbrarse a Savage Moon. El escenario es 3D y podemos mover la cámara a nuestro libre albedrío. Sin embargo, esto hace que a veces no tengamos un punto de vista general del campo de batalla y puede hacer que nos perdamos un ataque de insectocitos voladores porque estamos concentrados en montar nuestras torres en otro punto del escenario. La acción es trepidante y no hay mucho tiempo para relajarse.

    Los primeros niveles, que incluyen el tutorial, son relativamente fáciles, pero una vez nos dejan de la mano de Dios empiezan las dificultades serias. A partir de aquí, hay que realmente cargarse de paciencia y no sirve cualquier estrategia. La curva de dificultad aumenta de golpe después del cuarto nivel y las pasaremos realmente canutas, llenos de frustración, viendo como un sinfín de insectocitos (muy feos todos ellos – esa es la conclusión a la que llegas en esos tristes momentos) alcanzan nuestra base. Según el tipo de bichejo, el daño ocasionado a la base será mayor o menor, y existen insectocitos muy fuertes (y grandes… y feos), que aparecerán especialmente en la última oleada de cada nivel. Si uno de ellos alcanza la base… caput (y a volver a reintentarlo de nuevo si tenemos ganas).

    En cada luna nos enfrentaremos hasta 14 oleadas de insectocitos, de dificultad creciente (y a medida que avanzamos en el juego la primera oleada es ya temible).  Entre oleadas, tenemos un respiro que podemos dedicar a mejorar nuestras torres, investigar otras cosas, o cambiar algunos parametros, como el hecho de generar más dinero por bicho muerto a cambio de disminuir la potencia de las torres.

    Gráficamente no es nada del otro mundo, pero el aspecto es más que adecuado para este tipo de juego. Los colores son apagados y grises, acentuando el aspecto de desolación. Las torres realmente tienen un gran nivel de detalle, y a medida que las mejoramos realmente su aspecto cambian (y la animación entre mejora y mejora está realmente bien hecha). Podemos ver la acción en el campo de batalla desde el punto de vista de cada torre, a modo de cámara. Sin embargo encuentro bastante inútil este tipo de vista ya que no hay tiempo que perder durante toda la partida. El aspecto gráfico de los insectocitos no es constante, aunque por lo general están bien hechos y caracterizados. Algunos de ellos nos recuerdan a los de la película Starship Troopers.

    El control lo realizamos con las palancas analógicas, un lado controlando la cámara y el otro el cursor que utilizamos para colocar nuestras torres. Con la «X» hacemos aparecer el menú con los diferentes tipos de torres, investigaciones y modificación de parámetros. El control resulta bastante intuitivo aunque requiere acostumbrarse y al principio nos veremos frustrados buscando la torre que queremos mientras que los bichejos avanzan sin freno hasta la base.

    El sonido… bueno, intentar imaginar 100 bichos constantemente gruñendo y chillando de forma estridente (aunque no molesta) acompañado de una música basada en la tensión, con silencios y ritmos descompasados. Esto favorece una atmosfera desgarradora y desolada, llena de tensión. Realmente no es algo para escuchar por placer aunque cumple con su objetivo dentro de la monotonía. (Estoy escribiendo esto con el juego en marcha delante mío, y realmente me estoy estresando).

    A parte del modo normal, donde debemos derribar al número limitado de oleadas en cada Luna-I, existen un modo llamado «Venganza». Por el nombre siempre pensé que era el momento de vengarme de los feos bichos esos, pero después de jugar varias veces a este modo me da la sensación que los que se están vengando son ellos. En «Venganza» las oleadas son infinitas y nuestro objetivo es aguantar lo máximo que podamos. No hay escapatoria, aunque si lo hacemos bien podremos fardar de nuestros puntuaciones que se guardan online.

    En este juego estamos solos enfrentandonos a nuestros enemigos. Solo puede jugar un jugador, y de forma local. Creo que podía haber sido interesante un modo multijugador online, donde dos personas podrían cooperar en la defensa. Se hecha falta poder jugar en compañía, especialmente después de lo divertido que resulta este modo en PJ Monsters.

    Con tanta torre y tanto bicho, Savage Moon crea un caldo de cultivo ideal para una variada estrategia. A diferencia de otros juegos de defensa de torres, ciertos bichos atacarán nuestras torres y tendremos que irlas reparando. Existen muchas combinaciones y posibilidades, aunque en muchos casos la mayoría de nuestros intentos fracasarán. El juego asegura horas de entretenimiento para los más estrategas, pero realmente llegue a intimidar al jugador casual debido a su complejidad. Si nunca habéis jugado a un juego de defensa de torres antes, os recomiendo que empezéis con el PixelJunk Monsters, que es mucho más amable y accesible. Si sois pacientes y amantes de la estrategia, y tenéis unos nervios de acero, el juego no os defraudará.